Aún no se cuantifican los daños causados en 7 autos y 25 casas
A una cuadra a la redonda de la avenida del Ejército, la calle Rajka Bakovic y Caro, la Policía mantiene los precinto de seguridad. Dentro de ese cerco, la desolación se impone. Hay silencio, el desastre y la mutilación se huele a cada paso.
-Es la sangre que ha quedado- intenta explicar el policía.
Los guardias ya no permiten el ingreso de los periodistas, ni siquiera para la toma de imágenes. Se necesitó hacer un trámite de permiso con el comandante departamental de Oruro, Rommel Raña, para que apruebe la presencia de ese medio. Tras la presentación de credenciales asignó a un policía para que acompañe el recorrido de dos cuadras donde se ha concentrado el terror entre el 10 y 13 de febrero de este año.
Empezamos al trayecto por la avenida del Ejército. Ahí quedan unas latas de cerveza en una caja de cartón, un carrito y un bañador, viejas y destruidas sillas, un kiosko de hamburguesas cuyas puertas están destrozadas, algunos puestos asegurados con yutes plásticos azules y rojos, sombrillas, bancas de madera rotas y otros.
Aquel zapatito rojo de niño en el piso no aparece más.
La casa color mostaza ubicada en plena Bakovic y esquina avenida del Ejército ya tiene vidrios y fue refaccionada.
Herminia, la dueña dice que esa noche del sábado de Carnaval, los vidrios también estallaron y la esquina interior de la vivienda se rajó.
En ese instante mostró los daños sufridos. Arriba en el segundo piso, hacia la calle, está el dormitorio. En la cama se veían restos de vidrio de las ventanas.
Cuenta que aquella noche tenía la compañía de sus nietos en la casa, en el pasillo. En eso se escuchó la explosión y nadie sabía lo que había pasado. Salió a la calle de inmediato y vio los restos de una señora en la esquina, casi en la puerta de la vivienda, otro hombre también estaba desmembrado.
“Regresé de inmediato hacia adentro. Estaba temblando de miedo”.
Al día siguiente de la explosión reclamé pensando que las autoridades podían escucharme, pero nada, así que asumí los gastos de reparación de la casa. Al final digo, gracias a Dios estamos vivos.
Al frente está una casa de tres pisos de ladrillo visto. Los vidrios de las ventanas siguen rotos, pero la puerta metálica del almacén que esa noche estaba destrozada, ahora fue restaurada. Unas 25 casas sufrieron los efectos.
Más allá, siguiendo la Bakovic y Caro, se muestra el segundo desastre. El atentado dinamitero acabó con la vida de la familia de Leandro García, su esposa Sayde Feliza Arias Choque, su bebé Josep, además de Alex Huacaña Massi, el niño de tres años que estaba en el auto de sus papás Demetrio y Demetria.
Entre los siete autos que están destrozados, en la calle Caro se encuentra el de Demetrio Huacaña. El vehículo Chariot con placa 1882GRI es inservible. La parte del conductor voló y destrozó el motor, las llantas, los asientos en los que iba la familia de comerciantes.
El cuñado de Demetrio, Mario Massi cree que se ha perdido fácilmente unos 8.500 dólares. “Ya no sirve para nada el auto, todo está destrozado.
Otros cinco coches particulares y un minibús de transporte público de la ruta a Vinto están en condiciones menos dañadas. Pero en conjunto asemejan un cementerio de chatarra. Sufrieron las consecuencias del impacto de tres kilos de dinamita a las 18:30 de ese martes 13 de febrero. La explosión no les dio tiempo a nada. Se quedaron ahí, parados.
El vehículo 2111DFB quedó estático, igual que el 2571PAE. Nadie permite que se toque nada, con fines investigativos.
PÉRDIDAS Jeanet Arce, comerciante y dirigente de la Asociación Virgen de Candelaria, reclama por la mercadería perdida. “Nosotros estábamos a media cuadra. Hemos sentido una explosión, sin fuego. Ha hecho volar todo al cielo y ha empezado a caer una lluvia de todo. Desde un principio dijimos que no era una explosión de garrafa. No se ha encontrado indicios de eso. La explosión ha hecho retroceder a todos”
Junto a su compañera Silvia Paco y Jeaneth Arce, reportan haber sufrido robos de gente que aprovechando la noche y la desesperación empezaron a llevarse muchas cosas.
Arce dice que vio cómo unos hombres cargaban talegos de espuma y no podía hacer nada porque estaba aturdida.
Paco pide ayuda a las autoridades. “Nosotros somos gente pobre que gana unos centavos vendiendo al raleo. Compramos unas cuantas cosas y vendemos. De nuestra Asociación unas cinco personas han resultado heridas y nosotros tuvimos que cooperar para pagar la curación”.
“Lo que se vivió esa noche no se puede describir. No hay forma. Nunca nos vamos a olvidar ese instante tan doloroso. Nuestros corazones están de luto por mucho tiempo”.
Pérdidas
Hasta ahora la Gobernación otorgó medicamentos para los heridos. La Alcaldía facilitó los nichos y los ataúdes para los 12 muertos producto de las dos explosiones.