Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Mi ciudad secreta

Entre los textos recogidos en Las palabras, encontramos esta nostálgica nota dedicada a una Cochabamba que ya no exíste, pero que pervive entre las memorias de uno de sus escritores más destacados.<BR>
Mi ciudad secreta
En mi ciudad secreta un grupo de amigos adolescentes juega fútbol casi todas las tardes en una cancha de tierra en la avenida Melchor Urquidi. Por unas horas esos chicos son Roberto Baggio o Ruud Gullit o el Pibe Valderrama, y sus proezas se parecen a las que realizan sus ídolos en estadios multitudinarios. En mi ciudad secreta es al mismo tiempo 1987 y 1990 y 1996 y 1999 y 2003 (el año en el que por primera vez me fui a vivir a otro país, el año en el que mi vida se partió en dos). En mi ciudad secreta nadie se ha muerto todavía, y yo acompaño los sábados a mi abuelo Chepe al supermercado. Huele las naranjas y les da golpecitos a las sandías y sonríe cuando alguna fruta lo devuelve a la Palestina que dejó cincuenta años atrás. En mi ciudad secreta un italiano melancólico acaba de abrir un café llamado Metrópolis. A menudo, en lugar de ir a clases, hay un estudiante de periodismo que se refugia ahí para escribir sus primeros cuentos. En ese mismo café suele encontrarse luego con la muchachita que le enseña, intermitentemente, a amar y a huir del amor (ella también se fue de Bolivia y nunca volvió). En mi ciudad secreta es al mismo tiempo febrero y julio y diciembre, y todo se repite una y otra vez, y la primera y la tercera persona se confunden. En mi ciudad secreta mis hermanos y yo vivimos juntos todavía en la vieja casa en el Prado. Por las noches jugamos piedra, papel, tijera para decidir quién lava los platos, y más tarde luchamos por el teléfono y el control de la tele.

Ya nada de eso existe, pero cada vez que vuelvo de visita a Cochabamba mi ciudad secreta emerge. Le han puesto césped a la cancha de fútbol en la avenida Melchor Urquidi pero todavía es de tierra para mí. En esa esquina ya no está el café Metrópolis pero sigue estando el café Metrópolis, y debajo del edificio circular en el Prado, como si nunca la hubieran derruido, permanece firme la casa en la que crecimos mis hermanos y yo.

Volver de visita a Cochabamba es un ejercicio de preservación, de arqueología y resistencia, de testarudez. Es también una muestra de lealtad hacia unos cuantos fantasmas.

Escribir, creo, es todas esas mismas cosas. (2017)

Rodrigo Hasbún

Ha publicado los libros de cuentos Cinco, Los días más felices y Cuatro, un volumen de relatos escogidos titulado Nueve, y las novelas El lugar del cuerpo» y Los afectos. Le concedieron el Premio Unión Latina a la Novísima Narrativa Breve Hispanoamericana y fue parte de Bogotá 39, así como de la selección de “Los mejores narradores jóvenes en español” elaborada por la revista Granta. Dos de sus textos fueron llevados al cine y su obra ha sido traducida a doce idiomas.

Escritor