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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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EL TERRITORIO INDÍGENA ES CADA VEZ MÁS AMENAZADO

El último tesoro de los pueblos

Derechos humanos. Cada 9 de agosto, con motivo de la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, las organizaciones mundiales realizan un balance de los avances que se han hecho en favor de estos grupos; este a&ntil
El último tesoro de los pueblos



Las tierras ancestrales y los antiguos conocimientos que han generado se han convertido en el siglo XXI en el último gran tesoro de las históricamente amenazadas comunidades indígenas de Latinoamérica, que ahora luchan contra la expansión de la actividad agrícola, el modelo extractivo y el despojo.

Se trata de una verdadera amenaza que agudiza otros problemas, como la pobreza, que afecta al 43 por ciento de los hogares indígenas latinoamericanos -más del doble que el resto de la población-, las enfermedades para las que no tienen resistencia y la pérdida de la cultura, incluida su propia lengua.

Aunque hace más de 500 años se creía que en la región permanecen escondidos numerosos tesoros prehispánicos, para estas comunidades la gran riqueza está en la tierra, porque allí está la "vida y cumple todas sus necesidades espirituales y materiales", dijo a Efe Fiona Watson, activista del movimiento global Survival, con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

“Pero la historia los ha llevado a enfrentar a los poderosos intereses económicos en su lucha por el reconocimiento, la autonomía y la supervivencia”, explicó la investigadora británica al denunciar el actual “robo de tierras, facilitado por gobiernos hostiles e impulsado por grandes industrias agropecuarias”.

Según Watson, “los madereros, los ganaderos y las empresas agrícolas ven las tierras indígenas como sus posibles bienes y las personas que viven en ellas como una molestia”.

ÁREAS PROTEGIDAS

Datos del Banco Mundial (BM) indican que, aunque cerca del 45 por ciento de Latinoamérica es área protegida bajo un marco legal y el 21,5 por ciento de ese porcentaje se considera territorio indígena, hay “pocas garantías reales”.

Para Survival, el impacto más grande lo causa la industria extractiva, ya que “algunos grupos de mineros y madereros tienen una larga historia, no solo de violencia y robo de tierras, sino también de propagación de enfermedades a las cuales las tribus no contactadas o recientemente contactadas no tienen resistencia”.

La extracción ilegal también se ha extendido, ocasionando deforestación, contaminación de ríos y violencia, alerta el informe del BM “Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI”, en el que se estima que una quinta parte de la cuenca Amazónica tiene potencial minero, es decir 1.6 millones de kilómetros cuadrados, 20 por ciento de los cuales son, como debía esperarse, tierras indígenas.

“La industria extractiva entra en conflicto directo con la propiedad de la tierra y con la forma de concebir el territorio, transformando al indígena, de productor de sus propios medios

de subsistencia a trabajador para otros”, aseguró Luis Dávalos, especialista en pueblos indígenas de la organización The Nature Conservancy (TNC).

Además, “hay una ´cultura de la democracia´, que amenaza la supervivencia de sus prácticas tradicionales”, agregó Dávalos, al indicar que, por ejemplo, en el proceso de integración a la economía de mercado reemplazan su lengua por idiomas oficiales.

VULNERABLES

El cambio climático también se ha enfilado contra esta población, potenciado por la deforestación a gran escala en zonas y ecosistemas vulnerables y de frontera donde ellos habitan.

“Aunque los indígenas son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, también son actores clave en los esfuerzos de mitigación y adaptación contra este flagelo debido a su conocimiento tradicional y ocupaciones únicas”, aseguró en su momento el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric.

Davi Kopenawa, chamán y portavoz internacionalmente reconocido del pueblo yanomami en la Amazonía brasileña, ha denunciado cambios en el medio, del que las tribus han dependido y protegido durante milenios, y asegura que de seguir va acabar con la caza tribal, la pesca y la agricultura.

Estos hechos, sumados o aislados, amenazan la supervivencia indígena en Latinoamérica, donde, según datos de Survival, ya hay algunas tribus con tan pocos miembros que es difícil ver un futuro para ellas.

Por ejemplo, los Akuntsu, en la Amazonía de Brasil, solo cuentan con cuatro personas después que el resto de la tribu fuera masacrada, expresa la organización. De acuerdo con la última ronda de censos disponible, en 2010 había alrededor de 42 millones de indígenas en América Latina, un 7.8 por ciento de la población total. México, Perú, Guatemala y Bolivia tenían las poblaciones más extensas, abarcando más del 80 por ciento del total (34.4 millones).

Según Survival, Brasil es ahora el país con el mayor riesgo porque “el Gobierno es abiertamente antindígena y está estrechamente ligado al lobby ‘ruralista’”. “En Venezuela la situación también es bastante mala y en Paraguay, los Ayoreo enfrentan una deforestación terriblemente alta”, todo ello en medio de una “violencia sistemática contra defensores de tierras indígenas extremadamente inquietante”, advierte Watson.

“Todos los pueblos tribales enfrentan una catástrofe a menos que su tierra sea protegida”, señala Watson al alertar que el panorama es más oscuro para las tribus aisladas, que son las comunidades más vulnerables del planeta.

Una década sin salir del papel



Por: Alejandra Rincón Moreno

Los derechos de las comunidades indígenas, materializados en la Declaración de la ONU de 2007, cumplen su primera década con avances reducidos y sin lograr salir del papel, pese a una reconocida utilidad que ahora necesita hacerse real.

El documento de la ONU, que celebra su nacimiento el próximo 13 de septiembre, fue decretado tras más de 20 años de discusiones y con la intención de proteger el derecho de los indígenas a vivir con dignidad, mantener y fortalecer sus instituciones y culturas y a perseguir su propio desarrollo en la medida que lo consideren.

Sin embargo, según analistas consultados por Efe, la “difícil” situación que afrontan los 370 millones de indígenas que viven en el mundo, en especial en Latinoamérica, refleja una “distancia” entre lo escrito en documentos como el de la ONU y su precursor Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y la realidad.

“Se han continuado dando normas que facilitan la inversión en territorios indígenas; no se reconoce aún la integridad de esos territorios, sino que el Estado es el que dispone; y, en términos de salud, hay situaciones tan graves que incluso afectan su continuidad sociocultural”, expuso la antropóloga peruana Beatriz Huertas, experta en tribus amazónicas.