Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Nuevas formas en las palabras de Rodrigo Hasbún

El reconocido escritor local vuelve al país para compartir su primera incursión en el ensayo. La presentación de su último libro se realizará este miércoles 23 a las 19:00 en el Centro Patiño.
Nuevas formas en las palabras de Rodrigo Hasbún



Enumerar los logros de Rodrigo Hasbún a estas alturas es un esfuerzo vano. El escritor cochabambino con los años, de manera muy silenciosa, ha ido forjando su lugar dentro el canon literario boliviano.

Fuera del país desde sus 28 años, supo crear en su narrativa una suerte de evocación nostálgica de una de las tantas caras de Bolivia, mirada y contada siempre desde muy adentro.

A pesar de ser bastante lúcido y generoso al momento de hablar fuera de la ficción, en primera persona y a modo de opinión, Hasbún guarda cierto gusto por la timidez que, por lo general, no suele dejarlo en un primer plano al momento de hacerse un referente desde un lugar por fuera de la ficcón.

Es por eso que la llegada de Las palabras [textos de ocasión], publicada en 2018 por la editorial norteamericana Literal y presentada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, genera una sensación de curiosidad y avidez por descubrir nuevas formas en las palabras de un “viejo conocido”.

El gran acierto de traer esta colección de ensayos de Hasbún hasta el territorio nacional, a Cochabamba, más precisamente, corre, una vez más, de la mano de la editorial El Cuervo, quienes, además, ya cuentan entre sus títulos con otras tres obras del narrador qhochala (Cuatro, Los afectos, El lugar del cuerpo).

Asimismo, el sello independiente inaugura con esta publicación una serie que tendrá como impronta este género tan propicio y frecuente entre las plumas locales.

La presentación de Las palabras se realizará este 23 de enero, desde las 19:00, en el centro Simón I. Patiño (Potosí casi Portales) y contará con la presencia del autor, quien firmará los libros, y el editor Fernando Barrientos. El ingreso es libre.

La RAMONA conversó con Hasbún sobre los detalles en su primera incursión en el ensayo y las sensaciones que le deja esta experiencia, que parece abrir una nueva veta.

-He tenido la suerte de entrevistarte antes y me decías que eras tímido, callado, que preferías escuchar antes que hablar. La lógica del ensayo rompe un poco esta estructura, es decir, tenemos a Rodrigo Hasbún hablándonos a lo largo de todo un libro. ¿Cómo experimentaste esta incursión hacia otro tipo de escritura?

Los doce textos que conforman Las palabras los escribí a pedido, así que invariablemente se trató de una incursión un poco condicionada por las circunstancias. Pero fue una incursión dichosa, porque me obligó a ocupar distintas posiciones y a abordar la escritura desde miradas que he frecuentado menos de lo que quisiera: la del cronista eventual, digamos, o la del ensayista. Cada una de esas miradas y cada una de esas posiciones te empuja a establecer una relación diferente con las palabras, y el librito en su conjunto terminó siendo una suerte de indagación sobre cómo nos relacionamos con ellas y con las historias que hacen posible. Sin esas historias, sin esas palabras a las que prestamos tan poca atención, sin duda sobreviviríamos bastante peor.

-En estas palabras, en tu escritura, tienes un tono y un ritmo característicos, muy bien explorados. ¿Cómo ha sido trabajar el lenguaje, con todo lo que implica, en un género que seguramente conoces, pero en el que no habías publicado antes?

En general siento que la no ficción te fuerza a ser más riguroso con el lenguaje, a usarlo en función a eso que llamamos realidad, con la que se establece un contrato diferente que con la ficción. Los textos que conforman Las palabras tenían además límites bien trazados en cuanto a su extensión, así que estuve obligado a atenerme a eso también. Pero más allá de eso creo que el tono, el ritmo y el estilo en general son más o menos los mismos de siempre. Aunque su proveniencia y sus contornos sean otros, para mí estos textos están incrustados en el reino de lo literario. No solo giran alrededor de la literatura sino que intentan ser literatura ellos mismos, y como tal deberían ser tan impredecibles y gozosos como cualquier cuento o novela.

