Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:53

¿Qué nos depara la lucha contra el cáncer en 2019?

El tratamiento individualizado, con investigación y elaboración de fármacos específicos, es la nueva tendencia. El resultado es esperanzador.
¿Qué nos depara la lucha contra el cáncer en 2019?



El Ministerio de Sanidad de España aprobó el precio y la financiación en el Sistema Nacional de Salud para aplicar la terapia oncológica más novedosa del 2019 : la primera de células T con receptores de antígenos quiméricos, más conocida como CAR-T.

Un tratamiento innovador de una única administración que se diseña de forma individual para cada paciente. Más en concreto, modifica las propias células del sistema inmunitario del enfermo para que ataquen a las células tumorales. Esta técnica, bastante agresiva y de precio elevado, se ha aprobado para tratar algunos cánceres hematológicos en niños y adultos y, aunque hasta hace muy poco solo se había implementado en EEUU, ya son muchos los especialistas españoles que son capaces de manejarlo.

También se espera un avance sustancial de la medicina de precisión, tanto en terapias como en diagnóstico. Un ejemplo claro es el de los estudios genómicos, que llevan ya tiempo demostrando su potencial como “espías” de oncólogos y patólogos, recabando información mucho más precisa sobre el origen genético de un tumor, determinando sus posibles resistencias a uno u otro tratamiento. Una serie de herramientas que están empezando a dar el salto a la práctica clínica habitual.

Un tratamiento innovador de una única administración que se diseña de forma individual para cada paciente. Basados en estas técnicas están los inmunogramas, otro de los elementos que probablemente veremos crecer en los próximos meses, útiles para predecir si un paciente responderá o no a la inmunoterapia, cada vez más presente, eficaz y accesible en la lucha contra el cáncer.

Modelos como el de OncoDNA son capaces de analizar diversos biomarcadores: los niveles de expresión PD-L1 y CD8 en linfocitos, o la presencia de mutaciones asociadas con resistencia o sensibilidad a este tipo de tratamientos son algunos de ellos.

De esta manera, los especialistas cuentan con mayor información sobre el origen de un tumor y pueden ofrecer a su paciente la terapia que mejor le conviene, evitándole la toxicidad de un tratamiento erróneo y ahorrando costes, bien al sistema, bien al paciente.

A todo ello se suman las nuevas herramientas basadas en el llamado big data, cada vez más presente en todos los procesos de nuestra vida y en la creación de extensas redes de profesionales vía online. Existen plataformas bioinformáticas en línea, como OncoKDM, capaces de aglutinar toda la información que se haya recogido sobre un paciente (a través de diversas pruebas, como biopsias, análisis genómicos, etc.) e interpretarla de forma eficaz desde el punto de vista clínico y biológico gracias a una serie de algoritmos y a los catálogos incluidos en sus bases de datos.

La I+D nos hace dar pasos de gigante año tras año contra este catálogo de males que se aúnan bajo la palabra cáncer. Son plataformas en línea por las que la información de los pacientes viaja con seguridad, capaces de procesar en muy poco tiempo un volumen considerable de documentos, incluso habiendo sido recibidos en diferentes formatos, y ofrecer resultados en remoto. Todo con el objetivo de agilizar los tiempos y asegurarle al paciente oncológico un diagnóstico rápido para poder ponerle en tratamiento lo antes posible.

Por otra parte, es más que probable que contemos con nuevas incorporaciones en el arsenal terapéutico de cánceres frecuentes como el de mama, en el que la industria farmacéutica se está volcando en materia de I+D. Hay casi 170 nuevos fármacos en fases de ensayo clínico a escala global, que han surgido gracias al cada vez mayor conocimiento de la biología de este tipo de tumores y de su respuesta inmune.

Los pacientes adolescentes son los olvidados

Cada año en el mundo hay 250.000 nuevos casos de niños y adolescentes con cáncer. La supervisora de oncohematología y trasplantes del Hospital Niño Jesús de Madrid, Pilar Herreros, explica a EFE que, muchas veces, los adolescentes no están incluidos en tratamientos o protocolos para personas mayores, ni en protocolos pediátricos. La supervivencia depende de en qué grupo se les haya incluido. Es una de las razones por las que se dice que son un grupo de olvidados. Está demostrado que la supervivencia es mayor si están tratados con protocolos propios de la edad infantil.

Una de las patologías más frecuentes es la leucemia. Si están tratados con estos protocolos, la supervivencia es de 80 por ciento y se iguala a la de los niños. Pero, si estos pacientes están tratados con  protocolos de adultos, está estudiado que la supervivencia disminuye en un 20 o 30 por ciento .

Este año, se han puesto en marcha en España las primeras unidades de oncología específicas para adolescentes con cáncer en hospitales como el Niño Jesús o el 12 de Octubre.

Uno de los retos para 2019 es la consulta ginecológica para adolescentes. Cuando antes se empiece el tratamiento de quimioterapia o de radioterapia, se tiene que informar a la paciente las posibilidades de preservar un tejido ovárico u óvulos para unos años después o para cuando ella lo necesite.

Al hijo de María Pilar Vázquez Álvarez, miembro de ASION, la Asociación Infantil Oncológica de Madrid que y de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer, le diagnosticaron leucemia con 14 años. 

“Hablé con el médico y le dije que mi hijo tenía que saberlo. Entonces, fue el oncólogo el que se lo dijo. Él, en un primer momento nos echó de la habitación, luego nos dejó entrar y nos dijo: Yo soy más fuerte que el cáncer. Y lo ha demostrado”. Pilar Vázquez observa que un fallo es que tratan a todos por igual. “ Este es el protocolo y esto es lo que voy a hacer”, dicen los médicos. Los padres de niños y adolescentes buscan tratamientos más personalizados. “Cada cuerpo reacciona de una manera, cada niño es un mundo. Por ejemplo, detrás de mi hijo teníamos a otro niño que tenía la misma enfermedad y yo sabía lo que le tenían que poner al otro chico porque me lo contaba su madre. Pero no debería ser así”, opinó.