Tortura, quema y linchamiento de tres policías en Epizana
Uno de los episodios más tristes de la historia criminal de Bolivia ocurrió el 26 de febrero de 2008, en el municipio de Epizana, distante a 127 kilómetros de la ciudad de Cochabamba. Tres policías fueron capturados, torturados y asesinados cruelmente por comunarios que los acusaron de extorsionarles en trancas móviles que los efectivos montaban en caminos vecinales para exigirles el pago de coimas.
Los tres policías asesinados no debían estar allí el 25 y 26 de febrero de 2008. El sargento Willy Alberto Álvarez Cuevas, de 33 años, estaba destinado a trabajar en el penal de El Abra desde el 9 de febrero, pero presentó a su institución una baja médica falsa para estar libre hasta el 28 de febrero. Tenía cinco denuncias internas acumuladas en su contra: por violencia contra su esposa, por agredir a un superior, por embriagarse durante un servicio y por mantener “familiaridad con delincuentes”. Un año y medio antes de ser asesinado, Willy Álvarez había hecho amistad con su camarada Gerardo Jherar Flores, denunciado varias veces por “voltear” droga a los narcotraficantes. Esto significa que se dedicaban a montar trancas móviles de control en caminos alternativos y usaban uniformes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) para interceptar a traficantes y quitarles su mercadería, sabiendo que la misma no sería entregada a la Fiscalía, sino comercializada en otros ámbitos ilegales.
El policía Eloy Yupanqui Flores, de 28 años, estaba destinado a Tránsito de Cochabamba. También usó una baja médica falsa para estar libre entre el 20 y el 27 de febrero. Tuvo dos denuncias internas en su institución, por ebriedad en el servicio y deserción, faltas cometidas junto al policía Gerardo Flores.
El cabo Carlos Wálter Ávila era el único efectivo que sí estaba destinado a la Dirección Cantonal de Chillijchi, situada a pocos kilómetros de Epizana. El 25 de febrero, Carlos se despidió de su concubina, Mirna, y de su bebé de cinco meses, Carla, con un beso. Les dijo que iría a trabajar y que volvería pronto para seguir con los preparativos de la boda. La pareja había decidido casarse el 1 de marzo. Ninguno imaginó que al día siguiente la violencia iba a desbaratar sus planes.
Según la versión de los pobladores de Epizana, el vehículo de Zenón Soria, el hermano del corregidor Juan Soria, fue interceptado por los policías que le pidieron su licencia de conducir. Habría surgido una discusión entre los efectivos y uno de lo acompañantes de Soria, que se opuso violentamente a la revisión. En el enfrentamiento, uno de los comunarios resultó herido y dos efectivos lo trasladaron al hospital de Totora. Mientras tanto, Zenón Soria convocó a los comunarios argumentando que falsos policías habían agredido a su acompañante. Unos 60 pobladores tomaron la tranca de Epizana, volcaron dos vehículos de los policías, destrozaron una caseta y capturaron a tres efectivos, a los que llevaron a rastras hasta la casa comunal de Epizana.
Allí los encerraron en el segundo piso. Un contingente de 18 policías llegó de Cochabamba para intentar un rescate, pero unos 200 comunarios estaban ebrios y amenazaban con quemarlos a todos. Dieron un plazo hasta las 8:00 de la mañana para que se presente un coronel y un fiscal en el lugar, pues querían denunciar las extorsiones que soportaban. Advirtieron que si no llegaban esas autoridades, lincharían a los aprehendidos. El mensaje fue reenviado al Comando de Cochabamba a las 6:00 de la mañana, pero los jefes policiales de ese tiempo, los coroneles José Copa e Ismael Medina, demoraron varias horas el envío de refuerzos.
Una vez vencido el plazo, un médico de Epizana intentó salvar la vida de los tres policías ayudándoles a escapar por el techo de la casa comunal, pero los comunarios se dieron cuenta y los obligaron a bajar por un poste hasta saltar a la carrocería de un camión y luego a la calle. Justo en ese momento, dos periodistas de Bolivisión llegaron al lugar y captaron las imágenes de los tres policías siendo golpeados salvajemente a puñetes, patadas, con palos y piedras. El camarógrafo fue capturado y agredido, por los comunarios, para arrebatarle la cámara y esconderla en la cabina del camión. Luego, ya sin nadie grabando, quemaron a los policías arrojándoles con agua hirviente y les pusieron cuerdas azules alrededor del cuello, mientras ellos clamaban piedad. Eloy Yupanqui y Carlos Wálter Ávila fueron estrangulados mientras eran arrastrados por la calzada. Willy Álvarez, en cambio, fue colgado de un árbol.
Negligencia
Nueve horas antes de la ejecución, el agente de la tranca alertó un código 401 por radio, que significa “Policías en peligro de muerte”, pero llegaron tarde.
26
de febrero de 2008
fue la fecha en la que tres policías fueron torturados durante nueve horas, quemados con agua hirviente y finalmente ejecutados, pese a que imploraron piedad y misericordia. Los linchadores hicieron un Pacto de Silencio.