Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 22:49

Emergencia climática

Emergencia climática

Las evidencias del cambio climático son crecientemente abrumadoras. No solo por lo sucedido en las últimas semanas en relación con las temperaturas, sino atendiendo a los informes de la Organización  Meteorológica Mundial, brazo de la ONU en estos asuntos

Parte de Europa, Oriente Medio, norte de África y suroeste de EEUU han tenido temperaturas extremas     en los últimos meses;            las temperaturas medias de la superficie de la Tierra y el mar han sido las más elevadas desde que hay instrumentos de medición; y los escenarios climáticos apuntan a olas de calor más intensas, frecuentes      y duraderas.
Esta es la nueva normalidad.
Los impactos del cambio climático que se esperaban para el futuro se están sintiendo ya de modo abrupto. No es un asunto de nuestros descendientes sino nuestro. Y no estamos preparados para ello. El cambio climático afecta en al menos cuatro terrenos: el ambiental (subida de temperaturas), el social (migraciones y crisis de los refugiados), el económico (se calcula que el 11 por ciento de los mercados de capital riesgo y el 15 por ciento de los mercados mundiales de bonos pueden ser "tóxicos" por estar directamente relacionados con los combustibles fósiles, superando su valor al de las hipotecas subprime que hicieron estallar la Gran Recesión), y de seguridad internacional

La salida de Trump del “Acuerdo de París” ha sido una desgracia, por la importancia cuantitativa que tiene EEUU en las emisiones de efectos invernadero pero, por otra parte, ha supuesto un revulsivo y una movilización militante en contra de sus tesis de muchas empresas, Estados, ciudades y otros

Pero se sabe poco de la ley de Cambio Climático y de Transición Energética. Una ley que debe asegurar el cumplimiento de los compromisos climáticos de reducción de emisiones; integrar el cambio climático como elemento transversal de las políticas sectoriales  y garantizar la coherencia entre la práctica del clima   y de la energética; que debe incorporar las políticas fiscales en línea con las recomendaciones de la Unión Europea y de la OCDE (más fiscalidad verde frente a menos fiscalidad del trabajo); y que debe proteger a los perjudicados que trabajan en los sectores asociados a los combustibles fósiles (los mineros). Es imposible que una reforma fiscal de hoy se abstraiga de los impuestos verdes.