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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Restauran Convento de Santa Teresa después de 258 años

Preservando el patrimonio. El proyecto de restauración fue ampliamente anhelado por la Orden Carmelitas Descalzas, que logró el financiamiento económico de la Embajada de Estados Unidos para su ejecución. Tras ocho meses de labor ininterrumpida, un equipo especializado de 60 personas ultiman los detalles para su entrega este martes 17 de abril.
Restauran Convento de Santa Teresa después de 258 años


Arquitectura colonial

Este martes 17 de abril, a las 18:30, autoridades eclesiásticas, departamentales y financiadores norteamericanos se darán cita en el Convento de Santa Teresa, para presenciar la entrega de la segunda fase de la obra de restauración de este patrimonio arquitectónico.

El costo de la restauración supera

el millón de dólares, monto que fue

patrocinado por tres entidades: la

Embajada Norteamericana, la orden Carmelita a nivel Internacional y, finalmente, los feligreses.

Este trabajo se inició a la cabeza del padre Linton Guzmán de la Orden Carmelitas Descalzas y director del Museo-Convento Santa Teresa y Fray Armando Sejas de la misma orden, historiador y administrador, quienes asumieron el desafío de impulsar la restauración de la iglesia.



La primera fase del trabajo se llevó adelante el 2015, con la entrega de la restauración de la iglesia.

Esta segunda fase del proyecto contempla la intervención del convento, cuya construcción data de 1760. Se efectuó el arreglo del patio central, los claustros, la cubierta, las salas, celdas de las hermanas, el patio de restauración y la fachada principal.

En 2016, frente al avance de obras, los encargados del museo cerraron parcialmente las visitas. A mediados del 2017 se optó por el cierre total.

Han pasado ocho meses desde aquella ocasión y en estos 212 días hábiles, 60 expertos, entre ellos arquitectos, albañiles, restauradores, pintores, electricistas, cerrajeros y otros, trabajaron incesantemente velando por cumplir todos los requerimientos exigidos para preservar el concepto, el valor y la imagen de esta obra arquitectónica.

El padre Linton afirmó que el 17 de abril solo se entregará la infraestructura física de los ambientes y que poco a poco se irá montando el museo, a medida que las obras sean entregadas tras su restauración. En ese campo también ingresa el arreglo de los muebles. “El convento tiene más de 100 lienzos de pinturas coloniales; pero, solo se han restaurado 12; eso es cuestión de tiempo. Es que los especialistas, restauradores de caballete, demoran en cada una de las obras alrededor de tres meses y se invierte entre 8.000 a 10.000 bolivianos”, explicó el Padre Carmelita.

De igual manera, manifestó que los encargados del proyecto velaron por todos los detalles de la obra, incluso haciendo traer materia prima importada de Alemania e Italia. Otra parte de los materiales se compró de la industria local, como la adquisición de tejas musleras de Tarata, ladrillo pastelero de San Benito, caña hueca de Mizque y Capinota, y finalmente madera de la Chiquitanía. También se está tomando en cuenta el uso de la tecnología para proteger esta infraestructura, motivo por el cual se compraron más de 20 cámaras de vigilancia.

Esta obra, considerada de gran magnitud, también generó mano de obra local, siendo que ese día las autoridades eclesiásticas entregarán la certificación profesional a 40 trabajado- res, como restauradores especializados en diferentes áreas.



REAPERTURA

El día de la inauguración solo ingresarán 400 personas al Convento; pero, con el afán de compartir esta alegría con los fieles católicos se colocarán pantallas externas, con sonido e iluminación, para transmitir todo lo que está aconteciendo en el interior.

Por ejemplo, ese día llegará una orquesta de música clásica Juliana 415 de Estados Unidos, para interpretar lo más fino de su repertorio.

Finalmente, a los días se volverá a abrir las puertas del convento para recibir a los turistas, en el horario habitual y con los guías respectivos.



HISTORIA DEL CONVENTO

Las obras del convento se remontan hacia 1724, cuando Salvador Crespo y su esposa Melchora Macías de la Guardia donaron su huerta, de casi un manzano de extensión, situada a dos cuadras de la plaza principal, en la calle de la Compañía, hoy Baptista, para la construcción del convento.

La edificación demoró siete años, siendo el autor del proyecto el jesuita Santiago Cambiazo. Toda esta estructura fue conceptualizada como un recinto para monjas de claustro, quienes llevaron una vida de recogimiento, sin relación con el mundo exterior.

Poco a poco, los años fueron pasando, los daños y desgaste de la infraestructura se fueron presentando, pero sin que las hermanas logren hacer arreglos. A partir de la reapertura del Convento, Cochabamba tendrá una de las obras arquitectónicas más importantes de la Colonia restauradas.