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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:05

Después de la tormenta

Rodríguez comenta comenta la película del director japonés Hirokazu Koreeda.
Después de la tormenta



Mis películas vienen de la necesidad de decir una cosa en particular en un momento determinado.

Akira Kurosawa

Debo confesar que Sergio de la Zerda tiene buen gusto (en el fútbol no, pero no se lo digan). Después de leer su sugerencia de película quedé fascinado. Después de la tormenta (título original: Umi yori mo mada fukaku), de Hirokazu Koreeda, es una hermosa película (como un haiku, como una danza breve).

Haré un resumen (sin spoilers):

Un hombre de mediana edad es un escritor fracasado (que obtuvo algún premio en su juventud), que tiene problemas con las apuestas. Tiene un hijo y una ex esposa. Y una madre que quiere lo mejor para él. Además, es un detective privado y negocia con sus clientes y con sus investigados para obtener más dinero.

Su vida se complica (aquí radica la maestría del director).

Hirokazu Koreeda al igual de Ozu (el mejor director del Japón junto a Kurosawa), sabe que cada plano y cada escena cuenta. Hasta el formato en que muestras la imagen: él que va en contra de la violencia por la violencia y de la imagen por la imagen, decidió filmar en celuloide y no usar cámaras digitales.

Eso da una textura diferente a la película (de algo antiguo y olvidado).

En 1953 Yasujirō Ozu presentó al mundo, tal vez la mejor película de la historia del cine: Cuentos de Tokio. En ella utiliza planos de respiro (para mostrar la ciudad o para mostrar la angustia de una casa en la que dos ancianos no pueden hacer frente al futuro).

En 2016 Hirokazu Koreeda hace su propia versión de Cuentos de Tokio. Explico una escena: el escritor fracasado, mientras mueve un arbolito, rompe una ventana. Su madre, ya anciana, le dice que guardó ese arbolito porque lo sembró él. «Pero nunca dio frutos», dice la madre. «Igual podrá soportar el tifón que se viene».

No debo explicar la metáfora que hace Koreeda acerca de la vida frente al tiempo y a la creencia que el hombre es más cuando realiza más cosas.

Golpe duro al capitalismo.

Golpe duro a la creencia de que todo lo que haga el hombre subsistirá al tiempo.

Otra escena: el escritor fracasado quiere empeñar una piedra para colocar la tinta (como se hacía en la antigüedad, antes de la llegada del bolígrafo). El dueño de la tienda le dice que primero le firme una novela. «¿Quién se lo dio?», dice el escritor fracasado. «Tu padre», dice el dueño de la tienda. «Lo repartió por todo lado y me dijo que algún día valdría mucho dinero y tú serías muy importante».

El escritor fracasado sale de la tienda. No vendió la piedra, pero tiene a su familia (se queda con su hijo y su ex esposa siente más aprecio por él).

Tal vez la posteridad sea solo quedar en el recuerdo de los hombres que te rodean.

Tal vez la posteridad sea solo un invento.

Tal vez la posteridad es el olvido.

Periodista - [email protected]