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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Lecturas sutiles Y las palabras mágicas son…

Lecturas sutiles Y las palabras mágicas son…


RICO DEHNE

Lic. en Psicología UMSS

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A las palabras (no) se las lleva el viento: hay

tipos de palabras que quedan inscritas en el

alma, en el cuerpo, ya que estas palabras nos destruyen o edifican, nos hieren o curan, nos maldicen o bendicen es ahí donde reside su magia. Pero ¿a que llamamos “mágico”? Algo es mágico cuando logra algún efecto sobre una persona o cosa, algún beneficio, algo místico, paranormal. Dentro los cuentos infantiles se utiliza la palabra “abracadabra” para hacer aparecer y transformar objetos, en algunas rondas infantiles nos encontramos con palabras que piden a la naturaleza e invocan a la lluvia “que llueva que llueva la bruja está en su cueva“, pero nuestra interrogante es: ¿Qué palabras mágicas lograrán provocar un cambio en una persona?, ¿hay cambios mágicos?, ¿será una cuestión de tener “mente positiva” como nos dicen los libros de autoayuda?, ¿acaso un psicólogo a diferencia de un amigo o un familiar tiene las palabras mágicas para curarnos de nuestros males?

A muchos les ha pasado que cuando están muy angustiados han querido ir a hablar con alguien, puede ser con amigos, familiares, incluso se recurre a la religión, alguien de confianza, hay una clara necesidad de “descargar”, al cabo de unos minutos de haberlo hecho la persona siente una tranquilidad. Diríamos desde la psicología que hubo uno abreacción lo que significa un descargo de emociones y sentimientos mediante la palabra, pero en la mayoría de los casos mencionados anteriormente no hay un cambio, alivia por un tiempo, pero no modifica nada, la persona vuelve a sufrir de lo mismo y a quejarse de aquello que le ocurrió. Es así que No toda palabra cura, para que una palabra tenga ese fin, para tener una modificación terapéutica, debe ser una palabra diferente, debe ser escuchada desde un lugar distinto, ese lugar es el que un psicólogo clínico construye con su formación y su propio psicoanálisis, desde ese lugar esa palabra debe ser devuelta a un sujeto pero procesada de otra manera, esto puede ser demostrado en esos lapsus, equívocos del lenguaje que dejamos pasar a diario.

Un paciente decía en sus sesiones: “anoche hablando con mi papá, aj, disculpe quería decir con mi mamá, pues mi papá nos abandonó hace tiempo”, ese equívoco que un sujeto quiere botar a la basura se vuelve en un tesoro para el trabajo psicológico, pero qué sentido tiene ese equívoco, solo en un tratamiento terapéutico puede tomar el sentido de un sufrimiento oculto, inconsciente, en este caso el muchacho asiste al psicólogo porque tiene un malestar: “el no poder terminar ninguna carrera universitaria porque abandona todas sus materias”, en varias sesiones empieza a desenredar la palabra “abandono del padre” y “abandono materias” estas palabras traen una carga significativa para él y un recuerdo a la memoria, una frase del padre que antes de abandonarlo le fue dicha: “tu solo debes preocuparte de estudiar y salir profesional”, es ahí que algo de magia se produce pues desde una escucha psicológica entendemos la traba que tiene este sujeto en el estudio, donde se ve claramente que aún no se elaboró el abandono de aquel padre y se transformó en un síntoma que se ha desplazado en el “estudio”, la cura para este caso, será que el paciente pueda construir una nueva significación para el “abandono”, no hay psicólogos magos, pero sí palabras cargadas con significado “que tocan nuestra vida” que una vez trabajadas pueden producir transformaciones.

Todo sujeto tiene derecho a ser escuchado y estar conectado a la palabra desde el día que nace al día que muere. Pues a aquel que le cuesta más decir lo que siente, le es difícil comunicar sus emociones, sus preocupaciones, su amor, su odio. Puede generar y esto es comprobado estadísticamente enfermedades psicosomáticas. Tenemos derecho a asistir a un profesional que destrabe el padecimiento y el dolor, si bien el dolor es inherente de la condición humana, porque la vida nos somete a cosas que no podemos manejar, el padecimiento es evitable, es posible hacer que ese dolor no se eternice, no nos torture y así transitar mejor en la vida.



NOTA: Para cualquier consulta o comentario sobre La columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo [email protected] Visítanos en Facebook: LECTURAS SUTILES