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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Tu relación, ¿amor o anestesia

Muchas veces se cree que la felicidad plena solo está al lado de otra persona. Idealizar un vínculo amoroso no siempre puede ser lo más adecuado.
Tu relación, ¿amor o anestesia


Si no estás enamorado, quizás uno de tus sueños sea entrar en este estado y disfrutar de todo lo que una relación puede aportarte. Ese es un deseo muy común. De hecho, se dice que el amor romántico es la única gran utopía en la postmodernidad. Y también que se ha convertido en una especie de anestesia colectiva que, en muchos casos, termina desilusionando.

De hecho, hay quienes van más allá. Señalan que este deseo por encontrar el amor no nace realmente de una necesidad intrínseca, sino que es el fruto de la hábil manipulación de “una industria de los afectos”.

Se trataría de una especie de “domesticación” que busca que reduzcas tu mundo emocional solo a un plano: el amor romántico. Por eso, hay cientos de mensajes que nos trasladan a la idea de que nuestro proyecto de vida no estará completo hasta que encontremos al “amor de nuestras vidas”.

Llegado este momento, podemos hacernos una pregunta: ¿buscamos el amor verdadero o lo que pretendemos es llenar nuestro vacío vital con un ideal romántico?



EL ANHELO DE ENAMORARTE

Existe un gran apetito de emociones intensas. Muchos asumen que sentir en exceso es también “sentirse vivos”.

La necesidad de este tipo de emociones está más presente en quienes experimentan su vida actual como tediosa y sin sentido. Lo complicado de esto es que todas esas experiencias de vértigo son, por su propia naturaleza, pasajeras. No podrían ser de otro modo. Si se repitieran con frecuencia o duraran más de lo necesario, paulatinamente perderían su carácter emocionante e intenso.

Por lo tanto, todas estas experiencias están destinadas a ser volátiles. Hacen que un instante se viva con mucha mayor intensidad, pero —al mismo tiempo— son de corta duración. Precisamente, por esas expectativas, suele llegar la desilusión después.



UN EGOÍSMO PARA DOS

El origen de estos frustrantes equí-vocos está —precisamente— en la fuerte distorsión que ha sufrido el concepto de amor romántico en nuestros tiempos. Casi todos tienen grandes planes para sí mismos, que generalmente están asociados con el éxito a los ojos de otros. Dentro de esa lógica, la pareja vendría a ser alguien que facilite o complemente esos objetivos. O sea, una pieza que encaje en ese rompeca-bezas narcisista.

Reducir la vida a esta idea suele generar una sensación de vacío existencial. Quienes piensan así esqui-van dos ideas. La primera, entender que hay ideales y valores que van mucho más allá del éxito social.

La segunda, que una vida sana y normal incluye aburrimiento, monotonía, frustraciones y tristezas en varios momentos y bajo diferentes circunstancias.



EL ENAMORAMIENTO

NO NOS COMPLETA

Cuando se dice, románticamente, que el amor lo es todo y que es la esencia de la vida, nadie miente. Lo que a veces se pasa por alto es que la afirmación no se refiere al amor de pareja solamente, sino a las múltiples dimensiones del fenómeno. Desde el amor propio, pasando por el amor al trabajo, hasta a la huma-nidad o a otros ideales.

Lo más importante, en todo caso, es comprender que el amor no anula ni elimina otros aspectos más bizarros de la vida. La contradicción, el vacío o el tedio no quedan automáticamente eliminados por obra y gracia del amor. De hecho, en esas realidades difíciles es donde mejor logra afianzarse y enraizarse un afecto real. El amor, por ti mismo y por otros, no te lleva al paraíso, sino a una realidad humana más honda y trascendental. l