-Tus anteriores libros siempre han estado atravesados por lo femenino, la migración, la familia como “el núcleo del desastre”, ¿sigues explorando estos territorios en estos ensayos?

Las palabras, que ahora felizmente publica El Cuervo, salió antes en una colección llamada Dislocados, que gira en torno al tema de la migración. Es, de hecho, una colección en la que la editorial Literal solo publica a escritores latinoamericanos radicados en Estados Unidos. Así que el tema sí está muy presente, pero en términos más reflexivos que en mi narrativa. Ligado a él aparecen algunos otros que también están presentes en mis libros anteriores. Pienso en la memoria y su maleabilidad y el lugar que ocupa en quienes ya no viven en sus lugares de origen. O en las formas en las que nos enfrentamos al tiempo y a lo que hace en nuestros cuerpos. Pero por encima de todo creo que este es un librito que celebra las posibilidades de la literatura. Es en buena medida un librito escrito desde el asombro y la gratitud del lector.

-Sabemos que además de este vínculo excepcional que tienes con la literatura, también disfrutas mucho otras aficiones como el cine y la música. Si en tu narrativa son parte esencial, ¿qué lugar ocupan en tus ensayos?

Mi amor por el cine está presente en dos perfiles incluidos en el libro, uno sobre el iraní Abbas Kiarostami, el otro sobre el lituano americano Jonas Mekas. Son dos cineastas que a lo largo de las últimas décadas han ayudado a redefinir lo que el cine puede ofrecer. Mientras Hollywood y las series de televisión formatean nuestras expectativas y nuestros ritmos interiores, lo que hacen artistas como ellos es dinamitar cualquier certidumbre y enseñarnos a ver mejor. Lo del libro es una presentación de ambos y es también un pequeño homenaje. Hubiera querido hacer muchos otros, a más cineastas y a algunos músicos, pero como te decía antes, todos los textos fueron escritos a pedido y a menudo llegaron con tema impuesto.

-Como decías antes, en este libro reflexionas bastante sobre la escritura, sobre su oficio. ¿Se podría tratar de un ejercicio de introspección, quizás en busca de una renovación dentro tu carrera o de reafirmación en tus principios como escritor?

En verdad no lo pensé como nada de eso. Para mí se trataba más que nada de compartir algunos entusiasmos y algunas preguntas recurrentes, ideas sueltas sobre el oficio y quizá una manera de entender la literatura. Podría parecer que se trata de material introspectivo, pero en realidad es lo contrario: en la mayoría de los textos miro hacia fuera, hacia vidas muy distintas a la mía o hacia unas cuantas aventuras insospechadas. La de un grupo de teatro que presenta sus obras en una oscuridad absoluta, por ejemplo. O la de unos encuestadores colombianos que recorrieron su país durante décadas buscando palabras.

-Pensar el quehacer literario, escribir sobre él, es casi un género en sí mismo, ¿quiénes citarías como referentes en este reflexionar sobre la literatura desde ella misma?

Me gustan mucho los ensayos más personales de Joan Didion y Natalia Ginzburg, sobre la que tratan dos textos de Las palabras. Son autoras excepcionales, y a menudo lo mejor de ellas sale a relucir cuando abordan las formas breves de la no ficción. Algo parecido le sucede a John Berger, que es un narrador entrañable pero cuya sabiduría aflora aún más en sus textos de corte más reflexivo o en sus ensayos sobre la pintura. En Latinoamérica la indagación en torno a la literatura que hace Ricardo Piglia en varios de sus libros me parece inigualable.

-¿Qué sensación te deja este debut en el ensayo y cuándo leeremos a Rodrigo Hasbún con alguna novedad en narrativa?

Las palabras es un volumen azaroso, ocasional en más de un modo, pero me dejó con muchas ganas de escribir otros libros de perfiles o ensayos que estén menos atados a pedidos específicos. Así que intentaré ahondar en ese territorio, que por lo demás tiene las fronteras bastante más borrosas de lo que creemos. En cuanto a la narrativa, terminé hace poco una nueva novela. Titula Los años invisibles y espero que se publique en algún momento este año.

Periodista – www.muywaso.com