¿Qué le pasa a ese niño? Es una pregunta que llega frecuentemente al consultorio y que me hago yo misma, qué le sucede a ese niño, tomando en cuenta la época en la que nos encontramos, una época de descontrol.

La propuesta que se trae desde la orientación psicoanalítica, es la de posibilitar la escucha de estos sujetos en su singularidad, de aquello que les aqueja y que es manifiesto en conductas patológicas y calificadas como excesos por parte de instituciones, la familia y sociedad.

¿Exceso de qué? se produce una respuesta singular, ya que este exceso es lo que se viene a trabajar en consultorio, en una primera instancia esta demanda es escuchada por los padres, esto es propio en la historia familiar.

Para esto es preciso que el analista o psicólogo clínico asuma una posición nómada, es decir, que tenga un movimiento susceptible a desplazarse, que se mueva de ese lugar que la institución o el colegio demanda, dejando de lado al niño como objeto, y así se dé lugar a un espacio de escucha y se pueda dar cabida a su queja.

Posibilitando un lugar analítico en las instituciones escolares, de acuerdo a la propuesta de Jacques-Alain Miller, un Lugar Alfa, un lugar de respuestas.

Es preciso destacar que los estudiantes que llegan a consulta son etiquetados o que tienden a ser obstáculos, en el proceso de aprendizaje. ¿El problema proviene de la familia de cada uno de ellos, de los profesores o de la escuela?

La pregunta que persiste ¿qué le pasa a ese niño? Hay que pensar en introducir lo particular y dejar de estandarizar al sujeto dentro de categorías ¿Cómo incluir lo particular? Escuchando e interviniendo, orientándose por la brújula del síntoma que se manifiesta en el caso por caso.

La instalación de un lugar de escucha provoca en cada sujeto, el surgimiento de un nuevo saber o supuesto saber relativo al inconsciente, favoreciendo la reconexión con la realidad social vivida.

Es por eso que se constituyen en la práctica con niños, grandes desafíos, ya que en su decir no aprenden o no retienen enseñanzas, lo que en

un día parece haber sido aprendido, al día siguiente ya está olvidado.

Nadie sabe qué les pasa, dichas dificultades que se van presentando son llamados “alumnos problema”, es decir esclarecemos y nos servimos de esta demanda que llega por parte de las instituciones o de estos padres que comentan, que no está logrando el proceso de aprendizaje, ese hecho singular, es lo que se viene a escuchar, ese síntoma que se manifiesta de diferentes maneras como: dispersión constante, realización de tareas incompletas, pérdida del deseo de estudiar, desobediencia y falta de atención, se constituyen como respuestas individuales que vehiculizan, más allá del proceso educativo, callejones sin salida subjetivos.

En los adolescentes o púberes este exceso viene como supuestas soluciones a las problemáticas en las cuales se encuentran atorados sin salida, pero inmersos en una circularidad de desproporciones.

Lo que se trata de escuchar en consultorio, es al sujeto que habla, que se resiste a obedecer o adaptarse, porque el que se adapta es el individuo individualmente, porque que el sujeto se cuestiona, se pone rebelde, el adolescente busca una satisfacción encaprichada, tener lo que se quiera sin que existan límites.

Si hablamos de esta época, en donde existe una caída del Nombre Del Padre como lo plantea Jacques Lacan psicoanalista francés, se trata de la instauración de las normas simbólicas, lo cual introduce el Padre, en cuanto a la

ausencia de la regla simbólica, da lugar en el adolescente a producir un descontrol, dándose el empuje a gozar.

La importancia de este artículo, es poder posibilitar un espacio, para que se pueda testimoniar sobre el padecimiento o aquello que les resulta enigmático por lo cual sufren, tanto padres e hijos desde la subjetividad de cada uno.

(*) Psicoanalista.

Asociado a la Delegación Cochabamba

de la Nueva Escuela Lacaniana.

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