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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Bolivia, clave para confirmar la teoría del escritor Julio Verne

Un grupo de científicos realizó un estudio basado en un sismo registrado en el país hace más de 20 años. La investigación develó nuevos datos sobre el interior de la Tierra.
Bolivia, clave para confirmar la teoría del escritor Julio Verne


“Puede calcular el lector la sensación que produciría en Hamburgo la vuelta del profesor Lidenbrock. Gracias a las indiscreciones de Marta, la noticia de su partida para el centro de la tierra se había esparcido por el mundo entero. Pero nadie la creyó, y, al verle de regreso, tampoco se le dio crédito”, narra Julio Verne casi al final de su exitosa novela “Viaje al centro de la Tierra” de 1864.

La historia cuenta las aventuras del profesor Lidenbrock, su sobrino Axel y el guía Hans Bjelk, quienes, siguiendo un manuscrito de Arne Saknüssemm de siglo XVI, se adentran al globo terráqueo por un volcán y descubren una serie de maravillas.

Tal parece que el escritor francés no estaba tan lejos de la realidad. Hace una semana se publicó en la revista Science, una investigación que revela la existencia de cadenas de montañas a 660 kilómetros bajo la superficie terrestre. Para tal hallazgo no se necesitó llegar hasta el interior del planeta, sino basarse en un terremoto antiguo ocurrido en Bolivia.

BOLIVIA: PUNTO DE PARTIDA

Era el 9 de junio de 1994 y Bolivia se convertía en el epicentro de uno de los temblores más fuertes de Sudamérica de los que se tiene conocimiento. El sismo alcanzó un 8.2 en la escala de Richter y se originó a una profundidad cercana a los 650 km.

La magnitud fue tal, que las réplicas llegaron hasta Norteamérica y tuvo consecuencias en varios países aledaños. Además, fue de los primeros terremotos en ser medidos con una nueva red de monitores que reveló detalles sin precedentes del fondo de la Tierra.

Ahora, más de dos décadas después, la sismóloga Jessica Irving de la universidad de Princeton en Estados Unidos se unió a Wenbo Wu, investigador del Instituto de Tecnología de California y a Sidao Ni, investigador del Instituto de Geodesia y Geofísica de China para desarrollar el estudio que tuvo como pieza clave el hecho ocurrido en Bolivia.

Este nuevo hallazgo se constituye en un gran avance en materia de geología y permite comprender mejor el funcionamiento de la Tierra desde el interior.

El estudio de la topografía profunda es posible debido a la propiedad de las ondas que se desplazan por toda la Tierra durante un terremoto. De la misma forma que la luz rebota en un espejo (se refleja), o se dobla (refracta) al atravesar un prisma, las ondas sísmicas se reflejan o refractan cuando se topan con rugosidades.

Estos datos permiten mapear las carácterísticas del terreno a cientos de kilómetros de la superficie. Se conoce comúnmente que las capas de la Tierra son la corteza, el manto y el núcleo. Pero, además, hay una zona de transición entre la parte superior y la parte inferior del manto. La base de esa zona no tiene un nombre formal y es conocida simplemente como "frontera de 660 km" haciendo honor a la profundidad a la que se encuentra.

Después de un proceso de indagación, los investigadores descubrieron que la parte superior del sector de transición, una capa ubicada 410 kilómetros hacia abajo, es en su mayoría suave, pero la base de esta zona, 660 km hacia abajo, en algunos lugares es mucho más áspera que el promedio de la superficie global.

"En otras palabras, una topografía más fuerte que las Montañas Rocosas o los Apalaches está presente en el límite de 660 km", dijo Wu.



SACUDIR TODO EL PLANETA

Para mirar profundamente en la Tierra, los científicos usan las olas más poderosas del planeta generadas por terremotos masivos, superiores a una magnitud de 7.0 en la escala de Ritcher, ya que las ondas de choque que envían en todas las direcciones pueden viajar a través del núcleo hacia el otro lado del globo, y viceversa.

