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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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La isla de los perros

Sobre la reciente y elogiada película del director estadounidense Wes Anderson, ya disponible en los mercados locales.
La isla de los perros



Los mitos definen nuestra vida; cada acción o pensamiento proviene de una época remota. Wes Anderson lo sabe muy bien y utiliza los mitos griegos para explicar nuestra forma de ser. Su última película, La isla de los perros, es una actualización del mito de la Odisea y la Iliada (contada al estilo japonés).

La película empieza con la historia de un samurái-niño, que defendió a los perros de una familia (Kobayashi) que quería exterminarlos. El honor de la familia fue mancillado. La moral de la familia fue mancillada. Los descendientes juraron venganza, muy al estilo japonés o, mejor, muy al estilo Tarantino (o Alejandro Dumas).

Wes Anderson conoce muy bien el oficio de cineasta. Es uno de los que mejor asimiló a Kurosawa y a Kubrick. Esta película es un homenaje al director japonés. En algunas escenas utiliza la banda sonora de Los siete samuráis o de El ángel borracho. El agua (al igual que en las obras de Akira Kurosawa) tiene un significado visual y de contenido.

Me explico: Wes Anderson usa el agua como otro personaje más; significa soledad, ambición, lucha, reencuentro, etc. Y además asimiló muy bien Kubrick en el manejo de los planos simétricos. Es uno de los directores que más los utiliza (y eso que es difícil realizar planos simétricos en un filme, porque se pierde profundidad o belleza).

Muchos años después (como en una fábula), un descendiente Kobayashi ingresa a la Alcaldía (digamos que es un Donald Trump, en versión japonesa). Dice que los perros tienen enfermedades incurables y que están atacando a la población. Dice que es necesario que los perros, todos los perros, sean exiliados. Dice que todos los perros serán llevados a una isla, que es al mismo tiempo un basural abandonado.

La isla de los perros está contada en stop motion (en una época donde el 3D es habitual). Wes Anderson apuesta a esta técnica por el aspecto visual que permite: imperfección y una sensación de artesanía. Además, ya la utilizó en su anterior película, El fantástico Mr. Fox. Esta vez lleva mayor trabajo: más de 300 personajes que fueron diseñados e interactúan en el filme.

Acá inicia el mito de Ulises (u Odiseo). Lo explico con un poema de Kavafis: “Cuando emprendas tu viaje a Itaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias./ No temas a los lestrigones ni a los cíclopes/ ni al colérico Poseidón,/ seres tales jamás hallarás en tu camino,/ si tu pensar es elevado, si selecta/es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo”.

“Ni a los lestrigones ni a los cíclopes/ ni al salvaje Poseidón encontrarás,/ si no los llevas dentro de tu alma,/ si no los yergue tu alma ante ti./ Pide que el camino sea largo./ Que muchas sean las mañanas de verano/ en que llegues -¡con qué placer y alegría!-/a puertos nunca vistos antes./ Detente en los emporios de Fenicia/ y hazte con hermosas mercancías,/ nácar y coral, ámbar y ébano/ y toda suerte de perfumes sensuales,/ cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas./ Ve a muchas ciudades egipcias/a aprender, a aprender de sus sabios”.

“Ten siempre a Itaca en tu mente./ Llegar allí es tu destino./ Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años/ y atracar, viejo ya, en la isla,/ enriquecido de cuanto ganaste en el camino/ sin aguantar a que Itaca te enriquezca./ Itaca te brindó tan hermoso viaje./ Sin ella no habrías emprendido el camino./ Pero no tiene ya nada que darte./ Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado./ Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,/ entenderás ya qué significan las Itacas”.

Eso es Wes Anderson, un viaje que te enseña demasiado y que al volver no serás el mismo.

Periodista – [email protected]