Las “jaripeadas” en los cuarteles son de terror
En lo que va del año, la Delegación Defensorial Departamental de Cochabamba verificó cinco casos de abusos o “jaripeadas” (sanciones) en los cuarteles y centros de enseñanza militar, la mayoría surge a nombre de sanción y llega con exceso de fuerza y poder de instructores.
Nelson Cox Mayorga, delegado defensorial, tiene la seguridad de que los casos son muchos más, pero que lamentablemente un manto de impunidad los cubre. Los casos son:
1.- EN EL GADA 92
El martes 17 de enero, un sargento inicial, de 23 años, de la Segunda Brigada Aérea Grupo de Artillería y Defensa Antiaérea GADA 92 se enojó con los premilitares porque no conseguían la alineación perfecta. Se acercó a un estudiante y cuando éste se agachó, le propinó un golpe con el cargador del fusil en la cabeza ocasionando una herida que empezó a sangrar profusamente. El hecho sucedió en una instrucción cerrada. El instructor no le prestó auxilio en el centro médico de la institución militar y en un intento de evitar llamadas de atención quiso conducirlo hacia un centro privado.
Sin embargo, la familia del estudiante denunció el hecho ante la Defensoría, instancia que actuó con rapidez y realizó una intervención en el recinto cuartelario para precautelar la integridad física y psicológica del premilitar. Consiguió respuesta positiva del comandante de la Base Aérea César Cautín y su inspector designado. Se abrió un proceso sumario y el instructor nunca más podrá guiar a una compañía y menos ser responsable de estudiantes.
La visita de verificación del defensor Cox al GADA 92 fue sorpresiva, causó revuelo y nerviosismo en las autoridades.
“Estábamos en fila. Llega un soldado anunciando casi entre susurros que Derechos Humanos estaba en el cuartel. Entonces el trato que nos daban los instructores cambió. Pasamos de “inútiles”, “sarnas”, “mostrencos”, “lacras de la sociedad”, “carajos de m...”, “hijos de p...” a ser “señores premilitares”. Era la primera vez que escuché esa gentil frase. Fue interesante ver a nuestros instructores implacables, en el otro lado del poder, invadidos por el miedo”, relata un testigo expremilitar.
También señala que en las filas se escuchaba decir: “Ese maricón (el colegial golpeado) ya se ha quejado”. Las advertencias de algunos instructores siguieron por muchas clases. Les repetían siempre: “Cuidado pues que estén yendo a llorar ante sus mamitas”.
Cesaron en algo los insultos, pero los ejercicios aumentaban de intensidad, tanto que llevaban al llanto a los jóvenes.
2.- EN REGIMIENTO
TUMUSLA
El 2 de mayo de 2017, la Delegación Defensorial de Cochabamba informó de otro caso. Esta vez en el Regimiento Tumusla Séptimo de Artillería, con sede en Cotapachi. Allí, otro instructor golpeó el rostro a una premilitar durante una instrucción cerrada.
Activada la reclamación, personal de la Delegación Departamental se trasladó hasta las instalaciones del Regimiento Tumusla, donde en ausencia del comandante del Regimiento, entrevistó al segundo comandante y responsable a la vez de la Oficina de Derechos Humanos, para exigir el respeto a los derechos de los premilitares y en especial de la joven afectada.
“El comandante del Regimiento inició un sumario administrativo al capitán, tal como establece el Reglamento de Faltas Disciplinarias y sus castigos en su capítulo 1 numeral 8, recordando además que los malos tratos o agresiones físicas al personal de soldados y premilitares están prohibidos. En consecuencia, sancionó con 48 horas de arresto a cumplir en la guardia de seguridad del Regimiento, además de elevar el memorándum al departamento de Recurso Humanos para ser insertado en su legajo personal”, dice el informe de la Defensoría.
