La tradición se viste de muerte y los excesos, de violencia
La “ingenua” tradición se vistió de muerte en la Escuela Básica Policial de Cochabamba. Se llevó a Nelzon Laura Tola en el día de su cumpleaños, el 4 de noviembre de este año. Sus camaradas le organizaron un manteo que terminó en fatalidad. Los jefes policiales insisten en calificar que es una costumbre sin rasgos de malicia, violencia ni dolo.
A nombre de la tradición muchas prácticas se han institucionalizado en las filas policiales y de las Fuerzas Armadas. Por ejemplo, los manteos son violentos, peligrosos y hasta vulneran los derechos humanos, así como los “bautizos”, el “callejón oscuro” o el tradicional “sándwich” que alcanzan ribetes de tortura.
En el Ejército, principalmente en cuarteles, Colegio Militar o centros de enseñanza se cometen excesos a nombre de sanciones disciplinarias. Este año, en Cochabamba, un instructor rompió la cabeza de un premilitar, cinco conscriptos sufrieron lesiones al practicar artes marciales jiu jitsu, otra estudiante sufrió castigo rudo, entre otros casos. Todos estos hechos son de conocimiento de la Delegación Departamental de la Defensoría del Pueblo, institución que realiza visitas a los recintos cuartelarios e informa que penosamente, al margen de cualquier predisposición que puedan tener las autoridades de la Policía y del Ejército, se han registrado y suceden aún situaciones en las que se mantiene una cultura de abuso, de subordinación vinculada a la violencia, lo que es totalmente contrario a los mandatos de los derechos humanos.
EN UN MANTEO
El aspirante Nelzon Laura Tola estaba a días de graduarse como policía y murió en el festejo por su cumpleaños en un “manteo”, una práctica común entre policías y militares en Bolivia y el mundo que consiste en hacer saltar al elegido en una manta, de cuyos extremos tiran varias personas.
Nelzon cayó de cabeza en el piso. Se lesionó tanto que murió a los dos días por una hemorragia interna que no pudo ser controlada.
El comandante de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de Cochabamba (FELCC), Néstor Villca, admite que es una práctica de muchos años, pero que “nunca, hasta ahora, tuvo desenlace fatal”.
Para el director de la Esbapol, teniente coronel Alejandro Basto Rodríguez, lo ocurrido en la Escuela es un hecho fortuito. Además, asegura que los festejos no se celebran con manteos, sino con torta y canciones, como en cualquier lugar. “Lo ocurrido es un hecho aislado. No hay manteos”.
Pero son los mismos alumnos y exalumnos de la Esbapol que cuentan, en voz baja, lo que ocurre adentro. También confirma una exautoridad de la Academia de la Policía. Señala que todos los cumpleañeros son recibidos con el “manteo” como demostración de cariño de sus camaradas e instructores. “No hay malicia. Todos festejan y ríen en señal de homenaje”.
Pero Nelzon Laura Tola murió y los hechos son investigados. Lo sucedido lleva a pensar en suspender esa tradición.
OTRAS PRÁCTICAS
Una policía de Oruro, de quien se protege su nombre por razones obvias, relata que las iniciativas a veces surgen de los propios camaradas, pero también pueden ser idea de algún instructor de servicio a modo de esparcimiento o recreación.
El manteado se practica más en las escuelas policiales y no tanto en las filas de los egresados.
“A veces no se toma en cuenta que el alumno puede sufrir de vértigo. Recuerdo que a uno de mis camaradas le hicieron esa famosa manteada y se desmayó. A mí, me lanzaron al aire una vez y no me gustó nada...parece más un castigo que un festejo. Me dio náuseas, se me revolcó el estómago... nooo, es feo... no quiero recordar mi tiempo de escuela”.
Los bautizos son otra forma de tradición. A los recién ingresados a las escuelas o egresados de ellas, los sumergen en un turril con agua o los baldean. “A nadie preguntan si quieren o no el manteo o que les mojen. Ejecutan y listo y debemos tomarlo como muestra de cariño”.
El famoso “callejón oscuro” es otro hábito. El policía debe pasar en medio de sus camaradas que se acomodan en dos filas. Cubierto apenas con una frazada recibe golpes de puño y hasta patadas. “Nadie sabe quién nos ha golpeado”.
Luego el “sándwich” que consiste en que siete u ocho policías aplastan a otro. La policía aclara que los dos últimos casos descritos son castigos por algún error cometido por el alumno. “Pero por culpa de uno toda la compañía es sancionada y a veces los mismos camaradas toman represalias contra el causante de la pena.
Los instructores enseñan generalmente gasificaciones, horas de ejercicio, horas de plantón y/o disminuyen puntos en conducta.
“Por ejemplo en mi bautizo. Toda la noche nos gasificaron, gas en spray, granadas y en polvo. Debíamos hacer ejercicios. Yo tenía los codos y las rodillas sangrando de tanto ir al arrastre. Fue una tortura”.
“Pero eso no fue suficiente. Luego trajeron pintura para la cara y cuerpo y nos embadurnaron. Para concluir, los bomberos nos echaban agua con presión. Los chorros se sentían como látigo en el cuerpo”.
Lo mismo sucede en el bautizo del curso de garras: gas, gas y gas y más gas.
“Nos dicen que el bautizo al ingresar a la escuela es una prueba de resistencia, pero en realidad el fin es hacer que durante o después de ese supuesto festejo... se consiga la deserción de los alumnos. Si no aguantan, no sirven”.
La misma entrevistada afirmó que hoy, ha disminuido ese maltrato debido a la intervención de Derechos Humanos. Ha reducido, pero no ha desaparecido.
Los policías evitan gasificaciones y ejercicios violentos delante de civiles.
Respecto a estas prácticas, el director de la FELCC de Cochabamba, Néstor Villca señala que muchas de esas costumbres ya fueron descartadas, pero que sí persisten celebraciones como botar al festejado a una piscina o mojarlo con un balde de agua. También comparten una torta. “No se busca lesionar ni quitar la vida. Otros ritos que son fuertes ya se dejaron atrás”.
Denuncia
La Defensoría del Pueblo convoca a familiares y alumnos a que se animen a denunciar el abuso e ignoren aquella frase: “Si te quejas, no eres macho”.