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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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EPIDEMIA DEL NUEVO SIGLO

Cinco importantes tecnopatologías

Cinco importantes tecnopatologías



Las nuevas tecnologías ya no son tan nuevas y las dos décadas, en las que la sociedad pasa gran parte del día a día delante de una pantalla no ha pasado desapercibido. Durante los últimos cinco años y en pleno boom tecnológico, seguro que te has percatado de cómo redes sociales, gadgets y similares han acabado transformando variados ámbitos de tu cotidianidad, es que las nuevas tecnologías se han convertido en una parte fundamental de nuestra vida, tanto así que resulta extraño conocer a alguien que no tenga en su poder un teléfono móvil de última generación, un perfil en la red social de moda o un ordenador portátil de gran capacidad.

El consumo excesivo de estas aplicaciones e instrumentos han agilizado ciertos procesos e implícitamente se vio la aparición de nuevas enfermedades, como las patologías mentales y físicas derivadas.

Es que la salud de las personas no tolera los excesos, tampoco los tecnológicos. Por este motivo, se han ido presentando las llamadas tecnopatías o enfermedades tecnológicas, muchos de los pacientes miran su teléfono móvil hasta 150 veces al día y desperdician de media 33 horas a la semana utilizando dicho dispositivo. ¿Qué nuevas enfermedades han nacido tras este fenómeno?

Empezaremos por aquellas que repercuten directamente en el cuerpo del techie en cuestión; es decir, en las que afectan a su vista, coordinación, y demás.

La tensión ocular, por ejemplo, es una de ellas y se manifiesta en aquellos que pasan muchas horas frente a una pantalla (tanto del smartphone como la de la tableta y el PC). Es importante que el lugar se encuentre correctamente ventilado, que no se abuse de la calefacción y que no se fume en la zona ni se lleven a cabo otras actividades que podrían agravar la irritación.

Tendinitis 

Dolor de manos

Las tendinitis fruto de un tecleo o uso del mando de la consola excesivo son también muy habituales y no dudan en adaptar su nombre. Así, la nintendinitis, la whatsappitis y similares, se encuentran a la orden del día.

El quid de la cuestión no solo radica en el abuso, sino también en que algunos smartphones y controladores obligan a adoptar posturas poco naturales y forzadas.

El resultado directo es la inflamación de los tendones.

Por supuesto existen alternativas como el uso del reconocimiento de voz para escribir o las notas de voz en la citada plataforma de mensajería instantánea. Aunque lo ideal es que dejes de pasar tantas horas tecleando. El grupo más afectado es el de los adolescentes entre 13 y 18 años.

Directamente relacionada con las anteriores, se encuentra la nedrinitis palmar caracterizada por la inflamación, aparición de manchas rojas en las manos después de un uso muy reiterado de algunos dispositivos.

Otra afección que tiene lugar en estas extremidades -típica en esta franja de edad- y que se caracteriza por la inflamación y aparición de manchas rojas en las manos después de un uso prolongado de ciertos dispositivos.

Pérdida de audición

Pero los ojos y las manos no son las únicas perjudicadas, sino que cabe hablar también de la sordera o pérdida de audición prematura, fruto de la escucha de música a un volumen demasiado elevado. Y es que los BPM (beats per minute) pueden llegar a provocarla: cuantos más BPM tenga una canción, mayor será la probabilidad de perder capacidad auditiva.

¿La razón? Que el tímpano deberá realizar un esfuerzo extra para recibir las ondas.

La música electrónica, por ejemplo, cuenta con mayor BPM, de manera que sería preferible que la escucharas a un volumen más bajo y la intercalases con otras piezas más tranquilas.

En caso de que presentemos algún principio de pérdida de audición lo que debemos hacer es recurrir primero al otorrinolaringólogo o al audiólogo para que realice una audiometría que permite conocer qué tanto escuchamos y la calidad con lo que lo hacemos.

No se trata de señalar como responsables a los reproductores de música, sino hacernos responsables del cuidado de nuestra salud para así evitar adquirir una discapacidad auditiva que puede mermar considerablemente la calidad de vida.

Síndrome de la vibración fantasma

El síndrome de la vibración fantasma y la nomofobia tienen que ver con la dependencia del smartphone.

Respecto a esta primera, no se trata exactamente de una enfermedad, sino de la sensación que tiene el sujeto de que constantemente su teléfono está vibrando. Pero lo que está pasando según esta teoría, la razón que justifica la existencia del síndrome de la vibración fantasma no es otra que la anticipación del cerebro humano, de algo que no está ocurriendo en realidad. Nuestro cerebro odia que perdamos una notificación o una llamada. Por ello, tiende a interpretar la situación de forma errónea, haciéndonos creer que hemos sentido una vibración cuando, no ha sido así.

La nomofobia, por su parte, es un tanto más grave, pues implica que la persona sentirá ansiedad cuando olvide su celular en casa, lo pierda, se quede sin batería, o este a punto de hacerlo.

Por desgracia y según los expertos, se trata de una de las patologías tecnológicas más arraigadas, ya que afecta a más del 65 por ciento de los usuarios. En todo caso, se trata de un miedo exagerado, irracional a que esto ocurra; hasta tal punto que puede acabar en una crisis de ansiedad.

Adicción a las redes y síndrome FOMO

No podía dejar de mencionar las patologías de corte psicológico como la adicción a las redes sociales y el síndrome FOMO (Fear Of Missing Out), la sensación de perderse algo.

Este síndrome se describe generalmente como un tipo de ansiedad social, por el que tendríamos el deseo de estar continuamente conectados y sabiendo en todo momento lo que otros están haciendo, para no perder detalle.

La inmediatez que presentan las nuevas tecnologías es lo que favorece esta posible obsesión por estar siempre informados. “Las aplicaciones de redes sociales sí que favorecen este síndrome porque se aprovechan del fenómeno saldo: es algo que está rebajado pero solo hoy lo puedes comprar”, detalla Azor. “Esto hace que la prioridad cambie, porque si no veo la publicación ahora no lo podré hacer”.

Y aunque esta primera parece más obvia, lo cierto es que los perfiles pueden variar tremendamente en función de la comunidad.

Es decir, los de Twitter suelen ser personas con interés en la actualidad, impacientes por interactuar en el momento; mientras que los likes de Facebook y su uso implican cuestiones relacionadas con la aceptación social.

El síndrome FOMO apunta precisamente en esta dirección pues quien lo padece sufre por miedo a quedarse fuera; es decir, por ser incapaz de evolucionar al ritmo que lo hace la tecnología, por no tener el último móvil del mercado, haberse perdido un vídeo viral de YouTube, desconocer las tendencias de las comunidades virtuales y demás.