Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LECTURAS SUTILES

Cuando falta fútbol, hay fanatismo y violencia

Cuando falta fútbol, hay fanatismo y violencia

En un fragmento de su obra, Freud  

utiliza una cita de Goethe para criticar mordazmente a la religión: “Quien posee arte y ciencia también tiene religión; quien no los posee necesita

la religión”.

El reproche reside en la proximidad de la religiosidad con el estado neurótico, el cual no es favorable al desarrollo del sentido crítico. Pese a que la intención de este breve escrito no profundiza

dichas ideas, sin embargo, utiliza alguno de estos términos para explicar un fenómeno particular: el fanatismo futbolero y la violencia de las hinchadas.

Para nadie son desconocidos los vergonzosos eventos sucedidos el sábado 24 de noviembre y que obligaron a la suspensión del partido final de la Copa Libertadores de América. Ellos son el resultado de varios factores: por un

lado, la mala organización de un torneo devaluado lleno de anomalías descubiertas en los meses previos.

Por ejemplo, una nota provocativa del portal Infobae, que llevaba por título “Hay que declarar nula la Copa Libertadores”, exponía las diversas irregularidades denunciadas, las cuales van

desde la habilitación irregular hasta la extorsión. Por otro lado, tenemos el salvaje comportamiento de las hinchadas.

Freud analiza, desde la perspectiva

del sociólogo Gustave Le Bon, la influencia de la multitud en el comportamiento individual, afirmando que al interior de la masa, las personas se

enajenan, dejan de ser como son para volverse otras, en pos de algún objetivo colectivo; aunque esto es inexacto, pues la muchedumbre consigue, sin seguir un programa ordenado, la exacerbación emocional, el anarquismo, la violencia y la descarga pulsional.

A esto agreguemos otro componente fatal al interior del grupo: el fanatismo, aquel por el cual todo el que no ratifica mis “certezas futbolísticas”, se convierte en mi enemigo y, por tanto, está justificado destruirlo. En ese sentido, no importa determinar si fueron 30 o 300 personas las que se comportaron de manera agresiva, así como tampoco importa pensar si hubo intención

en sus acciones: lo que pasó esa tarde en las inmediaciones del estadio Monumental es una acción englobada bajo estas características, las cuales son frecuentes en el fútbol argentino, manejado por mafias delictivas hace décadas.

Pero, ¿en casa cómo andamos? En Bolivia aún el fútbol es un evento disfrutado por toda la familia y uno tiene la seguridad de que al asistir al estadio llegará vivo e ileso a su hogar. Quizás en nuestra psicología tan acostumbrada a "perder", un evento futbolístico no reviste la importancia propia de una sociedad exitista como la Argentina.

Sin embargo, la violencia en el fútbol existe y el fanatismo también. Basta simplemente recordar las agresiones que suceden al finalizar el clásico cruceño, o aquel ataque con gas lacrimógeno que sufrió la afición aurorista en un encuentro amistoso que disputaba con el equipo argentino Quilmes o, sin ir muy lejos, recuerden el terror que sentía la población cochabambina cuando la hinchada wilstermanista,

los “Gurkas”, salía enfurecida como

un alud a protestar por la derrota

de su equipo. Es más, en el 2016, los miembros de esta barra atacaron con cuchillo y lanzaron de un puente

a una persona, ante la vista y presencia de las cámaras de un canal que mediatizó el hecho.

El fútbol es un deporte hermoso, así lo testimonian infinidad de autores que le han rendido sendos tributos. Tiene magia y poesía, nos embriaga. Es penoso que todo este hechizo sea opacado por el dogmatismo y la violencia. Quizas, como dice el gran Martín Caparros,

deberíamos dejar de hacer del fútbol algo por lo que se debe matar o morir,

y empecemos a hacer del deporte rey algo placentero, por lo cual se pueda

disfrutar.

NOTA: Para cualquier consulta o comen- tario contactarse con la responsable

de esta columna, Claudia Méndez Del Carpio (psicóloga), al correo electrónico [email protected] o al celular/ WhatsApp 62620609.

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