Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 18:25

UNA ALTERNATIVA ECOLÓGICA SOSTENIBLE

Huertos urbanos, agricultura natural en casa

Nueva tendencia. Algunas personas están empezando a cultivar verduras en sus domicilios particulares. Esto mejora la calidad de su alimentación, protege al medioambiente y ayuda en su economía.
Huertos urbanos, agricultura natural en casa



Muchas personas quisieran tener verduras frescas a la mano, pero se conforman con comprarlas en mercados, ferias o supermercados. Mientras que otras están aprendiendo a producir sus propios vegetales, en el patio de su casa o su terraza, técnica que se conoce con el nombre de huertos urbanos. 

Estos espacios domésticos, además de ser una terapia para generar cambios positivos en la vida de estas personas, les permite alimentarse mucho más saludable, incluso llegando a lo orgánico. También puede significar un ahorro de dinero, que es algo que nunca cae mal a la economía de un hogar, y -lo principal- colaborar con el cuidado del medio ambiente, a través del reciclaje y la descontaminación.

Para crear un huerto urbano, no se necesita grandes parcelas de terreno, solo unos metros de jardín o un poco de espacio en el balcón o la terraza, y -sobre todo- voluntad para aprender y dedicarse al cuidado de las plantas.

En la actualidad, hay una tendencia internacional para desarrollar una política eficaz y sustentable de los vegetales de autoconsumo, entre los que se encuentran las plantas medicinales, hortalizas, aromáticas o frutales.

Ana María Bayro, ingeniera agrónoma, propietaria de la empresa “La huerta feliz”, asegura que la cultura de los huertos urbanos se ha ido extendiendo gracias a movimientos ecologistas o por necesidad.

“El cosechar nuestra propia verdura sabiendo qué y cómo se cultiva es algo que hoy día es valorado de sobremanera”, señala la experta.



Volviendo a la tierra

Hace un par de años, cuando la obra fina de la casa de Jorge Guzmán y Carola Cabero estaba en etapa final, apareció una disyuntiva entre la pareja.

Por un lado, uno quería tener un jardín en el patio posterior, mientras que el otro soñaba con un pequeño huerto urbano que les permita cuidar la alimentación de sus dos hijos.

El movimiento de agricultura urbana ha sido muy bien recibido en diferentes grupos de edades, clases sociales y países que han adoptado sistemas de producción de alimentos.

Jorge Guzmán, propietario de un huerto urbano, cuenta que su familia tenía un espacio de unos seis metros de largo por tres de ancho. Allí, se animaron a plantar zapallo, brócoli, beterraba, zanahoria, rábano, tomate y otros. Este año cosecharon por segunda vez.

María Teresa Larraín, jubilada del magisterio, no está consciente de que es propietaria de un huerto urbano, ya que en diferentes lugares de su jardín cultiva varios productos como: tomate, espinaca, zapallo, una variedad de ají verde y locoto criollo, las dos últimas en macetas. “No hay que cuidarlas mucho, solo no hay que hacerles faltar agüita”, asegura la exprofesora, quien comenzó a notar la presencia de sus plantines, a los meses que regaba sus plantas ornamentales con el agua que lavaba las verduras o el batán.

“Se han debido quedar las semillas en el agua y como yo las botaba al patio, germinaron, desde entonces, comenzaron a proliferarse”, recuerda. Los fines de semana se dedica a deshierbar y vigilar a su producción.

De igual manera, Fabiola Coca tiene un huerto urbano de plantas aromáticas en el patio de su casa, solo que esta vez en macetas. Ella relata que comenzó esta actividad sin darse cuenta y que ahora, además de sus cinco hierbas aromáticas, cultiva áloe vera y paltas; además de cuidar al limonero, la granada y el parral de uvas que ya tenía en la casa que habita actualmente.

