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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Parejas luchan contra el cáncer aferradas al amor y a la vida

La enfermedad cambia las relaciones en el matrimonio. Los altos costos del tratamiento de las afecciones dejan en la ruina a las familias que provienen del área rural de La Paz.
Parejas luchan contra el cáncer aferradas al amor y a la vida





¿Promete amarla, cuidarla, apoyarla en la salud y la enfermedad? Este parece un compromiso que cada vez va perdiendo fuerza entre las parejas y más aún cuando a uno le toca afrontar una enfermedad crónica o terminal. Pero no es el caso de Juan (de 60 años) y María (56), casados hace más de 15 años y padres de tres jóvenes, la menor de 15. La pareja afronta tal vez la lucha más dura de su vida: ambos tienen cáncer.

Juan es un hombre de mediana estatura, tiene la tez blanca y unos ojos azules profundos que los cubre con unos lentes oscuros. El día está nublado, pero no se quita las gafas. Relata que hace cinco años, una tarde cuando caía el atardecer en Sorata, ubicada a 150 kilómetros de La Paz, tuvo un accidente y desde ahí su vida cambió.

Cuenta que ese día trágico, retornaba a su hogar, luego de una ardua jornada laboral como agricultor, y por una mala pisada resbaló. En su intento de frenar el golpe cayó sobre unos arbustos, pero con tan mala fortuna que una rama golpeó uno de sus ojos.

En el momento no le dio importancia a la herida, pero con el tiempo la lesión empeoró. Por falta de especialistas en su municipio tuvo que viajar hasta La Paz, al Hospital de Clínicas, en busca de atención.

"Tienes cáncer", le dijeron los galenos. El diagnóstico lo dejó pasmado, no podía creer que un "simple" golpe con una rama lo dejara tan mal. Lloró en silencio, al asociar el mal con algo muy grave. Ocultó varios meses ocultó la enfermedad a su familia para no preocuparle. Los fuertes dolores y la pérdida de visión comenzaron a delatarlo, tuvo que confesar.

Tuvo el apoyo de su pareja y sus hijas, vendieron sus pocas propiedades y pertenencias para costear el tratamiento, pero aún así, perdió el ojo que ahora tapa con sus gafas oscuras. De eso pasaron cinco años y continúa con radioterapias para aliviar los dolores que aún siente. Comenta orgulloso que se benefició de los tratamientos gratuitos que impulsa el Gobierno.

Cuando parecía que todo iba a mejorar para su familia, el año pasado, a su esposa le detectaron cáncer de cuello uterino en etapa avanzada.

"Me duele que mi esposa tenga cáncer, ella es la que mantiene nuestro hogar", llora. Reafirma que prometieron luchar juntos para superar la enfermedad, aunque a veces su pareja quiere desistir del tratamiento por falta de dinero.

"Ella me ha apoyado harto, ahora vivimos alojados donde una de mis sobrinas, pero vamos a luchar juntos, es la mamá de mis hijas y una sigue en colegio", dice.

Otro caso dramático es el de Agustín (65) y su esposa Hilda (61), ambos llevan casados 35 años. El hombre cuenta que su esposa fue diagnosticada con cáncer de vesícula en etapa avanzada en 2018. La enfermedad hizo metástasis en diferentes órganos de su cuerpo.

Agustín la llevó al Instituto Boliviano de Radioterapia y Oncología (IBRO) para que reciba tratamiento. En menos de un mes, erogó alrededor de 4 mil dólares, para eso tuvo que vender su vehículo que era el único sustento de su familia."Tiene cáncer de vesícula, los doctores me han dicho que está muy avanzado", relata con los ojos mojados de tristeza.

El hombre tiene la esperanza de que su esposa sanará, pero los galenos le dicen lo contrario. "¿Cómo puedo perder a mi esposa? Ella es mi viejita. ¿Qué será de mí y de sus hijos?", se lamenta, mientras acaricia a  Hilda que permanece postrada de una cama de Oncología del hospital miraflorino.

Un viacrucis diario



Nora Cáceres, de 50 años, también afronta una dura batalla contra el cáncer de cuello uterino. Hace cuatro meses que le diagnosticaron la enfermedad y desde ese tiempo se traslada con regularidad desde Santa Rosa de Mapiri, a 314 kilómetros de la urbe paceña, hasta el hospital.

Le toma dos días de viaje llegar hasta la sede de Gobierno. Tiene cinco hijos, todos mayores y con familia. Cuenta que hace un año conoció a su actual pareja, René, de 60 años, ya que el papá de sus hijos falleció hace tiempo.

La mujer llora recordando el viacrucis que vive a diario desde hace cuatro meses. Apenas pudo conseguir dinero para costear la quimioterapia, ya le hicieron dos sesiones.

"Mis hijos me han abandonado, me han dejado a mi suerte. Ellos me dicen: Para qué te buscas marido, él que te haga curar, no tenemos plata´. El único que me ayuda es el menor, a veces me regala 100, hasta 200 bolivianos. Tenemos que hacer magia para estirar la plata", comenta.

René, por su lado, cuenta que conoció a Nora el 1 de enero de 2018, justo cuándo recibían el Año Nuevo en Mapiri, y desde esa fecha no se separaron más. Su amor se vio entristecido por el diagnóstico de su pareja, a quién considera la mujer de sus sueños y  su "negrita adorada".

"Me da pena. Ella es muy buena. Yo la quiero mucho", dice, mientras se limpia las lágrimas. Relata que en Mapiri viven en un cuarto alquilado, que ahora está abandonado, porque la mayor parte de su tiempo están en La Paz, donde la comadre de Nora que los aloja temporalmente.