Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 15:36

COMPLEJO E ÍNTIMO. EL SUICIDIO GOLPEA EN EL SENO DE LA FAMILIA; NO SOLO SE TRATA DEL FALLECIMIENTO DE UN SER QUERIDO, SINO DE LA HERENCIA DE DESCONSUELO Y MIEDO QUE ENFRENTAN LOS QUE SE QUEDAN, QUE NO SABEN QUÉ HACER. EN ESTA NOTA UN ENFOQU

El suicidio, una pena irreparable para los que se quedan

El suicidio, una pena irreparable para los que se quedan



ANÁLISIS AL ALMA

El suicidio es un tema silenciado por los medios contra el que la sociedad lucha, también de manera callada, todos los días. Es uno de los temas tabú por excelencia, en parte por todos los sentimientos encontrados que aparecen cuando sucede una desgracia así. Que alguien a quien queremos decida acabar con su vida es algo que muchas veces no podremos entender.

Nuestra mente se llenará desde el momento en el que procesa el suceso con millones de preguntas, dudas y alternativas posibles para no haber “permitido” semejante final. Asumir que la persona a la que amábamos se ha querido ir es algo realmente difícil de entender para la mente humana.

El shock que nos golpea puede durar días. La incredulidad aparece en esta escena macabra y se queda durante un largo tiempo. La negación aparecerá también. “Él no se ha querido ir, algo habrá pasado, pero él no quería irse. No. Me niego a creerlo. Él no querría dejar a sus padres así”.

Buscaremos toda explicación. Entendemos todo menos que él ha tomado esa decisión conscientemente y habiendo asumido todas las consecuencias que implica. Si así lo hiciéramos, nos podría invadir la sensación de que no fuimos una razón con el suficiente peso como para nivelar su balanza al otro lado, hacia el de la vida. Entonces aparecerá la rabia porque nos sentimos traicionados o tratados de manera injusta; la culpa por no haber hecho más.

Tú no has hecho que esa persona a la que amabas haya querido marcharse. Tú no has sido respon-sable de su suicidio. Todas estas frases son las que necesitan escuchar las personas que han perdido a alguien. Además, buscan integrarlas en la nueva narrativa sobre lo que ha ocurrido, que han de verbalizar.

La culpa tiene que ver muchas veces con no haber sabido “visto” esos signos premonitorios.

“¿Cómo no pude darme cuenta?

Hubiera sido tan fácil si hubiera estado allí para él. Ese día… a esa hora”. Nos colocamos en un lugar que no es certero… Tristemente no podríamos haber hecho nada más. Quien necesita irse porque no soporta más la angustia de estar vivo, buscará la manera de irse, cuando sea… como sea.

La rabia y la culpa es comÚn

Esta es la difícil realidad a asumir. Sin culpabilizarse. Sin sentirse y sin saberse responsable de su pérdida. Este es un trabajo interno que ha de promoverse desde el principio y tomarse en serio. Porque una culpa irracional e irreal puede alargar y hacer más difícil este duelo que hemos de vivir.

La rabia hacia el fallecido también es un sentimiento muy común. “¿Cómo ha podido dejarme aquí? ¿Es que no ha pensado en mí ni un solo segundo antes de hacerlo?” Una especie de odio llena nuestro vacío. La bronca de lo inexplicable es uno de los sentimientos más difíciles de digerir. No podemos dirigirla a nadie porque no existe un culpable.

La culpa se convierte en compañía. ¿Cuánto duró su agonía? ¿Hubo algún atisbo de arrepentimiento en él? ¿Hubo sufrimiento?… Y el eterno

y desalentador ¿Por qué?. Es una

especie de asunto inconcluso que

no puede cerrarse fácilmente. Que necesita de mucho trabajo interior para conseguir poder vivirlo con un poco más de paz.

El miedo a que ocurra lo mismo.

Pero también aparece el miedo… El que otro ser querido haga lo mismo.

El temor a que el sentimiento de culpa que alguno tengamos sea tan insoportable que esa sea la única opción contemplada. Este miedo acaba gobernando la vida de muchas personas. Buscan prever cualquier atisbo de sufrimiento por si acaba desencadenando otra desgracia.

Y por último, pero no de menos importancia… el estigma. La vergüenza que sienten de cara a su entorno por no haber “podido” evitar esta desgracia. El silencio que se genera. El tabú tan inmenso que conlleva este tipo de muertes.

Todos ellos son sentimientos naturales y completamente humanos que han de analizarse y validarse. Es natural sentir todos ellos, pero han de revisarse para eliminar las culpas irracionales y las vergüenzas que no deberían aparecer. Para poder acabar finalmente con ese silencio que carcome al alma se necesita hablar, expresar, y sentirse acompañada.

Luego de un suicidio, el proceso de recuperación para los sobrevivientes puede tomar tiempo, por lo mismo existen determinados pasos que pueden ayudar a prevenir que los sobrevivientes caigan en depresión.

¿Qué hacer para sobrevivir?

La terapia individual

Esta debe ser de apoyo y tiene que tomar en consideración todas sus creencias religiosas y culturales que rodean el suicidio. Si la víctima tenía hijos, los hijos pueden necesitar ayuda para lidiar con el sentimiento de abandono.

La terapia familiar

Los familiares tendrán que aprender habilidades de afrontamiento y obtener ayuda para lidiar con el cambio en la estructura familiar. En especial tratar los temas difíciles como aniversarios y cumpleaños. Es necesario aceptar que la otra persona ya no está con la familia y que cada quien debe seguir viviendo en búsqueda de su sentido de vida.

Los grupos de apoyo

Para muchos sobrevivientes de suicidio, un grupo de apoyo puede ofrecer un lugar donde puedan compartir sus sentimientos con otras personas que realmente entienden la situación. Este intercambio de sentimientos, la esperanza, y la recuperación puede ser una herramienta poderosa en el camino hacia la aceptación.

FRASE CLAVE

Enfermedades silenciosas

Salud mental. El estigma que rodea a las enfermedades mentales puede aferrarse a pensamientos negativos, creando así una relación destructiva y simbiótica, que puede llevar a decisiones erróneas.