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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Marcelo Miralles, el orureño que fabrica y vuela sus propios aviones

Multifacético, innovador, soñador y perseverante son las palabras que definen a este hombre que está a poco de terminar la fabricación de su tercer avión. 
Marcelo Miralles, el orureño que fabrica y vuela sus propios aviones



Desde niño soñaba construir aviones y volarlos. A lo largo de su vida ejerció diferentes ocupaciones que le ayudaron a alcanzar el sueño que había surgido en la infancia. Marcelo Miralles Iporre nació en Oruro el 6 de agosto de 1970, dirige el periódico La Patria desde hace 10 años y el número de su casa es 1825.

Creció rodeado de su familia, lleno de aventuras y en compañía de sus amigos de barrio. En la niñez fue muy tímido, pero, gracias a las clases de nivelación de matemáticas que comenzó a dar a estudiantes de cursos inferiores, pudo ir superándolo por completo.

Es administrador de empresas, realizó cursos de pilotaje pivado y comercial hasta acumular las horas necesarias para volar. También pasó cursos para ser programador, instructor de vuelo y piloto de aviación, entre otros. Desde el año 2016 preside la Asociación Nacional de la Prensa.

La revista Así se contactó con este multifacético hombre para conocer su trabajo diario y su pasión por construir y volar sus propios aviones.

Así: ¿Cómo inició su afición por los aviones?

Marcelo Miralles (MM): Desde muy chico soñaba con construir y volar mi propio avión, tardes enteras me imaginaba volando y pensando en detalles de construcción, obviamente nada elaborados y bastante alejados de la realidad. Cuando tenía 10 años, mientras hacia travesuras con los compañeros del barrio, encontramos un montón de planos, rueditas, motores y madera balsa en el ático del taller del papá fallecido de unos amigos, Martín y Daniel Biggeman. Simplemente enloquecí y ellos gentilmente me cedieron ese tesoro. Ahí fue cuando comencé con el aeromodelismo y mi idea fija de lo que quería hacer en la vida.

Así: ¿Dónde aprendió a construirlos?

MM: Siempre fui muy curioso. Mi padre contaba que llegaba a desesperarlo con mis preguntas de “el por qué del porqué”, recuerdo que un día a mis seis años me trajo una enciclopedia Sopena y me dijo: “Preguntas demasiado, cuando no sepas algo busca aquí, el saber está en los libros, cuando agotes tu investigación recién me preguntas y ve-remos cómo averiguarlo”. Eso hizo que poco a poco me convierta en autodidacta, así aprendí la mayor parte de las cosas que hago en mi vida.

Así: ¿Cuántos aviones construyó hasta la fecha?

MM: Estoy en un 90 por ciento del tercero. El primero es una réplica de un Piper Cub, lo vendí en 2007 y ahora vuela en Santa Cruz. El segundo lo fabri- qué en Oruro, es un Zenith CH801 y actualmente lo vuelo. El tercero será un acrobático Vans RV4.

Así: ¿Tiene alguna anécdota de vuelo?

MM: Muchas, pero la que más me marcó por todo lo que aprendí es una falla de motor con fuego, despegando con avión lleno de Cochabamba hacia Tarija en un Boeing 727. La turbina 1 prácticamente se carbonizó, hubo contraexplosiones con llamaradas de fuego, despegamos con las que quedaban, hicimos los procedimientos y retornamos en un vuelo bajo pegado a los cerros circundantes a la laguna de La Angostura.

Tiempo después, uno de los pasajeros que estuvo sentado al lado de la turbina quemada nos mandó una plaqueta a cada uno por la pericia que salvó su vida; aún la conservo como recordatorio de lo vulnerables que somos como humanos ante la vida, pero, al mismo tiempo, como un incentivo de que las cosas bien hechas no solo traen felicidad para nosotros y nuestras familias, sino que también influyen y le dan valor a la vida de otros.

Así: Además de ser piloto, ¿qué trabajos más desempeñó?

MM: Hice de todo, cuando comencé mi carrera mis padres estaban comprando acciones del perió- dico (La Patria) y, por ende, endeudados hasta el cuello, no podían darse el lujo de tener un hijo estudiando el curso de piloto comercial, por lo que me pagaron el de piloto privado y solo el teórico del comercial. Mi obstinación por lo que quería hizo que trabaje de todo, para que, centavito a centavito, se conviertan en las horas de vuelo necesarias para trabajar en una línea aérea.

Fui serigrafista, fotomecánico, diagramador de periódicos y revistas, ayudante en las materias de Cálculo y Álgebra en la universidad, docente universitario en Finanzas, ayudante de mecánico de aviación y auditor interno de gestión de calidad, entre otras cosas.

Así: ¿Qué siente al volar sus propios aviones?

MM: El vuelo de prueba es una sensación indes-criptible entre ansiedad y felicidad, es lo mismo que cuando mandas a un alumno a volar solo por primera vez, es como dar a luz tu creación. Simplemente es maravilloso.

Así: ¿Hay algo que aún le falte hacer?

MM: Siempre hay algo por hacer, nunca fui un hombre de rutinas, me gusta experimentar y aprender, me encantan los retos grandes y mientras tenga un hálito de vida seguiré con cosas nuevas. No soy de los que planifico demasiado, paso a la acción con rapidez. Por el momento, mi reto inmediato es cambiar la forma de hacer perio-dismo en La Patria; a solo cuatro meses del centenario tenemos que cambiar de siglo con un nuevo enfoque periodístico acorde a lo que exigen las audiencias.

Así: ¿Hay algún episodio que lo haya marcado?

MM: El abrupto fallecimiento de mis padres. Vi que la fortaleza innata estaba ahí por la necesidad de seguir luchando por los que aún quedaron vivos en el accidente, entre ellos mi hermana Elena, mi cuñado y mis sobrinos.

Así: ¿Cuáles son los pilares en su vida?

MM: Perseverancia, honradez, orientación de servicio, dar un paso a la vez, tener metas altas y disfrutar cada día como si fuera el último l

Momentos valiosos

“El más importante fue la bendición del nacimiento de mis tres hijos; el segundo en importancia fue cuando decidí invertir los papeles de mi vida para vivir de la administración y complementarme con la aviación, debido a que eso me permitía compartir y convivir más con mi esposa Vanessa Zenteno, mis amados hijos Daniela, Alexia y Paolito y con mis padres Marcelo y Miriam que dejaron este mundo hace un año y ocho meses en un trágico accidente”, asegura Marcelo.

No me arrepiento de nada, realmente le saqué  el jugo a todo lo que hice en mi vida y pienso  que, por donde pasé, siempre dejé aunque algo positivo para los demás, eso otorga satisfacciones y reconforta el alma”, asegura Marcelo Miralles Iporre.