Enfermos caminan días por un médico, otros mueren en su lecho y nadie lo nota
Muertes ajenas que duelen a todo un pueblo olvidado. Punzan el corazón por dos razones: están precedidas por prolongadas agonías que no son socorridas a tiempo y porque son descubiertas cuando los cuerpos yacen sin vida hace días, casi al borde de la consunción.
Así deja el mundo terrenal gran parte de la gente que permanece en poblados fronterizos de Cochabamba que están olvidados.
En ocho comunidades de un cantón decadente de Tarata, la atención médica está a disposición del pueblo en un solo punto, Izata, y en horarios de oficina: de lunes a viernes, desde las 8:30 hasta las 14:00 horas. La única funcionaria que está a cargo de la posta, la enfermera auxiliar Leonila Flores, contó que no abre los fines de semana ni feriados, por lo que la gente no debe enfermar esos días.
El médico general de ese centro de salud se fue hace un año. La enfermera auxiliar pudo seguir el mismo rumbo, pero “la gente de aquí necesita mucho”.
De lunes a viernes, ella tiquea en Tarata, de inmediato sube a su moto y se interna en las montañas. Recorre sendas riesgosas hasta llegar a su puesto de trabajo, una posta que está en la Plaza Principal de Izata (Tarata).
La distancia que hay entre ese único centro de salud del cantón y algunas comunidades, impide que la población acuda periódicamente a realizar consultas.
Solo a fines y principios de mes, la posta se llena de adultos mayores que reclaman su Carmelo, un suplemento nutricional que el Estado otorga gratuitamente. “La gente de aquí no conocía la leche. A los abuelitos les gusta mucho”. Pero, para llegar hasta ahí, los 40 adultos mayores contabilizados en el cantón, deben emprender caminatas que, a sus edades, se tornan en un verdadero calvario.
La enfermera cuenta que si alguno de los abuelitos que está en el registro no llega, “algo está pasando”. Cierra la posta, aborda su moto y va hasta el domicilio correspondiente a entregarle el suplemento. En ocasiones, encuentra a los ancianos muy enfermos, “por eso siempre hay que estar al pendiente de ellos”.
Hay casos de gente de avanzada edad que falleció en su lecho sin que nadie se diera cuenta por un buen tiempo. Son personas que resistieron a dejar sus moradas y fallecieron sumidas en la miseria y el olvido.
DOLENCIAS
Los campesinos de ese cantón adolecen, sobre todo, de las rodillas y espalda porque están obligados a recorrer empinados senderos en busca de leña o al cuidado de sus animales.
Si ese tipo de indisposición se agudiza, la enfermera de la posta poco puede hacer, así que “con el dolor del alma”, los deriva a Tarata.
Esa determinación implica “tragarse el dolor”, levantarse de madrugada y caminar hasta la “ciudad”, Tarata, en busca de un especialista. Si tienen suerte, los enfermos hallan transporte, aunque ese servicio solo hay dos veces por semana y es prestado por un camionero. La gente debe viajar en la carrocería.
La situación es crítica y no pinta mejor en otras comunidades fronterizas de Cochabamba como El Carmen, un pueblo que está en El Trópico de Cochabamba (en la frontera con Beni). Una maestra contó a OPINIÓN que ahí, la gente usa pequeñas embarcaciones para llegar a los hospitales de la ciudad más próxima que, en su caso, es Villa Tunari. El pasaje es unos litros de gasolina.
Contó que, hace algún tiempo, un niño de la comunidad El Carmen fue diagnosticado con una infección estomacal. Su cuadro tendía a empeorar, dejó de ir a la escuela y sus padres lo tenían recostado en el piso de tierra de su casa, cubierto con un mosquitero.
En la precaria posta de salud del pueblo, sin médicos especializados ni equipamiento que permita hacer una valoración precisa, no lo podían curar. Sus padres querían llevarlo a un hospital de Villa Tunari, pero como el pueblo está flanqueado por ríos, tenían que movilizar una pequeña embarcación o hablar con las autoridades para que un helicóptero los saque de ahí.
Cuando el niño estaba en una etapa agónica, lograron evacuarlo a un hospital donde descartaron la supuesta infección. El menor, había soportado varios días una fractura en el tórax, producto de una caída, y tenía algunos órganos perforados. En Villa Tunari tampoco lo pudieron ayudar, viajaron hasta el Hospital Viedma de la ciudad de Cochabamba, ingresó a terapia intensiva, pero su cuerpecito que había luchado tantos días contra la muerte no soportó más. Murió a kilómetros de su tierra natal.
18 mil
Millones
El Estado invirtió en 2017 más de 18 mil millones de bolivianos en salud, de acuerdo con un reporte del respectivo Ministerio.
Cifra
En Bolivia, 38 de cada 1.000 niños muere antes de cumplir los cinco años, según Unicef. Es el tercer país de América Latina donde ocurren más ese tipo de muertes.