“Los terremotos tan grandes no aparecen a menudo", explicó Irving. "La sismología es un campo diferente de lo que era hace 20 años, entre instrumentos y recursos computacionales", dijo. Los sismólogos y científicos de datos usan computadoras potentes, incluido el grupo de supercomputadoras Tiger de Princeton, para simular el complicado comportamiento de las ondas dispersas en la Tierra profunda.

"Sabemos que casi todos los objetos tienen asperezas en la superficie y, por lo tanto, dividen la luz. Es por eso que podemos ver estos objetos: las ondas dispersas llevan la información sobre la rugosidad de la superficie. En este estudio, investigamos las ondas sísmicas que viajan dentro de la Tierra para conocer la rugosidad del límite de 660 km del manto", afirmó el investigador chino.



MONTAÑAS MÁS ALTAS

Los científicos constataron que entre la parte superior e inferior del manto terrestre existe una cadena montañosa extraordinariamente escarpada.

"Estamos hablando de una topografía a 660 km de profundidad que es más irregular que la de los Montes Apalaches o las Montañas Rocosas" indicó Wu.

Su modelo estadístico no permitía realizar determinaciones precisas de altura, pero existe la posibilidad de que estas montañas sean más grandes que cualquier otra en la superficie de la Tierra. Su rugosidad no se distribuye por igual. De la misma forma que en la parte superior de la corteza, tiene espacios lisos, profundidades ásperas y montañas masivas. Los investigadores también examinaron una capa 410 kilómetros hacia abajo, en la parte superior de la "zona de transición" y no encontraron una rugosidad similar.

“Encontrar cambios de elevación de 2 millas (1 a 3 km) en un límite que tiene más de 400 millas (660 km) de profundidad usando olas que viajan por toda la Tierra es una hazaña inspiradora. Sus hallazgos sugieren que a medida que se producen los terremotos y los instrumentos sísmicos se vuelven más sofisticados y se expanden a nuevas áreas, continuaremos detectando nuevas señales a pequeña escala que revelan nuevas

propiedades de las capas de la Tierra", señaló la sismóloga Christine Houser, del Instituto de Tecnología de Tokio, en un comunicado divulgado por la Universidad de Princeton.



DESCUBRIMIENTO REVELADOR

La presencia de rugosidad en el límite del manto tiene implicaciones significativas para comprender cómo se formó y sigue funcionando nuestro planeta. Durante años, los geo- científicos han debatido qué tan importante es ese límite. En particular, han investigado cómo viaja el calor a través del manto: si las rocas calientes se transportan suavemente desde el límite del núcleo (casi 3.200 kilómetros hacia abajo) hasta la parte superior del manto, o si la transferencia se interrumpe en este punto.

Algunas evidencias geoquímicas y mineralógicas sugieren que el manto superior y el inferior son químicamente diferentes, lo que apoya la idea de que las dos secciones no se mezclan térmica ni físicamente.

Otras observaciones sugieren que no hay diferencia química entre el manto superior e inferior, por lo que participan en el mismo ciclo de transferencia de calor.

"Nuestros hallazgos proporcionan información sobre esta pregunta", dijo Wu. Sus datos sugieren que ambos grupos podrían estar parcialmente en lo cierto. Las áreas más suaves del límite de 660 km podrían resultar de una mezcla vertical más completa, mientras que las áreas montañosas más escarpadas pueden haberse formado donde el manto superior e inferior no se juntan.

Además, la rugosidad que encontraron los investigadores, que existía en escalas grandes, moderadas y pequeñas, podría ser causada teóricamente por anomalías de calor.

Estas diferencias originaron la introducción de rocas que solían pertenecer a la corteza, pero ahora descansan tranquilamente en el manto. Wu e Irving sugieren que los restos de estas losas ahora pueden estar justo por encima o por debajo del límite de 660 km.

"Lo que es emocionante de estos resultados es que nos brindan nueva información para comprender el destino de las antiguas placas tectónicas que han descendido al manto, y donde aún podría residir el material del manto antiguo", explicó Irving.

"La sismología es más emocionante cuando nos permite comprender mejor el interior de nuestro planeta tanto en espacio como en tiempo", finalizó.

Con este descubrimiento, Bolivia se ubica en el centro de una nueva ola de investigaciones relacionadas a seguir entendiendo el funcionamiento del planeta desde adentro. l