3.- EN EL JUANA AZURDUY
Nelson Cox relata cómo en la unidad militar Juana Azurduy de Padilla, del municipio de Colomi, cinco soldados estaban siendo atendidos en sanidad con lesiones en la rodilla, fractura de costillas, fractura en la nariz por daños provocados en la práctica del “jiu-jitsu” (arte marcial japonés).
Allí se advirtió un excesivo uso de fuerza y falta de control del personal afectando la integridad física de los soldados.
4.- EN ESCUELA DE
SARGENTOS
Otro caso atendido fue en el municipio de Tarata, en la Escuela Militar de Sargentos del Ejército “Sargento Maximiliano Paredes”. Allí hubo agresión física entre un soldado y una instructora de la Escuela. El comandante de la Escuela denunció el hecho ante el Ministerio Público de Tarata y la víctima fue valorada en el Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF). En esta ocasión se dio de baja al soldado estudiante.
5.- EN ESCUELA NAVAL
En la Escuela Naval Militar de Carcaje, una estudiante tuvo un accidente y fue operada de sus rodillas. La cirugía no resultó bien y tiene dificultades para continuar en lo académico y físico. La familia ha expresado preocupación y quiere que sea atendida, pero resulta que a la herida le sugieren: “...o te vas nomás porque aquí no vas a funcionar”.
“Cómo puede suceder aquello si la lesión se ha generado en la Escuela y ni ahí le resuelven el problema. Estamos hablando de casos en los que aparentemente, las Fuerzas Armadas asumen los riesgos del excesos de disciplina y manejo de autoridad”, dice Cox.
Al margen, el Delegado Defensorial menciona dos casos de feminicidio en los que la falta de control y autocontrol derivaron en varias muertes. Uno de ellos es el ocurrido en la unidad militar del Batallón de Transportes III, cerca de Carnaval en un crimen pasional de una pareja de esposos.
Luego otro hecho en el que un subteniente de la Base Aérea mata a su exnovia, el padre y hermano de ella. Tras cometer el crimen, se suicidó.
Cox advierte que la cultura violenta no está desarraigada ni en los cuarteles ni en la Policía. Es cierto que ha disminuido el grado de agresividad, pero a pesar de los muchos esfuerzos cuesta convencer a los soldados, premilitares o postulantes a que defiendan sus derechos y no denuncian. A veces, cuando se pregunta:
- ¿Te han lesionado?
- No, no...noo...jugando me he hecho, es la respuesta.
“Es como en las cárceles que no quieren denunciar a su agresor y asumen sus heridas como si se las hubiesen ocasionado en una caída”.
Pero en los recintos se les hace creer que ingresar al cuartel es para machos y a la Policía, para valientes.
Una autoridad relacionada con el control de los cuarteles, que quiere que no se mencione su nombre, asegura que muchas prácticas, como el “manteo”, no se realizan en las Fuerzas Armadas y que cuando alguien cumple años se festeja con torta, comida y algunas bebidas.
“Los bautizos se desarrollan con cierta picardía y de acuerdo a las armas. Los de artillería hacen una carrera con obstáculos, igual que los de caballería o fusilería. En los cumpleaños se mojan y agasajan”.
Respecto a los hechos de violencia como la agresión a un premilitar en el GADA 92, dijo que se aplicó el reglamento de sanciones y faltas personales y que se trata de un caso aislado. “Está prohibido agredir tanto de palabra como físicamente a los soldados y premilitares”.
Dijo desconocer lo que ocurrió en el cuartel Juana Azurduy.
El jefe militar justifica la práctica de defensa personal con el jiu jitsu como forma de preparación física. “Es como el box, el combate es cuerpo a cuerpo y no se puede pensar que no haya golpes y por tanto lesiones”.
Protección
- En cada unidad militar existe un oficial de Derechos Humanos instituido por Ana María Romero de Campero cuando era Defensora del Pueblo.
- La Ley N° 348, Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, demanda que en casos de violencia hacia las mujeres, inmediatamente se denuncie ante la instancia que corresponda.