Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Roberto María Nielsen-Reyes, con el fuego olímpico en el corazón

Orgulloso. Es uno de los deportistas bolivianos más destacados en el ámbito nacional, pero también es conocido fuera del país, por su participación en varias competencias deportivas, donde logró medallas en equitación.<BR>
Roberto María Nielsen-Reyes, con el fuego olímpico en el corazón



DEPORTISTA EJEMPLAR

Desde que Bolivia participó por primera vez en unos Juegos Deportivos Internacionales u Olimpiadas -hace 80 años- el atleta que obtuvo la mejor

ubicación en el podio internacional

fue el jinete Roberto Nielsen-Reyes Kurschner, quien desarrolló una carrera brillante en el deporte ecuestre.

En mérito a ese logro es que el nombre del atleta recientemente fue sugerido para que sea el responsable del encendido de llama Olímpica de los próximos Juegos Suramericanos de Cochabamba, cuyo acto inaugural será el 26 de mayo.

Este hombre de 75 años de edad, quien se mantiene activo en el ámbito deportivo, ya no como competidor sino como impulsor del deporte en

Bolivia, es un claro ejemplo de que cuando uno es perseverante y disciplinado en la vida deportista se puede lograr estar en el podio de los ganadores y sentir orgullo.

“Gracias al apoyo de mi padre (Federico) y a la fortaleza e impulso de mi madre (Ilse), soy lo que soy”, sostiene.

Entre las múltiples historias de vida

que generó en su trayectoria deportiva, la agencia internacional de noticias EFE publicó una crónica, donde refleja el exceso de pasión de Nielsen-Reyes por la equitación.

28 días en el Atlántico

para competir en México

Roberto Nielsen-Reyes Kurschner y sus dos caballos vivieron una "verdadera odisea" de 28 días a bordo de un barco transatlántico que les llevó desde Europa hasta México para participar en los Juegos Olímpicos de 1968.

Nacido en La Paz en 1943, Nielsen-Reyes es el único boliviano que ha participado en Juegos Olímpicos en la disciplina ecuestre y fue el deportista más joven de la delegación que estuvo

en los de 1968, conformada también por Carlos Asbún y Ricardo Roberts, en tiro deportivo, y Fernando Inchauste en piragüismo.

El jinete estaba afincado en Alemania por entonces, por lo que primero tuvo que llegar hasta la ciudad neerlandesa de Amsterdam e iniciar luego el viaje hasta el puerto mexicano de Veracruz.

"Fue realmente una aventura increíble porque tuve que trasladar mis caballos de Europa a México por vía marítima, 28 días de travesía en alta mar. Llevé a los caballos Ukamau, así es, en aimara, que era mi caballo titular, y a Madre Leño como caballo suplente", señala.

El viaje fue una "verdadera odisea",

ya que ni los caballos ni él mismo estuvieron totalmente parados los 28 días:

el deportista decidió llevar consigo más de dos centenares de sacos

de arena para armar una improvisada pista en el mismo barco.

La rutina diaria de Nielsen-Reyes consistía en sacar la arena y formar con ella una especie de callejón en cubierta, para que los caballos puedan moverse allí de dos a tres horas. Al concluir este limitado entrenamiento, debía volver a guardar la arena con ayuda de su asistente, y en ocasiones de algún marino, para no perderla si llovía.

El boliviano y sus dos caballos completaron el viaje desde Veracruz hasta Ciudad de México en un camión tráiler enviado por el anfitrión, el Comité Olímpico Mexicano.

Aunque logró que los animales "no perdiesen un determinado grado

de movilización diaria", reconoció

que todo el periplo le significó partir con desventaja en la competencia.

"Llegué una semana antes de los Juegos para lograr el más alto rendimiento de un atleta, y en este caso también del caballo, es sumamente difícil. Ese fue un perjuicio para mí", lamenta.

Aunque no se llevó ninguna presea, los Juegos de México tuvieron un sabor especial para Nielsen-Reyes, ya que fue la primera vez que participó en una competencia de ese nivel.

Además, pudo rozarse "con todos los jinetes colegas mundiales altamente reconocidos", como los hermanos

italianos Piero y Raimondo D´Inzeo,

el brasileño Nelson Pessoa y el equipo estadounidense, que jugó "un gran rol", pues Bill Steinkrauss ganó la medalla de oro.

Según dijo, fue una competencia "sumamente severa" desde el punto de vista técnico, pero a la vez fue "maravillosa porque tenía todo el calor humano, la alegría" y los valores pensados por Pierre de Coubertin al gestar los Juegos Olímpicos de la era moderna.

Durante su estadía en México, el boliviano visitó en prisión, junto al jefe del equipo brasileño de equitación, al primer mexicano que ganó una medalla de oro olímpica para ese país en 1948, el entonces general Humberto Mariles, encarcelado por un controvertido caso relacionado con el fallecimiento de una persona.

La intención de la visita fue entregar a Mariles un diploma de reconocimiento por sus logros, en representación

de todos los jinetes participantes

en los juegos de 1968.

El retorno de Nielsen-Reyes a Europa no fue tan dramático como la ida,

pues pudo hacer el viaje en avión, mientras que sus caballos lo hicieron por vía marítima.

El jinete también participó en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, en los que fue el abanderado de Bolivia,

y en los de Montreal en 1976, además de centenares de otras competencias en Europa, Asia y América.

Nielsen-Reyes se precia de haber obtenido la primera medalla de oro en hípica para Bolivia en los Juegos Cruz del Sur, ahora Sudamericanos, disputados por primera vez en 1978 en La Paz. También tiene el récord nacional de altura, de 2,10 metros en salto, logrado junto a su caballo Conquistador y que hasta el momento nadie ha logrado batir.

Desde su retorno a Bolivia en 1984 ha dirigido entidades como la Federación de Deportes Ecuestres y el Comité Olímpico Boliviano.

El jinete pasa actualmente sus días en su casa de la zona sur de La Paz, donde exhibe todos los trofeos que ha obtenido, además de sendas esculturas de bronce dedicadas a Ukamau y a Conquistador.

A su juicio, en Bolivia es "sumamente difícil prepararse para la alta competición mundial en el deporte ecuestre" porque no es un país productor de caballos, como lo son Alemania, Francia, Estados Unidos o Reino Unido.

También lamentó que los jinetes bolivianos "están limitados solo a las competencias nacionales", que "no están al nivel de las exigencias mundiales".