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  • Diario Digital | lunes, 18 de marzo de 2024
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Generosidad de David da vida a tres chilenos

Un boliviano de 12 años sufrió un accidente en el mar, lo que causó muerte cerebral. Su madre autorizó la donación y es ejemplo en Chile.
Generosidad de David da vida a tres chilenos





David, un niño boliviano de 12 años, fue al jugar con sus amigos a la playa de Arica, pero una ola lo arrastró mar adentro y no pudo salir. Fue rescatado agónico de la playa Las Machas y llevado al hospital Juan Noé en estado gravísimo.

Al cuarto día de estar internado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del centro asistencial, David sufrió muerte cerebral.

Junto a ese duro diagnóstico, la madre Ruth Fuentes, de nacionalidad boliviana, debió tomar una compleja decisión: donar los órganos del niño.

“Luego que el médico me dijo que David no despertaría más, vino una enfermera de la Unidad de Procuramiento y Trasplante de Órganos y me explicó lo que podía hacer. Fue tan cálido su mensaje, que no lo pensé dos veces. Le dije de inmediato que autorizaba la donación, pensando: ¿Y si otra familia está sufriendo igual que yo? David era un niño que siempre ayudaba a todos, eso me motivó a autorizar la entrega de sus órganos”, recuerda.

Ruth no quiso presenciar la desconexión de David que puso fin a su vida. Llevó a sus otros tres hijos para que se despidieran del pequeño y luego fue notificada que el cuerpo estaba en la morgue.

“No quise llevarlo a un cementerio. Decidimos cremarlo para tener sus cenizas en la casa, porque queríamos sentirlo siempre cerca de nosotros. Desde la Gobernación de Arica me ayudaron a costear ese gasto, porque con mi marido éramos garzones y nuestro sueldo no nos alcanzaba. Justo el 24 de diciembre, cuando todos los padres se aprontaban a celebrar la Navidad, yo iba llegando con las cenizas de mi hijo”.

Si bien cumplió su deseo de la cremación, aún tiene pendiente otro: saber la identidad de los chilenos receptores de los órganos de su hijo. “Sé que es confidencial y no se puede conocer quiénes recibieron parte de mi hijo. Solo pude saber que una niñita y dos adultos fueron bendecidos. Eso me reconforta, que una parte de él esté en ellos ¡Qué ganas de saber cómo esa niñita hoy vive y le da alegrías a sus padres!”, expresa Ruth.

La madre de David tomó la decisión de emigrar a Chile en 2010. En Cochabamba trabajaba en un restaurante y el dinero no le alcanzaba. “Sufría muchos abusos en los pagos y con horas excesivas. No sacabas nada con reclamar. Nadie hacía nada. Junto a mi pareja nos vinimos primero, porque nos dijeron que en Chile surgiríamos. Dejé a mis hijos en Bolivia y solo el 2016 me los pude traer. Aquí no fue fácil. También sufrí algunos atropellos en los trabajos y discriminación de personas que nos decían que veníamos a quitarle el trabajo a los chilenos”, plantea.

“Yo estoy agradecida de Chile, porque aquí he podido surgir. Pero cuando uno ha vivido la pérdida de un hijo en un país que no es el tuyo y luego ha donado sus órganos, esto golpea más fuerte. Yo nunca exigí nada, ni menos que los órganos de mi hijo fueran para un boliviano. Sólo quise ayudar a familias que probablemente estaban sufriendo por la enfermedad de un papá, hijo o mamá, y mi hijo pudo salvarles la vida”, expresa Ruth junto al retrato de David.

Una tarea pendiente que tiene: cambiar en su cédula de identidad su negativa a ser donante.

Leyes de varios países dicen que todos son donantes

Colombia, Chile, Uruguay, Venezuela, Paraguay y Argentina, así como 16 países de Europa, tienen leyes de la donación de órganos bajo la regla de exclusión voluntaria. Todos son donantes de órganos y tejidos, a menos que dejen constancia expresa de lo contrario. 

La ley de donación de órganos en Argentina es un homenaje a Justina Lo Cane, una niña de 12 años que esperó en vano, en 2017, la llegada de un corazón nuevo.

Durante los cuatro meses que encabezó la lista de espera de trasplantes, su caso inspiró un récord de inscripción de donantes de órganos, pero no alcanzó. Justina falleció el 22 de noviembre.

Sin embargo, gracias a ella, las otras 11.000 personas que actualmente se encuentran en lista de espera para recibir un trasplante en Argentina tienen más posibilidades de que se salven sus vidas.

Justina sufría de una cardiopatía congénita, de acuerdo a la reseña de BBC Mundo. Sus padres descubrieron el problema cuando ella tenía 18 meses. Por muchos años, pudo llevar una vida normal gracias a los medicamentos especiales que tomaba y los tratamientos.

Pero en julio de 2017 se descompuso y comenzó a sufrir de dolores de cabeza y náuseas.

Fue internada en el centro cardiológico de la Fundación Favaloro, donde le dijeron que necesitaba un trasplante de corazón urgente.

Cuando entró en la lista de espera en el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) le pidió a su familia iniciar una campaña para concienciar sobre la importancia de donar órganos. El Incucai estima que hay 14 donantes por millón de habitantes. Una cifra menor a la de España, el líder mundial en trasplantes de órganos, donde hay 47 donantes por millón de habitantes.

La iniciativa de Justina, "MultiplicateX7", se viralizó en las redes sociales bajo elhashtag #LaCampañaDeJustina.

Fue un éxito: para noviembre se había cuadruplicado la cantidad de gente registrada como donante: más de 126.000, contra los cerca de 30.000 del año anterior.

Siete meses y medio después de su partida, los papás de Justina lograron cumplir con su sueño e inscribir su nombre como sinónimo de la donación de órganos en Argentina.