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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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En el cuerpo una voz que muerde

Entrevista al escritor cruceño Maximiliano Barrientos, que este viernes 24 presentará en Cochabamba su más reciente novela, editada por El Cuervo. El acto será a las 18:30, en el Centro Simón I. Patiño (calle P
En el cuerpo una voz que muerde



Es el mismo pero otro.

En su libro hay autos, hay violencia, hay fuego, hay paisaje.

Ya no hay tanta música, ahora hay voces. En especial una, la voz que muerde y la tamborita que acompaña la mordida.

Y quizás, solo quizás, hay futuro.

En su libro hay cosas como ésta: “Alguna vez este lugar fue una casa, dijo la mujer que antes se presentó como una mechacha de dieciséis años.

Estaban en el sitio donde montaron la granja. Ella se sacó los ojos y los arrojó en los escombros”.

En su libro En el cuerpo una voz, su tercera novela, Maximiliano Barrientos (Santa Cruz, 1979) parece haber escrito en un arrebato, en una especie de posesión mística que pone al escritor cruceño bajo una nueva luz. Barrientos, el escritor rudo y fuerte al que estamos acostumbrados, escribe como en un sueño, la imagen sale del subconsciente y se vuelve llamado. Toma pocas horas leer el libro, pero, semanas después, el efecto sigue, ya sea desde el sueño, desde la política, desde el misterio o desde el horror de ese segundo capítulo vociferando desde otro nivel, de otro mundo, del mundo de los predicadores sin Dios, diciéndote que lo atravieses, que superes el dolor, el asco, la náusea, el sentimentalismo y que mires.

En el cuerpo una voz ha sido editado por esa editorial que pone tanto cuidado, ojo y empeño sesudo a los libros que imprime hasta que termina siendo coautor de ellos, la Editorial El Cuervo. Maximiliano Barrientos es considerado uno de los escritores más importantes de la narrativa boliviana actual. Un escritor del sur, el sur del mundo, el sur salvaje, el sur del cerebro, el sur profundo y oscuro, el sur de la literatura. Ha escrito cuentos y novelas con un estilo, que se podría denominar cinematográfico, editado en base a la combinación de imágenes que exploran las relaciones familiares y amorosas, la violencia, la pérdida y el paso del tiempo, y que desfilan en una estantería a manera de títulos de sus libros: Los Daños, Hoteles, Diario (Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz), Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer, La desaparición del paisaje y Una casa en llamas.

Barrientos trabaja con imágenes y las recorta, las edita. Las imágenes de En el cuerpo una voz parecen salidas de un lugar tenebroso, de un viento oscuro que arrasa con el paisaje, el orden y la conciencia. Aún temblando hacemos esta entrevista que indaga en las imágenes, en la disciplina y los motivos de escritura de Barrientos cuando imaginó dos épocas: una de luchas, gritos, sangre y desolación que precedió a la constitución de la Nación Camba. Y otra de desolación, sangre, gritos y luchas que sobrevino a la constitución de la Nación Camba.

En una entrevista que te hizo Valeria Tentoni, hace algunos años (2014), hablas de la novela en contraposición con el cuento: “Con la novela pasa algo distinto, la mirada es la de alguien que habita el lugar, la de alguien que no puede irse de ahí, alguien que ha estado viviendo en ese territorio durante años”. Con respecto a tu tercera novela, En el cuerpo una voz, ¿cuánto tiempo te tomó su escritura? ¿Cómo surgió y cómo has habitado ese territorio hostil?

Las novelas son lugares en los que uno se va a vivir por mandato. No son vacaciones pagadas, se parecen más bien a un gulag, tienen algo de carcelario. Uno ve el mundo desde esa prisión, y el mundo de alguna forma se tiñe con los colores de ese encierro particular. Trabajé en esta novela alrededor de dos años y medio, una vez que fui descubriendo la estructura que tendría se fue escribiendo más o menos sola. Eso también sucedió con mis otros libros. Me atasco cuando la estructura no está clara, pero cuando intuyo la configuración la escritura es espontánea. Siempre relaciono los bloqueos creativos con problemas de estructura. Surgió con una imagen muy concreta: un grupo de soldados reunidos alrededor de unas parrillas que asan carne humana, y una tamborita amenizando la velada. Esa imagen de barbarie y festividad desencadenó la narración. La novela tiene varias capas y siguió distintas líneas, pero ese fue el puntapié inicial.

El primer impulso al leer En el cuerpo una voz es catalogarla como una novela de ciencia ficción, pero no lo es, o al menos no completamente. ¿Tú la definirías como tal? ¿Por qué?

