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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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El reino

Sobre la novela de 2014 del escritor, guionista y realizador francés Emmanuel Carrère. 



Emmanuel Carrère es uno de los escritores más lúcidos de este tiempo. Aunque diga que Philip K. Dick es el nuevo Dostoyevski (pasado por ácido y algún barbitúrico). O diga que no escribe novelas (dice: “Escribo relatos de no ficción”).

Debo decir que El reino me devolvió las ganas de escribir. Por la forma en que el narrador teje la historia. Por lo sencillo que parece la escritura. Por la forma que entrelaza la vida del narrador con la vida de Pablo de Tarso, el apóstol que no conoció a Cristo pero que es fundador de la Iglesia cristiana. Emmanuel Carrère compara a Pablo de Tarso con Philip K. Dick (por lo tanto, con Dostoyevski).

El reino son dos historias. La primera es la del narrador Emmanuel Carrère, quien por los años 90 sufría una crisis. Sabía que su primera mujer no era para él. Sabía que su escritura era mediocre. Entonces decide hacerse psicoanalizar, pero, como buen mentiroso (¿algún escritor no lo es?), engaña a cada psicoanalista con quien se cruza. Al final, decide buscar una solución en la religión católica. Y se convierte en un ferviente católico. De misa todos los días. De confesiones. De lecturas diarias de la Biblia y además escribe un diario sobre el Evangelio de Juan. Los años pasan y pierde el fanatismo.

La segunda historia es sobre la fundación de la Iglesia católica a través de unos desesperados y locos: los apóstoles. Hace una reconstrucción de las historias de vida de Pablo de Tarso, de Lucas (el médico que tampoco conoció a Jesús), de Juan y Pedro (los apóstoles más allegados a Jesús). Y se plantea algunas preguntas: ¿qué pasa si analizamos la Biblia como un libro de ficción? ¿Quién era Pablo de Tarso? ¿Un epiléptico que tenía visiones sobre Dios y para curarse decidió propagar la fe? ¿Por qué una secta de los años 70 d.C. se convirtió en una de las religiones más grandes del mundo? ¿El Jesús de Pablo no es una construcción narrativa?

Para Emmanuel Carrère, Pablo era un rebelde. Iba en contra de la iglesia oficial (de la secta oficial de los apóstoles de Jesús). “No, no creo que Jesús haya resucitado. No creo que un hombre haya vuelto de entre los muertos. Pero que alguien lo crea, y haberlo creído yo mismo, me intriga, me fascina, me perturba, me trastorna: no sé qué verbo es el más adecuado. Escribo este libro para no imaginarme que sé mucho más, sin creerlo ya, que los que lo creen, y que yo mismo cuando lo creía. Escribo este libro para no abundar en mi punto de vista”.

Y al final dice que Pablo de Tarso como buen mentiroso (buen narrador) instauró una iglesia que ni Jesús lo había esperado. Tal vez sea cierto. Tal vez no.

Y los que creen aún están a la espera del reino. Y esa esperanza los mantiene vivos.

Periodista – [email protected]