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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:31

Cuando se confunde tristeza con cansancio

Desgano. La pena genera en nuestro organismo una disminución de energía notable. Además, sentimos la necesidad de evitar las relaciones sociales, nos incomodan y preferimos el rincón de la soledad..<BR>
Cuando se confunde tristeza con cansancio



A veces nos sentimos desafinados, envueltos en una cotidianidad de grises y blancos, vacía y sin sentido. Cuando nos preguntan qué nos pasa decimos que estamos cansados, solo eso y nada más. Sin embargo, bajo ese agotamiento sin forma ni razón se esconde la tristeza, esa amiga cenicienta que se instala sin permiso

en la mente y el corazón para inocularnos la apatía y el recogimiento.

Admitámoslo, todos hemos vivido en algún momento esta misma situación. Cuando al cansancio se le añade esa emoción pegajosa, lánguida

y profunda como es la tristeza, uno no duda en ocasiones en acudir al “doctor Google” en busca de un posible diagnóstico. Al instante nos aparecen términos como “depresión“, “anemia”, “hipotirodismo”, etc.

Cuando la tristeza se instala en noso-tros la concebimos al instante como

algo equivocado o patológico de lo que liberarnos al instante como quien se sacude el polvo o la suciedad de la ropa. No nos gusta y queremos defendernos de ella sin detenernos siquiera a entender su anatomía, a profundizar en sus melancólicos recovecos para adquirir un aprendizaje mucho más profundo de nosotros mismos.

De hecho, se nos olvida a veces que la tristeza no es un trastorno, que tristeza y depresión no son lo mismo. Mientras esta emoción no se prolongue en el tiempo y no interfiera de manera continuada nuestro estilo

de vida, tenemos una buena oportunidad, por paradójico que resulte,

para avanzar y crecer como personas.

Siempre estamos agotados, pero bajo ese cansancio puede haber algo más.

A veces pasamos épocas así, esas

en las que nos acostamos cansados y nos levantamos de igual modo. Podemos ir al médico, y sin embargo, los análisis nos dirán que no hay de-sajuste hormonal, ni déficit de hierro ni ninguna otra patología de origen orgánico. Es muy posible que el profesional de la salud nos indique que tal vez sea el cambio de estación,

una pequeña distimia típica del otoño o la primavera. Algo leve y que se

podrá resolver con un tratamiento farmacológico puntual en el tiempo.

Ahora bien, hay estados emociona-les que no requieren en absoluto

del auxilio de la farmacopea para

ser resueltos. Sin embargo, al experimentar su impacto psicosomático

en nuestro cuerpo es normal que

nos asustemos, y cometamos el error de tratar el síntoma sin abordar primero el foco del problema: La tristeza.

¿Por qué nos sentimos cansados cuando estamos tristes?

Los mecanismos cerebrales que rigen nuestros estados emocionales se diferencian bastante entre sí. Mientras, la alegría o la efusividad originan toda una serie de conexiones e hiperactividad en nuestras células y regiones cerebrales, la tristeza es mucho más austera y prefiere economizar en recursos. Sin embargo, lo hace por un fin muy concreto.

Es interesante saber además que la estructura que asume el control en nuestro cerebro es la amígdala, pero cuidado, solo una parte de ella, en con- creto, la parte derecha.

Esta pequeña región cerebral es la que nos induce esa sensación de recogimiento, de cansancio físico… Toda esta bajada de energía tiene en sí mismo un fin: Favorecer la introspección.

Asimismo, los estados de tristeza reducen nuestra capacidad de atención en todos esos estímulos exteriores que nos rodean. Esto es así por una razón más que evidente: el cerebro nos intenta decir que es momento de detenernos y pensar, de reflexionar en ciertos aspectos de nuestra vida.

Cosas que debemos aprender sobre estos estados ocasionales asociados a la tristeza.

La tristeza ocasional, esa que nos abraza durante unos días y que nos hace sentirnos cansados, apesadumbrados y desconectados de nuestra realidad es algo que no podemos desatender. Tratar los síntomas, resolver nuestro cansancio con vitaminas o nuestra cefalea con analgésicos no sirve de nada si no llegamos a la auténtica raíz del problema. En caso de no detenernos y atender qué es lo que nos enturbia, molesta o nos preocupa, es posible que ese ovillo se haga más grande y la tristeza más extensa. Por lo tanto, nos puede ser de utilidad reflexionar en una serie de dimensiones sobre esta emoción que nos aclararán detalles.

Lejos de ver la tristeza como un trastorno a tratar, debemos verla como una voz interna a la que escuchar, como una emoción valiosa y útil que se constituye como esencial para el crecimiento del ser humano.

Virtudes

*La tristeza es una advertencia. Lo señalábamos antes, la pérdida de energía, el estar cansados y faltos de recursos mentales para desenvolvernos en el

día a día son solo síntomas de un problema eviden-te que debemos resolver.

* La tristeza

como resultado del desapego.

En ocasiones, el cerebro ya nos está avisando de algo que nuestra mente consciente no termina de asumir: “es momento de dejar esa relación”, “ese objeti-vo que tienes en mente no va a cumplirse”, “no eres feliz en ese trabajo, te estás quemando, te están vulnerando. Tal vez debas dejarlo”.

* La tristeza

como instinto

de conservación. A veces, la tristeza nos invita a “hiber- nar”, a desconectar temporalmente de nuestra realidad para conservar recursos… Es algo común cuando, por ejemplo, sufrimos una decepción, ahí donde siempre será más saludable reflexionar unos días en íntimo

recogimiento

con el fin de salvaguardar nuestra autoestima

e integridad…