Tengo la impresión de que la novela dialoga con distintos géneros: la aventura, el thriller, la narrativa onírica y delirante, la fantástica, la narrativa de testimonios, etc. Absorbe los géneros sin enmarcarse en ninguno. Los utiliza y los incluye como dispositivos. Pienso que en esencia eso es un género: una estrategia para contar una historia, y si hablamos de estrategia hablamos de ciertas limitaciones que escogemos adrede. Hay una frase de Erroll Morris que define para mí el quehacer artístico: “escogé una serie de reglas arbitrarias y seguilas de la forma más estrictamente obediente”. La clave está en la arbitrariedad.

¿Cómo empezaste a escribir esta novela?

Tuve esa imagen inicial, y luego traté de abordarla narrativamente y establecer conexiones. Soy un escritor muy visual, para mí narrar básicamente consiste en establecer conexiones entre imágenes. La tensión depende de esto. Esa es la razón por la que voy conociendo a los personajes a medida que los voy escribiendo. Tengo situaciones e imágenes, eso siempre está en el inicio: el conflicto, el tema, el argumento siempre llegan más tardes.

¿Cuál fue la imagen o el tema que despertó tu interés en escribir una novela en el futuro? ¿Qué te interesa del futuro? (Aunque la novela trata en el fondo de algo más que eso.)

No pienso que la novela transcurra en el futuro, sino más bien la pienso como algo que sucedió en una realidad paralela. Pensé en la crisis que vivíamos hace unos diez años, e imaginé cómo se hubieran dado las cosas si las tensiones regionales no se hubieran aquietado. La novela trabaja desde ese lugar, claro que es un escenario exagerado. Me parece importante remarcar que lo político es un contexto, los márgenes que contienen a la historia.

¿Cuáles son tus hábitos de escritura? ¿Hay alguna diferencia en esos hábitos cuando escribes novela y cuando escribes cuentos?

Necesito pasar buenas horas solo todos los días, si no hay esa soledad no hay escritura. Esto se aplica tanto a la novela como al cuento. Lo importante de esa rutina no es escribir a diario, sino tener la predisposición emocional para conectarse con ese lado inconsciente, con esas pulsiones que son el lugar de donde vienen las ficciones. Para mí la predisposición viene de la soledad y del ocio. Creo que la ficción se origina del mismo sitio de donde vienen los sueños. Escribir y soñar son actividades que comparten una misma naturaleza. Cesare Pavese decía que la única diferencia es el control. En la escritura tenemos más control, y eso se traduce en la edificación de la estructura. Controlamos cómo contar, no qué contar. Es por eso que la reinvención de un escritor nunca es consciente o programada. Cuando se planifica por lo general el texto resulta acartonado.

Actualmente, ¿qué estás escribiendo?

Trabajo en un libro de cuentos y en uno de ensayos narrativos.

“Lo que no puedo racionalizar (…) para mí eso es la intensidad”



Este es un corto cuestionario que toma por modelo el que James Lipton hace a sus invitados, en su famoso programa “Inside the Actors Studio”, y que tiene que ver con el lenguaje y la palabra.

¿Cuál es tu palabra favorita?

Ahora: espesura, lejano, paisaje. Y puedo seguir y seguir.

¿Cuál es tu palabra menos favorita?

Seguro algún adverbio. Tardíamente. Estructuralmente. Copiosamente.

¿Qué te inspira y excita creativa, espiritual o emocionalmente?

Lo que no puedo racionalizar, lo que no puedo hacer objeto de una interpretación. Para mí eso es la intensidad, y eso es lo que busco en la literatura.

¿Qué te apaga?

¿En literatura? La retórica vacua, el lenguaje ampuloso y sin profundidad, la narrativa que se celebra a sí misma y al mundillo cultural desde donde proviene.

¿Cuál es tu mala palabra favorita?

No soy de los que insulta a menudo, y tampoco de los que insulta a conciencia.

¿Qué sonido o ruido amas más?

La lluvia.

¿Qué sonido o ruido odias?

El del taladro que usan los trabajadores en las construcciones. Ahora mismo lo estoy escuchando, ya que Santa Cruz se volvió un paraíso cementero.

Si no fueras escritor, ¿qué otra profesión diferente a la que tienes hubieras querido tener?

Cornerman de MMA (Mixed Martial Arts). Me encanta el deporte y me encantan las estrategias que emplean. Me gusta que coexista con la brutalidad.

¿Qué profesión no te gustaría tener?

Médico o carnicero.

Si el cielo existe, ¿qué te gustaría escuchar que Dios te dijera al llegar a sus puertas celestiales?

Te libero de la conciencia.