Testimonios de muerte, corrupción y tráfico de influencias en el juicio
Durante el juicio, hubo varios testigos clave que revelaron detalles escabrosos del linchamiento de policías. El testimonio del médico Wilfredo Bilbao, que vivía en una habitación de la Casa Comunal de Epizana, fue contundente. Este fue su relato en los estrados judiciales, el 15 de junio de 2010: “Yo estaba en mi cuarto, en el segundo piso de la Sede, y oí un grito: ‘¡Han agarrado ladrones!’. Ví el auto de Milton y Vilma Prado yendo hacia el Retén. Luego volvieron todos riendo y gozando, como si hubieran cazado a unos animales. Los metieron al centro de salud.
El mandamás, el cacique del pueblo es Juan Israel Rodríguez. Él me ordenó abrir mi cuarto, cuyo balcón da a la calle, para mostrarlos a los pobladores. Les arrojaron piedras. Dentro de la Posta, yo vi a Crescencio golpeando a un policía. Los golpearon y encerraron donde yo estaba. Al día siguiente, a eso de las 9:00, se cumplió el plazo para que vengan un coronel y un fiscal. Afuera la gente se reunía, por radio les convocaban. Los policías, asustados, me dijeron: ‘Doncito ayúdenos por favor, somos policías’. El de chompa roja (Wálter Ávila) me dijo que se tenía que casar el sábado, el flaquito (Willy Álvarez) me contó que su hijita estaba enferma y el otro, el más grande (Eloy Yupanqui) rogaba. Yo corté las gomas con las que les amarraron, les hice subir por un tragaluz y les aconsejé que huyan hacia el río, pero hicieron ruido al caminar encima de las calaminas y los descubrieron. Subieron al techo y les obligaron a los tres bajar por un tubo, para golpearles, quemarles y lincharles. No pudieron escapar, tengo sus caras en mi memoria.
Luego de matarlos, Zenón Soria dijo que había que quemarlos, que eso era justicia comunitaria. Yo estaba muy indignado y dolido. Le increpé a Soria: “¿Qué más quieres si ya están muertos? ¿Por qué no te los comes más y te conviertes en un caníbal? Ya no los quemaron. Antes que llegue la Policía a recoger los cadáveres, la esposa de Israel Rodríguez me dijo, en el punto Entel, que la ministra Celima Torrico ya sabía todo de los crímenes, que la habían llamado para avisarle. Después me enteré que ellos, Israel Rodríguez y su esposa, cuidan su casa de Celima, en la comunidad de Chillijchi”.
El médico también contó que en Epizana le tienen “odio” al uniforme policial y militar. “No les gusta que les controlen nada. En ocho años que trabajé allí, siempre oí lo mismo. Les gusta exigir pero ellos no cumplen con las normas. Ya antes, Israel Rodríguez hizo derrumbar una caseta policial porque no quieren control”. El médico Wilfredo Bilbao se paró en el juicio y empezó a señalar a todos los que participaron del triple linchamiento. Luego dijo que ya no volvería a Epizana, pues sabía que no tenía pisada allí por su testimonio. “Ni modo. No puedo callar mi conciencia y esconder semejante atrocidad”, sostuvo.
La enfermera Sara Alcócer identificó a los linchadores ante la Fiscalía, pero no se presentó al juicio porque recibió amenazas de muerte. La pobladora Guadalupe Rodríguez tuvo que ser aprehendida para ir a declarar al juicio. Identificó a una treintena de linchadores. Dijo que lo más doloroso que le tocó ver fue cuando “uno de los policías intentó refugiarse en la casa de doña Margarita rogando piedad y ella le cerró la puerta en la cara. Los demás lo hicieron caer, lo golpearon y, una chola grande de Kewiña Pampa fue la que lo golpeó varias veces en la cabeza, con un palo, hasta matarlo”.
DENUNCIA TRÁFICO
El 16 de junio, día nueve del juicio oral, salieron a luz las denuncias de corrupción y de supuesta manipulación de la justicia. Maruja Flores de Yupanqui, la madre del policía asesinado Eloy Yupanqui, presentó en la audiencia un documento. “Yo soy dirigente comerciante en La Paz y del MAS. Por eso me duele este documento, no puede haber tráfico de influencias para encubrir a los asesinos de mi hijo”, dijo llorando.
