Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 13:20

MADRES Y PADRES DE FAMILIA

MADRES Y PADRES DE FAMILIA



Es muy importante que las madres y padres asuman un rol protagónico en la formación de sus hijas e hijos, para ello, es necesario que se informen sobre cómo va el desarrollo social de ellas y ellos, si tienen amigas y amigos, o si por el contrario, evitan salir a los recreos, o si andan por lo general solas o solos. Algunas niñas y niños callan porque no creen que lo que está pasando sea un maltrato.

¿Qué hacer si piensan que su hija e hijo está sufriendo acoso escolar?

Aunque su hija o hijo está siendo expuesto a una conducta de maltrato, psicológico o físico, es fundamental escucharle. Si tienen sospechas, pregúntale directamente, aliéntele a hablar, hágale entender que está preocupada o preocupado y que le ayudarás incondicionalmente.

Reaccionen con calma, no le reproche, ni le culpabilice, no es su culpa pero necesita ayuda suya para resolverlo, un primer paso es otorgar confianza y mucho cariño.

Pidan que les expliquen la situación, no le hagas sentir culpable pues ello les convierte en parte del problema y no de la solución, no le reclame, no le diga; “no me traigas problemas a la casa”, por favor eviten esas humillaciones hacia su hija e hijo, denle la posibilidad y confianza. Asimismo, solicite una entrevista con la Directora o el Director de la Unidad Educativa para explicarle la situación y que se asuman medidas para el cese del acoso escolar y si no tienen resultados inmediatos, acudan a las instancias de supervisión educativa e instituciones de protección a las Niñas, Niños y Adolescentes.

A través de la educación que reciben en la familia, las hijas e hijos deben tener garantizada, tres condiciones básicas que contribuyan a prevenir cualquier tipo de violencia:

1. Una relación afectiva y cálida, que proporcione seguridad, amor, respeto, protección, confianza, diálogo, tiempo y calidad sin proteger en exceso. La inseguridad puede producirse por falta de protección como también por una protección excesiva.

2. Un cuidado atento, adecuado a las cambiantes necesidades de seguridad y autonomía que se producen con la edad de sus hijas e hijos.

3. Una disciplina consistente, sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia, que ayude a respetar ciertos límites y aprender a establecer relaciones basadas en el respeto mutuo. Sea amigo de su hija e hijo.