“Este pasatiempo lo comparto con mi prima Isabel Rojas, ambas nos aficionamos por los jugos de frutas con hierba buena y nos fuimos comprando plantines. Comenzamos con tres especies de plantas aromáticas y ahora estamos pensando cultivar algunos vegetales en mi huerto. Nos gusta mucho esta afición, porque en poco tiempo se ven los resultados”, añade.

la seMILLA

Actualmente, el concepto de espacio ha sido relegado a segundo plano, ya que se puede tener un huerto en casa y cultivar en espacios reducidos, solo hay que organizarse y así aprovechar al máximo cualquier oportunidad y quizá hasta se puede optar por el cultivo vertical.

“Hay diferentes modos de producir, solo es cuestión de animarse y de aprender los cuidados básicos de las plantas. Lo que sí se recomienda es que el espacio que se elija para cultivar las hortalizas tenga una exposición solar de más o menos cinco horas de luz directa y tener cerca una pila de agua”, mencionó la agrónoma.

Hay que recordar que las plantas realizan la fotosíntesis mediante los rayos solares, por lo que mientras más luz les llegue, más energía podrán utilizar y las verduras tendrán más sabor.

Carola Cabero, preocupada por la alimentación saludable de sus hijos, impulsó su huerto y tras preparar la tierra, siguiendo los consejos de su padre, se fue a buscar las semillas al mercado Calatayud. Detrás del sector de venta de papa, las caseritas comercializan una amplia variedad de semillas de lechuga, acelga, zanahoria, rábano y muchas más. 

“Ahí venden por gramos y cuesta desde dos bolivianos. Además se puede escoger las semillas que uno desea cultivar”, explica Cabero.

Por otra parte, Fabiola Coca cuenta que ella empezó con plantines que adquirió en las ferias de fin de semana y que unas cuantas se fueron propagando hasta llegar a llenar la maceta. “Sacamos lo que necesitamos y vuelve a crecer. Tener un huerto en casa es contar con productos frescos y además que sabemos que no tienen químicos”.

Como pueden leer, iniciar este saludable camino hacia el huerto urbano no es complicado, solo se requiere semillas o plantines.

Impacto medioambiental

Ana María Bayro enfatiza que los huertos se han convertido en una alternativa sostenible para la producción de verduras frescas y un hobby apasionante y educativo para los pequeños.

“Los huertos urbanos son una respuesta positiva en el tema de seguridad alimentaria. Con las inudaciones en las zonas agrícolas del Valle, deberíamos empezar a cultivar, porque se dañaron muchos cultivos y el precio de las verduras se elevará”, enfatizó la agrónoma.

Hay que ser conscientes de que al ingresar a este tipo de agricultura se ayuda a reducir el impacto medioambiental que los humanos generamos, ¿de qué manera?, aprendiendo a reciclar los envases y usar como maceteros, transformar los restos orgánicos en abonos y también no contaminando el suelo o el agua con agroquímicos.

“Cultivar vegetales es una forma de reducir la huella ecológica y el impacto medioambiental que nosotros mismos producimos. Así somos más respetuosos con el entorno a la vez se produce alimentos saludables”, asegura.

Con el cultivo de estas y otras plantas se contribuye a la liberación de más oxígeno. Además, los alimentos orgánicos son más nutritivos y lo mejor de todo se descubre una alimentación alternativa y también se crean ecosistemas, porque las plantas se relacionan entre sí y con los insectos, permitiendo la posibilidad el desarrollo de la fauna y flora local.

Otros beneficios

Carola Cabero asegura que desde que tiene su huerto compra menos verduras en el mercado o aquellas que no tiene y no están de temporada.

“Esto también me ayuda a ahorrar y tener algo más de efectivo para otras necesidades familiares”, enfatiza.

El cultivo de los huertos urbanos brinda satisfacción personal pero, principalmente, la posibilidad de desarrollar una actividad en familia, donde padres e hijos tienen objetivo común, que es vivir bajo una modalidad de cuidado del medioambiente.