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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Lecturas sutiles ¿Y si Hitler hubiese conocido a Freud

Lecturas sutiles ¿Y si Hitler hubiese conocido a Freud

Circula en Facebook un artículo que sostiene que Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, conoció a un niño de seis años llamado Adolf Hitler. Cuando leí la nota me invadió la duda: “¿Se conocieron, entonces? Imposible, no lo creo”, pero a fin de cuentas, no es tan inverosímil, ya que ambos vivieron en Austria en la misma época. De hecho, parece que este encuentro sí se produjo de alguna manera. 

Un niño llamado Adolf Laurence Marks y John Forrester, biógrafos de Freud, confirman la veracidad de esta información. La historia sucedió así.

En 1895, Eduard Bloch, el médico de la familia Hitler, consultó sus inquietudes sobre el pequeño Adolf con el maestro vienés. Al parecer el niño se comportaba inadecuadamente, además tenía unas pesadillas horrorosas en las que caía en abismos negros como la noche, u otras donde era flagelado cruelmente. La recomendación fue tajante: internación en una institución psiquiátrica por seis meses.

Obviamente esto nunca sucedió. Alois Hitler, el padre del dictador, se negó a acatar la sugerencia; eso habría puesto en evidencia el maltrato físico y psicológico al que sometía a su hijo. Los investigadores cuentan una anécdota: Adolf, cansado de los abusos de su progenitor, intentó fugarse de su casa por una ventana, en la cual se enganchó.

Su padre al verlo, convocó a toda la familia para

que se riera de él, el niño lloró durante tres días.

En cualquier caso sabemos cómo terminó todo:

la tragedia estaba en curso.

FREUD Y EL NAZISMO

Si bien Freud nunca conoció personalmente a Hitler, vivió muy de cerca el nazismo. En 1938, Austria fue anexada a Alemania en la denominada Anschluss. Aquel 12 de marzo, los ejércitos alemanes fueron recibidos con vítores y rosas por los vieneses.

Freud amargado y furioso escribió esa noche una condena en su diario: Finis Austriae, el fin de Austria. A partir de entonces comenzó el calvario del viejo doctor debido a que era judío.

Eso brevemente, pues hay muchas anécdotas en el medio. Mencionó una que da cuenta del temple de Freud. Al final de esta travesía, dando su brazo a torcer, acepta dejar todo en Viena, y exiliarse en Inglaterra. Los nazis aceptan con la condición de que firme un documento que testimonie sobre los buenos tratos que recibió. Freud apelando al sarcasmo anotó: “Le recomiendo calurosamente a todo el mundo la camaradería de la Gestapo”. Al final partió con 15 personas, dejando otras tantas: sus cinco hermanas murieron y sufrieron los horrores de los campos de concentración.

¿Y si Hitler se hubiese psicoanalizado?

La pegunta que nos precede permite una reflexión final. El psicoanálisis devela la particular relación entre el goce y el sujeto mediante la promoción del decir, permitiéndole a uno reconstruir una realidad con la que se pudo soportar el mundo. Este constructo es destituido al final, y uno debe reelaborarse de nuevo. Quizás el encuentro con un psicoanalista hubiera podido re-hacer a un Hitler, pues habría conmovido los cimientos de su dogma.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio, responsable de la columna, al correo [email protected]

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