Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 05:26

Para amar sin apego hay que abandonar el ego

Para amar sin apego hay que abandonar el ego


Para amar en plenitud y sin apego se debe dejar de lado el ego, es la principal recomendación realizada por la psicóloga Valeria Sabater a través del portal latinoamericanismo.com. De esta manera, se permite que la pareja ame en libertad porque son personas con voluntad propia y no como uno desea.

La experta señala que el amor que se ofrece con espontaneidad y de modo íntegro es más pleno y auténtico. El ego suele tener una visión muy limitada de la realidad, y solo acepta su punto de vista, su modo de entender el mundo, e incluso de amar. Pocas dimensiones pueden ser más dañinas y destructivas como el egoísmo en cualquiera de sus ámbitos, ya sea en el ámbito amistoso, laboral o una pareja.

Sabater dice que al ego le gusta que las cosas sean como uno desee, que el mundo se ordene milimétricamente de acuerdo a nuestra perspectiva o concepción personal de lo que está bien y lo que está mal. No le gusta lo imprevisto, lo espontáneo ni las reacciones que escapan a su control y que expresen voluntad propia.

Es muy frecuente que se inicien las relaciones de pareja con personas que muestran virtudes, en un principio, admirables. Aspectos como la seguridad personal, el aplomo, la firme confianza e incluso la inclinación a la protección, puede “deslumbrarnos” en un inicio.

Sin embargo, al cabo de un tiempo a esa seguridad inicial se le añade la necesidad de control y la obsesión de que las cosas se ajusten a sus esquemas. Es decir, lo que en un principio confundíamos con “seguridad” es en realidad un miedo muy claro a que “escapemos de su control”, ya que se pone en evidencia su vulnerabilidad.

Las personas con un ego marcado buscan ante todo el ser reconocidos por los demás y en especial por sus parejas porque no son capaces de reconocerse a sí mismos. Tienen miedo y lo cubren con la máscara del ego para sobrevivir.

Para la especialista, no es nada fácil desactivar el ego de la persona que se ama. Una vez que se descubre esta dimensión, es decir, una vez que uno se da cuenta de que sus virtudes son en realidad armas de doble filo y que utiliza su ego para crear expectativas, debe tenerse claro que lo único que pretende es llenar sus propios vacíos mediante la dominación, mediante un apego poco saludable con el que cubre su inmadurez.

El ego suele tener muchas máscaras como el hacerse a la víctima, buscar ser reconocidos en cada cosa que hacen, dicen y expresan sin tener nunca en cuenta a los demás; poner cargas sobre el otro para descargar su forma de ser; busca culpables ante cualquier problema o situación que genera; no admite la espontaneidad, las cosas nuevas, el salir de la rutina y aún menos, que el otro disfrute de sus propias aficiones y ponen muros al crecimiento personal de su pareja.

Es necesario entender que se anula la posibilidad de tener una relación consciente y madura en la que el amor se ofrece en liberta y plenitud al otro para formar relación, para tener un proyecto en común respetando el crecimiento personal de cada uno.

Si la pareja es un hábil artífice del egoísmo, debe ponerse límites desde el principio y dejar claro que amar no es juzgar, ni controlar, ni aún menos llenar los vacíos e inseguridades propias mediante la manipulación. No es ofrecer cargas, sino un crecimiento interior.

Entonces, es preciso que empezar a renunciar a hacer las cosas como nuestro ego quiere y a disfrutar como suceden. Así despertará la verdadera conciencia del amor, esa que deja de luchar para dar paso a la espontaneidad del día a día, a una libertad donde no hay apegos y donde cada uno es dueño de sí mismo, y a su vez, parte de un proyecto en común.

No se puede olvidar que muchos somos un poco egoístas en materia afectiva. Pero si uno se deja llevar por esta forma de ser , nunca verá la realidad de las cosas, sino solo las necesidades propias necesidades y las sensaciones negativas que ello genera.