La mujer presentó un informe policial de Inteligencia firmado por los sargentos José Salazar Cruz y Willy Castillo Choque, del 7 julio de 2008. El tenor del informe decía: “el domingo 6 de julio se tomó contacto con el señor Víctor V.C. quien nos informó que cerca del Concejo Municipal de Totora escuchó a los dirigentes de diferentes comunidades. Los de Pilancho indicaron textualmente: ‘Los policías están ingresando a Totora para llevarnos a todas las personas de canto, debemos cuidarnos y agarrarlos a estos policías’. La concejala de NFR intervino argumentando que los que tienen la culpa asuman su responsabilidad, que no nos metamos. Pero el dirigente de Pilancho insistió”.
De acuerdo al tenor del mismo documento, el informante de los policías manifestó que “a la semana de la captura de Félix Zapata Torrico, la señora Celima Torrico, ministra de Justicia, convocó a una reunión de dirigentes campesinos de las comunidades aledañas a la provincia Carrasco, donde se habló exclusivamente sobre el caso Epizana. Ella dio instrucciones precisas a los dirigentes de aplicar la Ley del Silencio y otras órdenes.
Al retornar de Totora, en la comunidad de Kewiña Pampa, (el informante) se entrevistó con el señor Melquiades, quien comentó que recibió una orden expresa de la señora Celima Torrico, ministra de Justicia, de no dar ningún tipo de información a nadie, mucho menos a funcionarios municipales de Narcóticos”.
El teniente coronel Ricardo Pacheco, que comandó el primer contingente que llegó a Epizana la noche del 25 de febrero, para rescatar a los tres aprehendidos, contó que los vio con vida. Lo enviaron al mando de 18 policías y sin suficiente equipo antidisturbios. Sostuvo que los dirigentes Trifón Huayllani e Israel Rodríguez le gritaron: “Ya hemos hablado con la Ministra y vamos a lincharlos. Tienes plazo hasta las 8 de la mañana para volver con un fiscal. Si no, los linchamos. Somos del MAS y tenemos respaldo”. Pacheco intentó convencerlos de entregar a los tres efectivos, pero explicó que había unos 200 comunarios ebrios y agresivos que amenazaron con linchar a su tropa también. Habían colocado sus camiones alrededor de la Casa Comunal, para evitar que escapen. De frente, Pacheco se acercó a los acusados en el juicio y los reconoció uno a uno. “Tú me escupiste, tú me agrediste, tú me amenazaste con lincharnos a todos”.
El cabo Eduardo Martín Mamani, que estaba de turno en la tranca de Epizana, el 25 de febrero, lloró al recordar cómo sus camaradas rogaron por sus vidas. “Yo le di a Israel Rodríguez un papel con los nombres de los tres detenidos y con el teléfono de Orden y Seguridad, para que verifique que eran policías, pero no lo hizo. Decían que estaban cansados de que cada vez les roben. Los tres policías lloraron, se pusieron de rodillas pidiendo piedad, pero los amarraron y se los llevaron. Yo avisé por radio que había policías en peligro de muerte, con la clave 401”, detalló.
Consultada sobre las denuncias de instrucción de Pacto del Silencio, la entonces ministra de Justicia, Celima Torrico, negó esas versiones. “Soy de la zona, siempre voy a mi pueblo, pero nunca he dado órdenes de Pacto de Silencio, pido que se investigue todo esto. Yo he dicho que el caso Epizana debe ser esclarecido y castigados los culpables, estoy cansada de calumnias, tienen que investigar”, pidió. Sin embargo, pese a que la autoridad solicitó una pesquisa, y a que el informe policial fue presentado en pleno juicio oral, nadie indagó la denuncia de tráfico de influencias.
En el juicio, el acusado Trifón Huayllani ratificó su denuncia de que durante la etapa investigativa del proceso le ofrecieron liberarle de culpa con un sobreseimiento que le iba a costar 3.000 dólares. “Fueron hasta mi celda a ofrecerme. Me dijeron que el fiscal Avendaño lo haría, pero debía pagar. Me dejaron una tarjeta del abogado Omar Daza, que trabajaba con la esposa del Fiscal de Distrito. Yo no creí. Les di la tarjeta a los otros detenidos que luego fueron sobreseídos por ese fiscal Avendaño. Por no tener plata, yo estoy acá”, dijo.