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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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[EL NIDO DEL CUERVO]

La memoria celeste y empírica del Teeteto

La memoria celeste y empírica del Teeteto
Teeteto, un joven aprendiz del reconocido geómetra Teodoro, es el interlocutor principal de Sócrates en el diálogo que lleva su mismo nombre. Con un objeto de estudio más complicado que delimitado, el Teeteto concentra todas sus energías en un solo tema: qué sea el saber. A lo largo de la conversación, Teeteto, Teodoro y Sócrates, ensayarán múltiples aproximaciones hacia esta única interrogante, deleitándonos con una variedad de ingeniosos y audaces argumentos que, sin embargo, no ofrecen una respuesta definitiva al respecto; dejándonos de este modo en una permanente expectativa a medida que avanzamos con la lectura del texto.

El Teeteto o de la ciencia es, por lo demás, el único diálogo de Platón calificado por los intérpretes como empirista; algo inusual en los textos del filósofo, cuyo pensamiento se caracteriza más bien por poseer un marcado énfasis en lo innato a la hora de teorizar. El símil que Sócrates detalla a propósito de la explicación de la opinión falsa entre el alma y la cera es particularmente relevante para resaltar y explicitar la posición empirista que Platón se supone adoptaría en el diálogo. Según la analogía existe en nuestras almas una tablilla de cera, cuya consistencia varía de acuerdo a las personas, siendo en unas la adecuada y en otras no o no tanto. Denominada también corazón del alma, esta tablilla cumple una función primordial en el proceso perceptivo, pues representa el centro en el cual convergen nuestras percepciones de los objetos del mundo; en ella se graban y perduran como si del sello de un anillo se tratara. Los sensibles representan entonces el anillo; mientras que la tablilla de cera el alma (o la parte central de ella: el corazón). Cuando la cera anímica es impactada por los sensibles, cede ante ellos, y así se forma la impronta, que permanece en el alma más allá del momento presente de la percepción, facilitando de este modo el recordar o la posibilidad de, a futuro, hacerlo.

La adquisición de la impronta abre, por tanto, la posibilidad de recordar el elemento del cual es impronta. De hecho, la tablilla es, en palabras del propio Platón, “un don de Mnemósine, la madre de las Musas”; y, en este sentido, simboliza o representa nuestra capacidad mnemónica, es decir, el hecho de que podemos albergar en nosotros correlatos de los objetos sensibles externos que ante nosotros se presentan, y que, además, estamos capacitados para llevar a cabo una asociación entre ellos, o sea, entre la impronta y aquello de lo cual es impronta, a saber, la percepción. El sentido de la memoria se encuentra así supeditado a este vínculo que ella mantiene con aquello que la causó u originó, con lo que resulta poseedora de un carácter fuertemente experimental empírico.

Sin embargo, el momento de la asociación, o lo que Platón llama el reconocimiento, es fundamental en este tramo del Teeteto, pues refiere el movimiento platónico por excelencia: el que algo sensible y determinado del mundo despierte en nosotros un recuerdo análogo e innato. Pensemos por ejemplo en el recuerdo ideal y prenatal que nos despierta la percepción de las cosas sensibles en el diálogo del Fedro. Engarzadas la memoria y aquello de lo cual es memoria, el reconocer adquiere un sentido poderoso, pues ha logrado emparentar aquello que de por sí se hallaba disperso: la copia y el original, del cual es copia y que, por dicho motivo, se le parece. Es en la conjunción de dos elementos diferentes pero a la par semejantes, según lo que el propio Platón apunta en el Sofista, que el reconocer adquiere su grado máximo de identidad, pues a partir de allí se crea un camino, cuya meta es sin duda el paradisíaco e inteligible mundo de las Formas platónicas, en el que se encuentran y reposan todos los originales imaginados, y de los cuales sólo percibimos, aquí y ahora, a sus copias, en las que refulge todavía, sin embargo, algo de ellas. Ser copia es, de este modo, básicamente ser camino, o el lugar a través y gracias al cual se establece una conexión con otro orden, semejante pero no idéntico.

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