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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Sobre dos cuentos de Flannery O’Connor

Tras un breve repaso por la tradición literaria del sur norteamericano, el autor rescata una de las figuras más prominentes, pero silenciosa, de las primeras décadas del siglo XX.
Sobre dos cuentos de Flannery O’Connor


Cuando se habla sobre la literatura del sur de los Estados Unidos aparecen nombres como William Faulkner (el más conocido) o Mark Twain entre los principales. Si se rebusca un poco aparecerán nombres como Margaret Mitchel (con Lo que el viento se llevó se vendió más que ¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner). También está Harper Lee con una novela hermosa: Matar un ruiseñor.

Si rebuscamos un poco, también tendríamos que mencionar a Truman Capote (hay un cuento largo llamado “Recuerdo navideño” , se los recomiendo) y a Tennessee Williams (aquellos que no conozcan a Tennessee primero vean Un tranvía llamado deseo, encontrarán al papucho de Marlon Brandon en una de las mejores actuaciones de su carrera).

Pocos hablarán de Flannery O’Connor, esa escritora silenciosa y sonriente (en la mayoría de las fotografías sale con una media sonrisa, cabello corto al estilo Shirley Temple, ojos grandes, escrutadores), aquejada por un lupus eritematoso sistémico y la fe. Apenas tenía 27 años cuando empezó a usar muletas metálicas y un médico le dijo que viviría unos cuatro o cinco años más. Murió a los 39.

Se recluyó en su granja de Milledgeville (heredada de sus padres) y escribió contra el tiempo y contra sí misma. Hasta los 39 años escribiría 32 cuentos y dos novelas (Sangre sabia fue adaptada por el mismísimo Jhon Huston y la llevó al cine: “…narra la hilarante e inquietante historia de Hazel Motes, un joven georgiano cuya obsesión por Dios lo lleva a huir de él tan rápido como puede, sólo para acabar estrellándose contra la pared de Jesús y la religión. En su camino hacia su redención se cruzan un falso predicador ciego y su hija, Lily Sabbath, un hombre con un traje de gorila y un intrigante tramposillo con el nombre de Hoover Shoates.”).

Julio Cortázar dijo que el cuento, a diferencia de la novela, debe ser (o debería ser) como un temblor en una esfera de cristal, donde la anécdota es lo más importante. Para Flannery O’Connor lo más importante era el personaje (como para Shakespeare). En pocas páginas lo desarrollaba y mostraba su ferviente deseo (muchas veces comprender el silencio o la voz de Dios), hasta su caída o una revelación que cambiaba su vida.

Creo que el crítico estadounidense Harold Bloom dijo que “su sensibilidad era una mezcla extraordinaria de salvajismo sureño y severo catolicismo” (en realidad una mezcla del catolicismo y del protestantismo del sur, con sus pastores que pregonaban la salvación en las calles).

Sus personajes son seres atormentados por la fe o la maldad. A veces niños que dejan de ser niños para convertirse en monstruos. A veces jóvenes que buscan la verdad, la única verdad, y se estrellan con la realidad de que la verdad (con mayúsculas) es un silencio sordo o una noche oscura donde espera la muerte.

Para quienes quieran leer a Flannery O’Connor empiecen con su cuento más famoso: Un hombre bueno es difícil de encontrar (leí este relato gracias a la escritora Katya Adaui, quien lo recomendó en un taller de escritura).

Daré un breve resumen: una familia (con unos hijos irrespetuosos como cualquier millennial actual) decide irse de vacaciones en un coche propio. La familia, además, lleva a la madre del esposo. Ella es una anciana criticona y berrinchuda, que teme por la vida de la familia al oír que una banda de asesinos se escapó de la cárcel. La anciana recuerda que por el camino se encontraba una casa vieja y un pozo, y pide, en realidad ordena, que la familia se desvíe de la ruta para adentrarse a una carretera polvorienta. A la mitad del tramo recuerda que su mente le jugó una mala pasada y que la casa con pozo estaba en otro lugar. Tarde: el coche se vuelca y esperan ayuda. ¿Quiénes llegan? La banda de asesinos que escapó de la cárcel.

Flannery O’Connor es una de las más importantes escritoras que dio el sur de los Estados Unidos.

Periodista y escritor - [email protected]