Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Aquí Hay Icebergs

Sobre el libro de cuentos de la escritora peruana Katya Adaui, publicado en Bolivia por Perra Gráfica
Aquí Hay Icebergs



A los cuarenta años, Alejo Carpentier escribió un cuento llamado “Viaje a la semilla” (y buscaba un lenguaje que pudiera expresar la exuberancia del Caribe); es un relato que va hacia atrás (como también lo hizo Francis Scott Key Fitzgerald con “El curioso caso de Benjamin Button” [mantengo el nombre del personaje en el idioma inglés para no caer en pésimos doblajes españoles]).

Katya Adaui inicia su libro de cuentos “Aquí hay icebergs” con un relato parecido en la forma a estos dos cuentos (diferente en el fondo; el relato de Adaui tiene una mayor intensidad, como una cuerda de violín que es tensada hasta que se rompe): “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”.

Aquí un alto necesario (para quienes no conocen a Katya Adaui). Katya nació en Lima, en 1997. Es escritora, guionista y fotógrafa. Ha publicado los libros de cuentos “Algo se nos ha escapado”, la novela “Nunca sabré lo que entiendo” y el libro que tengo entre mis manos “Aquí hay icebergs”. Primero editado por Penguin Random House (la editorial de Faulkner, de Gabriel García Márquez, de Javier Cercas, de David Foster Wallace) y luego por La Perra Gráfica.

El título del libro proviene de los antiguos cartógrafos. Cuando ellos dibujaban mapas (mucho antes de Google Earth), debían trazar sitios inexplorados (¿la india antes de Kipling?, ¿el Asia antes de T. E. Lawrence?). E imaginaban (mucha de la cartografía antigua proviene de los sueños y la imaginación) porciones de tierra o mar y les daban nombres. Colocaban: “Aquí hay leones”, “aquí hay dragones”.

Katya Adaui para dar nombre a la cartografía del dolor y la fractura decidió ponerle “Aquí hay icebergs”. El tema de estos cuentos es la familia. O mejor: la ruptura de la familia o su búsqueda. O mejor: la búsqueda del momento en que todo se fragmentó; ese algo que no se puede decir (las palabras no bastan) y que está debajo de la superficie y lo es todo.

“Todo lo que tengo lo llevo conmigo” es un relato que desanda (como Teseo, aferrado a la cuerda de Ariadne, en busca de la entrada/salida, luego de haber visto al Minotauro; o algo peor: nunca lo vio y debe llenar ese vacío con el relato de un monstruo mitad animal, mitad hombre que es él mismo) la vida de una muchacha hasta el punto en que todo comenzó, mucho antes de que su familia se fragmentara.

Y la paradoja es que el relato está contado en fragmentos.

“Hay familias donde la violencia tiene que ver con los silencios, con lo que no se puede decir”, dice Katya en una entrevista.

“Aquí hay icebergs” es un libro completo. Sus doce cuentos rozan la perfección y es un buen taller para quien quiere escribir.

En cada relato lo que prima es el silencio. El silencio en una experiencia homosexual, el silencio en la muerte de un familiar, el silencio el asesinato de un animal querido.

El silencio en la traición a los amigos (y sólo queda una fotografía gastada de persona que ya no son las mismas).

La edición de La Perra Gráfica tiene un plus: serigrafías y dibujos de Pamela Mercado después de cada relato. Esta editorial realiza publicaciones limitadas (en la última hoja está el número del libro que compraste), con un trabajo casi de orfebrería (mínimos errores en la edición).

Y sólo queda avanzar en el mapa y señalar lo que aún no tiene nombre.



Periodista – [email protected]