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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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“Charito” Rico Toro, benefactora de los niños

Apoyo. Para esta exreina de belleza, la humildad y el apoyo a las personas más necesitadas es una de sus prioridades en la vida. Actualmente trabaja y dirige la fundación Inti, que brinda colaboración a más de 300 niños bolivianos.<BR>
“Charito” Rico Toro, benefactora de los niños



Personalidad internacional inteligente y amorosa

En 1990, el jurado calificador del certamen de Miss Universo eligió a la representante boliviana Rosario Rico Toro, como la tercera finalista.

La reconocida exreina es la única boliviana que llegó tan lejos en ese certamen internacional.

Han pasado 27 años. Desde entonces hasta ahora, la exmodelo dejó las pasarelas para convertirse en madre, artista y benefactora de los niños con su fundación Inti.

“Charito”, como la llaman su familia y entorno cercano, trabaja hace más de una década como artista plástica en Miami, Estados Unidos, donde se estableció a lado de su esposo Robert Korn.

Ella es pintora a tiempo completo y todo el dinero que ingresa por la venta de sus obras, los donativos o aportes que recibe los destina a obras de ayuda para niños bolivianos, cuyos requerimientos van desde salud, vestimenta, vivienda y estudios, a dotación de materiales escolares y deportivos.

La fundación se llama “Inti” y enarbola el lema “Diferentes niños con diferentes necesidades”. Solo el año pasado, más de 300 niños se beneficiaron con el trabajo de esta organización.

Entre los múltiples aportes que ha gestionado Rico Toro, se encuentra el techado de un orfelinato en Santa Cruz, la creación de una escuela de fútbol, donación de equipos de última gama tecnológica al Instituto Nacional de Oftalmología en La Paz y el socorro a niños enfermos en Estados Unidos.

sorpresivo ingreso al mundo de la belleza

Rosario es la cuarta hija de Faustino Rico Toro y Rosario Gamarra. Nació en Roboré, distante a 445 kilómetros de Santa Cruz.

“Mi padre era militar, por lo tanto, sus hijos llegamos al mundo en alguno de sus destinos”, dice la artista -con una sonrisa en los labios- al recordar a sus seis hermanos: Tatiana, Francisco, Rodrigo, Faustino, Jimena y Victoria.

Cuando aún era una niña, su familia se trasladó a Cochabamba, donde

fijó su residencia definitiva, ya que

sus padres nacieron y se criaron

en esta ciudad.

Charito estudió los últimos grados de intermedio y todo el ciclo medio en el colegio Loyola. “Llevaba la típica vida de los jóvenes, me dedicaba a estudiar, a hacer deporte y, en su momento, a tener un enamorado”, cuenta Rico Toro.

Cuando tenía 17 años, le llegó la invitación de los organizadores del concurso local para representar a su departamento en el Miss Cochabamba, distinción que la llenó de mucho orgullo. Aceptó, concursó y ganó.

Durante los meses siguientes, mientras duraba su preparación para el certamen nacional, fue apoyada y guiada por gente conocedora de ese ámbito, como Marcelo Antezana, dueño de La Meson.

“El día de la elección de Miss Bolivia tenía sentimientos encontrados porque esa noche era el acto de graduación de mi promoción; tuve que tomar un decisión. Renuncié a la actividad académica, pero me coroné como la representante de la belleza boliviana en el Miss Universo”, recordó.

Después de su participación en el concurso internacional y de cumplir con las obligaciones que asumió como tercera finalista, retornó a Bolivia en 1991 para entregar la corona a su sucesora, la representante cruceña María Selva Landívar.

Hasta la fecha, Charito Rico Toro Gamarra es la única boliviana que ha sido elegida entre las tres semifinalistas del Miss Universo.

Tras ese breve periodo de intensa actividad en el mundo de la belleza, Rico Toro dejó de lado esa etapa de su vida y se dedicó a estudiar, ingresó a la carrera de Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana, luego realizó su traspaso a Santa Cruz a la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, donde concluyó su tesis, pero por motivos laborales no llegó a defender.

Durante su periodo de formación académica trabajaba en un programa mañanero como conductora. “Me desenvolvía muy bien, tengo capacidad para interactuar con mucha facilidad y podía expresarme fluidamente”, acla-ró con orgullo.

Cambio de vida y de país

A fines de 1999, Rosario conoció a Robert Korn, en Miami. Enamoraron dos años y contrajeron nupcias.

Es así como Rico Toro dejó el país en 2001 y estableció su residencia en Estados Unidos. Pocos años más tarde llegarían a sus vida sus hijos, Christopher de 12 años y Sofía de 10.

“Siempre me gustó pintar, soy autodidacta, y tenía varias obras expuestas en mi departamento; poco a poco, las iban comprando, yo no me sentía bien con eso. Hablando con mi esposo quedamos en donar ese ingreso. Es así como nació la fundación Inti”, explicó Rosario Rico Toro.

“Inti, que en quechua significa sol, que en inglés es ‘sun’ y fonéticamente es igual que ‘son’ que significa hijo. Mis hijos son el sol de mi vida, a ellos los educo dándoles el ejemplo, para que aprendan a ayudar y se sientan bien al hacer felices a otras personas que lo necesitan”.

Desde ese entonces, la boliviana se dedica a organizar dos o tres muestras pictóricas, en diferentes galerías de Norteamérica. Además apoya en diferentes actividades de recaudación para seguir juntando dinero y seguir ayudando a los más necesitados en su país natal.

Familia

Rosario RIco Toro tiene 17 años de matrimonio con Robert Korn. Formaron una familia mixta, porque él es judío y ella católica, pero sus hijos Christopher y Sofía Rosario han sido bautizados por la Iglesia católica. Ambos han sido criados con mucho amor y se les ha inculcado el amor por Bolivia. “Estoy en Bolivia por lo menos cuatro veces al año. Es que deseo que mis hijos amen a sus tíos y primos y conozcan sus raíces y mi país”, finalizó.

Para resaltar

La pintora admira la obra del brasileño Romero Brito, del cruceño Lorgio Vaca y del cochabambino Chaly Rimassa.

Rico Toro manifiesta que su real interés es compartir algo de la abundancia que tienen sus hijos con infantes menos afortunados

de Bolivia.