Los padres se muestran muchas veces reticentes a que los niños anden descalzos, pero la verdad es que se trata de un gesto que favorece la formación del arco del pie en los niños más pequeños, con lo que se pueden evitar problemas como el de los pies planos.

Si además de andar descalzo, el niño realiza ejercicios, bajo la supervisión de un adulto, caminando sobre los dedos y sobre el talón alternativamente, el desarrollo del pie se verá fortalecido.

Andar descalzo también tiene beneficios sobre el desarrollo muscular en la zona del pie y del tobillo. De esta manera, el niño estará más protegido frente a las típicas lesiones derivadas del deporte infantil o de los juegos como son los esguinces o las torceduras. Siempre y cuando se tenga controlada la superficie sobre la que caminan descalzos, quitarse los zapatos es un gesto de salud para cualquier niño.

También se observan muchos beneficios emocionales de andar descalzos y el principal es esa sensación de libertad que experimentan en cuanto se quitan el calzado.

Caminar descalzo por la playa o por un jardín ayuda a desarrollar los sentidos del niño.

Felices e inteligentes

Los niños descalzos son más inteligentes y felices. La maduración de su sistema nervioso se ve reforzado y los pies, como receptores privilegiados que son, ayudan a un mejor desarrollo de la inteligencia del pequeño.

La motivación de aprender hace que el cerebro humano tienda al equilibrio cognitivo, algo que se ve favorecido por los estímulos que se reciben a diario del exterior.