Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Mariana Enríquez, catadora de cementerios

Entre la fascinación y el morbo, en estas crónicas hipnóticas sobre sus visitas a distintos cementerios Mariana Enriquez despliega toda su curiosidad y sus recursos narrativos. El compilado de crónicas Alguien camina sobre tu tumba está disponible en todas las librerías del país gracias a la Editorial El Cuervo.
Mariana Enríquez, catadora de cementerios



“¡Los muertos son un millón de veces más que los vivos y el tiempo que los muertos pasan muertos es un millón de veces más que el tiempo que los vivos pasan vivos!”. La frase –una verdad evidente que la mayoría del tiempo preferimos esquivar– pertenece a la escritora Flannery O’Connor y es parte de uno de los epígrafes con que Mariana Enriquez decide abrir Alguien camina sobre tu tumba, el volumen que recoge sus crónicas sobre cementerios de todo el planeta.

A medida que uno va leyendo este libro hipnótico, comprende que la frase de O’Connor es mucho más que una cita inaugural alusiva. Es la conciencia a la cual Enríquez se aferra para mirar la vida. Una cronista, ante todo, es una observadora, y, en este caso, la mirada se enfoca desde ese revés, desde esa negatividad de la existencia para, a partir de ahí, relatar la vida, a través de los muertos que nos rodean y que no siempre queremos ver. Enríquez va delineando las formas de una suerte de cronista punk.

“Catadora de cementerios”, se autodenomina Enríquez en la espectacular crónica con que comienza el libro. Se trata de un relato fundacional acerca de la pasión de la cronista por las necrópolis, signado por una fugaz historia de amor adolescente con “el chico más lindo del mundo”, un violinista callejero que parece la encarnación terrenal del Ángel de Monteverde erigido sobre una de las tumbas de un camposanto genovés.

Enriquez va afinando aún más el perfil de aquella cronista punk que mencionamos antes –vestida siempre de negro y zapatillas All Stars o borceguíes– con una genuina adoración por lo fúnebre –al punto de robarse y bautizar un hueso de las catacumbas de Montparnasse–, pero también con fobias insospechadas a los perros, los barcos o las islas.

A pesar de su recorte caprichoso, este libro es fascinante para todos los que aman las crónicas de viaje. Cada destino es una visita a un nuevo cementerio y cada cementerio supone una nueva historia, desde el peculiar recital de Manic Street Preachers en La Habana hasta el encuentro con un novio en Australia Occidental.

Asombra cómo Enriquez es capaz de reducir una ciudad, un pueblo, una localidad a su cementerio y viceversa: partir de ese cementerio para captar el espíritu de todo un lugar.

Pero, más allá de lo que se pueda llegar a pensar, Alguien camina sobre tu tumba no es un libro fúnebre. “Acá nadie se muere”, dice una guía de la isla Martín García. Lo mismo se podría afirmar de estas crónicas en las cuales hasta los muertos parecen cobrar vida.

Sí, están plagadas de epitafios, de tumbas, de esqueletos, de historias “truculentas”, pero detrás aflora una poderosa vitalidad, que radica sobre todo en la curiosidad extrema de la cronista.

No es casual que su epílogo esté disparado al futuro, a los cementerios que quedan por conocer. Es decir, las experiencias por vivir, las crónicas por escribir.



Periodista - Twitter: @caamartin