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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Bohemian Rhapsody: Queen de pipocas y gaseosa

Los más devotos de Queen rebaten a la crítica especializada y defienden la biopic de un Freddie Mercury hecho a la medida de sus fans y apta para toda la familia.
Bohemian Rhapsody: Queen de pipocas y gaseosa



No es estrictamente una biopic de Freddie Mercury y de la banda. Tiene sus mejores momentos cuando el grupo toca o compone sus clásicos.

Es la emoción que sube por la piel y acelera el corazón. Es el volumen con que se escuchan los clásicos interpretados en vivo por Queen. Es estar con ellos, es recordar y festejar con la y a la banda.

Es la historia de Freddie Mercury y de Queen, que tocaba para “los desclasados y los marginados”, sí, pero que saltó a la consideración mundial simplemente rockeando, que era lo que mejor sabían hacer.

Lo que da Bohemian Rhapsody es una visión, más que una versión, pasteurizada, casi apta para todo público. Es una biopic de Freddie, pero también de Queen, la banda para nada convencional en la película que empezó dirigiendo Bryan Singer (X-Men, Los sospechosos de siempre) y terminó de filmar Dexter Fletcher (Eddie the Eagle), por problemas de abandono o despido que nunca quedaron aclarados.

Porque en definitiva de la época de reviente de Freddie y los suyos, ¿qué se ve? Toma una pastillita en una limusina, hay besos entre hombres y un poco de polvo esparcido sobre una mesa. Le preguntan dos veces si está drogado. Y ya está.

Cuando Bohemian Rhapsody se eleva y conmueve, es en los momentos de concierto o en los que se cuenta la creación de algunos temas. ¿Sabían cómo nació el que da título al filme, o cómo comenzaron a patear el suelo en el estudio de grabación Brian May y los músicos para crear “We Will Rock You”? ¿Por qué Freddie toma el micrófono desde el soporte?

¿Que faltan algunos, como “Friends will be friends” y “Bicycle race”? Claro, Bohemian Rhapsody no es un documental de Queen ni de Mercury, es una película, y como tal una ficcionalización de los personajes y sus historias. Es algo indulgente, ¿o “is this just fantasy”, como el verso de “Bohemian Rhapsody”?

Claro que hay licencias, y algunas pueden enfadar más a los fanáticos que al público que llega al cine sólo para pasarla bien. Que tocan algún tema antes de que ese disco existiera. O que Queen toca en Río no antes de que Freddie se separe de Mary, sino en el Rock in Rio del 85. Y que la banda antes de llegar al Live Aid en Wembley en julio del ’85 no estuvo “años sin tocar juntos”, porque precisamente menos de seis meses antes se presentaron en las playas de Copacabana.

La película comienza con Freddie Mercury preparándose para salir al escenario con Queen en Wembley. Pero en verdad arranca con Farrokh Bulsara cargando valijas en Heatrow, el aeropuerto de Londres en 1970.

Lo que el relato abarca son esos quince años, pero centrándose en la vida del frontman. Ese background de la familia parsi que lo formó se deja algo de lado para mostrar las distintas transformaciones de Farrokh en Freddie, y en la reina con capa y corona que todos conocimos luego.

La película es también una historia de amor, de Freddie con distintas personas y con su público. Con su madre, con Mary -a quien escribe y dedica “Love of my life”-, con Paul Prenter, manager, amante y luego traidor de Freddie, y con Jim.

Descubrir a Joseph Mazzello (el chico de Jurassic Park) como John Deacon es una sorpresa. Y hay un irreconocible Myke Myers como Ray Foster, el ejecutivo que no vio la mina de oro que tenía ante sí por no querer difundir como “single” una canción de seis minutos de duración en las radios. Sí, “Bohemian Rhapsody”.

Malik como Mercury, postizos al margen y ojos bien abiertos, es un Freddie creíble.

Bohemian Rhapsody festeja a Queen. Es un filme para fans, y para quienes quieran saber algo de lo que fue y significó la banda. Para disfrutar en buena compañía saboreando una Coca Cola y unas pipocas.

Editor y crítico