Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 18:11

ORGULLO NACIONAL. CON LA PERSEVERANCIA Y DISCIPLINA DE LOS GRANDES, ESTE MÚSICO Y CANTANTE PACEÑO SE HIZO UN LUGAR EN LA HISTORIA MUSICAL DE BOLIVIA Y, EN ESPECIAL, LA CIUDAD A LA QUE CONSIDERA SU SEGUNDA TIERRA, COCHABAMBA.

Pío Tarifa V. La voz que vibra en la armonía

Pío Tarifa V. La voz que vibra en la armonía



UN TROVADOR BOLIVIANO

DE “NOCHERO” A “INDIO MUSICAL”

“Soy Tauro”, recalca Pío Tarifa

Vidaurre, después de indicar su fecha de nacimiento. No es una observación casual, como todos los nacidos bajo este signo zodiacal, su personalidad está regida por disciplina y tenacidad, cualidades que lo condujeron durante más de 50 años de carrera.

Fue el 19 de mayo de 1942 que Juan Tarifa y Marcela Vidaurre recibieron a Pío, su primer hijo, a quien luego se unirían sus hermanos Ramiro (†), Gina y Franz. Aunque Juan era un guitarrista aficionado, los niños Tarifa no estaban precisamente encaminados en la ruta musical, por lo que sus talentos surgieron de manera independiente.

“A los 16 años empecé a interesarme más por la música (...) Pero lo que más me gustaba era escuchar dúos y tríos, me gustaba la armonía que lograban”, rememora Pío, desde entonces fascinado por el canto de varias voces. Pero el interés no bastaba.

“Mi papá no quería que toque su guitarra, era sagrada, la colgaba y no podías tocar”, recuerda él, quien viene de esa generación que, de hecho, obedecía a los padres. Sin acceso a métodos de enseñanza, Pío se autoenseñó a tocar, mirando, repitiendo y sacrificando su tiempo libre para conseguir su propio instrumento. “Trabajé en una fábrica de guitarras por casi dos años, a cambio de una guitarra”, cuenta riendo, ahora puede reírse, en ese entonces, a sus 16 años, prácticamente lo explotaban.

ESTRENANDO LA GARGANTA

Después de terminar su formación humanística –en los colegios paceños “México”, “Ayacucho” y “San Calixto” – el año 1960 conformó el grupo “Los Nocheros” (al estilo del famoso grupo argentino), con el que ganaron suficiente notoriedad para tocar en escenarios como el Teatro Municipal de La Paz. “Estaba sonando mucho la música argentina, porque aparte de la linda melodía…¡la letra!, tenían un contenido que era pura poesía”, relata.

Posteriormente, tras dos años cantando y actuando con Los Nocheros, Tarifa formó otro recordado grupo: “Las Voces del Huayra”, que le posibilitó otra fase de crecimiento.

Fanático de la música romántica, Pío volcó su atención a escuchar las canciones de moda con más detalle. “Tanta era mi concentración que solo escuchaba la segunda voz, de esa manera aprendí a cantar como segunda”.

“Yo cantaba como primera voz, pero no había quien me lleve la segunda y es tan bonito lograr esa armonía de varias voces, primera y segunda”, explica Tarifa.

Seguidamente, a raíz de una invitación para tocar en Perú, los músicos actuaron en una radio limeña; gracias a ello fueron escuchados por agentes del sello discográfico Odeón, quienes les ofrecieron un contrato para grabar un long-play, para lo cual debían retornar a Lima. “Fuimos tan introvertidos y tímidos que no preguntamos, no averiguamos, así que fuimos como turistas”, lamenta, ya que cuando llegaron, al momento de oficializar los contratos, los ejecutivos les explicaron que no podían hacer sin una visa de trabajo. Sin desfallecer, los compatriotas comenzaron a legalizar su residencia, mientras grababan “a ocultas”.

Una vez terminado el trámite, terminaron el disco de larga duración y se presentaron en diferentes canales de televisión y teatros.

EL PODER DE LAS VOCES

Los cuatro años que Pío cantó con Las Voces del Huayra le aportaron experiencias y la necesidad de un nuevo reto. “En Lima conocí a los Hermanos Zañartu, que eran cuatro voces –dos mujeres y dos varones– cantaban lindo, y la armonía que lograban”, indica. Tras esa exposición a lo que el poder puro de las voces a capella se propuso conquistar esa esfera, por lo que formó el “Cuarteto Indio” –con René Ocampo, Julio Velásquez y Carlos López– con quienes, además de varios reconocimientos, cosecharon valiosas colaboraciones y amistades. “Me he dado el lujo de cantar con las mejores voces de Bolivia”, recuerda con orgullo, refiriéndose a grandes como Raúl Shaw Moreno (quien llegó a cantar con Los Panchos), al que considera “el mejor cantante boliviano que hemos tenido” en la música popular .

Con el tiempo, la salud de Tarifa comenzó a limitar su energía. Las muertes de Adolfo Albino y Ramón Morales (miembros del Cuarteto Indio en su momento) asestaron los golpes finales a la agrupación. Finalmente, Tarifa decidió trasladarse a Cochabamba, donde ya radica casi 33 años. “Ya soy qhochala”, comenta riendo.

Fue en la Llajta que el músico formó el grupo musical más cercano a su corazón: Scala, con sus hijos Marco y Cristian, que tenían 21 y 16 años cuando comenzaron a (como su papá en su adolescencia) “tomar en serio la música”. “¿Quieren cantar? Cantaremos pues”, les dijo Pío a los muchachos y, con esa apertura, la dinámica se ajustó; ya no podía ser solo papá, tenía que ser el disciplinado maestro que es con sus estudiantes de la Academia de Canto y Educación de la Voz Scala (fundada hace ya 26 años).

El Grupo Scala no imaginó el éxito que lograrían (fueron ovacionados por miles de personas en Arica e Iquique), pero Tarifa sí intuía que la enseñanza llenaría su nueva etapa profesional. “La educación de la voz es un proceso lento, uno debe dedicarse y esforzarse”, asegura, y es con este lema entrena a niñas y niñas, con la disciplina que imprimió a sus hijos, y a sí mismo.

En familia

Pío Tarifa tiene cuatro hijos: Marco, Cristian, Carminia y Mariela. Cuando los dos mayores manifestaron su deseo de ser músicos profesionales, su padre asumió su entrenamiento, mismo que no sería fácil. “Desde ahí, como soldados, porque es una disciplina, aquí los trato como a soldados a mis estudiantes”, explica Tarifa. Él busca enseñarles a los niños a educar su timbre, sacar lo mejor de sí y, sobre todo, guiarlos para encontrar su estilo.

Qhochala

Tarifa recibió varios reconocimientos a lo largo de su carrera, pero guarda con especial cariño los otorgados en su segundo hogar, Cochabamba, como aquellos que le dio la Municipalidad, la Cámara de Diputados de la Asamblea Legislativa y la misma Asamblea Legislativa de Cochabamba.

Su amor por el terruño se hace evidente también en su discografía. Si debe escoger sus tres canciones favoritas (compuestas por él), señala a: “El trovador”, “A La Paz” (que ganó un premio) y “A Bolivia”. “Soy muy boliviano, me encanta mi país, es un paraíso”, afirma.