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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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LEGADO FAMILIAR. CRIADA POR PADRES CON PROFUNDAS INCLINACIONES HACIA EL ARTE Y LA LITERATURA, ESTA ESCRITORA, MAESTRA Y ACTRIZ SUPO DAR CONTINUIDAD A LA TRADICIÓN, CON SU PROPIO SELLO. RECIENTEMENTE, PRESENTÓ SU ÚLTIMA OBRA DE PROSA

Rosalba Guzmán, tradición literaria

Rosalba Guzmán, tradición literaria

Después de un rápido vistazo al árbol familiar de Rosalba Guzmán Soriano, uno puede pensar que la presencia de la literatura, el arte y el teatro en su propia trayectoria profesional era casi inevitable.

Nacida el 23 de abril de 1957 en la ciudad de Cochabamba, Rosalba llegó a completar el artístico núcleo familiar que el recordado escritor boliviano Augusto Guzmán había iniciado con su esposa, la profesora y actriz Sofía Soriano, y su hija (hoy reconocida dramaturga) Melita del Carpio.

Rodeadas de los libros que su padre compraba o traía de la biblioteca y los textos de poesía de su madre, ambas hermanas se criaron apegadas a las manifestaciones culturales, asistiendo a eventos y viéndose a ellas mismas como futuras intérpretes y literatas.

Para Rosalba, Augusto era un modelo a seguir. “Mi papá, por supuesto, era un lobo estepario (expresión referida a una persona solitaria), cuando escribía él entraba a su cueva y nadie lo podía interrumpir, pero era un hombre que leía absolutamente todos los días, leía y escribía”, recuerda. Otro ritual que caló fuerte en la personalidad de la escritora era aquel que Augusto repetía cada día, durante los almuerzos familiares, en los que –a manera de las “promos” o trailers de las películas– leía y comentaba extractos de algunas novelas, deteniéndose en momentos de suspenso. “Y cuando le pedíamos que continúe, él nos decía ‘lean ustedes’ y proseguíamos por nuestra cuenta”, relata sonriendo.

Entre ese estimulante ambiente de hogar y el del colegio Alemán Santa María, donde cursó toda su educación formal, Rosalba creció leyendo y escribiendo diarios y relatos que mantenía solo para ella. Sin embargo, su primera publicación no tardaría en llegar, y así, con 17 años, vio sus poemas impresos en la llamada Página Juvenil del extinto periódico Presencia.

Luego, vino una complicada decisión. “Siempre quise ser psicóloga, pero esa carrera solo había en La Paz en esa época, y mi papá, ni llorando me hubiera dejado irme de su lado”, cuenta.

LA PRIMERA VOCACIÓN

Aceptando lo difícil que hubiera sido para Augusto separarse de su hija menor, Rosalba aceptó sin reparos optar por otra carrera universitaria, una que la mantuviera en Cochabamba, pero a la vez, no muy lejos de su vocación, así que, cerca del año 1975, ingresó a la Normal Católica.

“Fue una experiencia hermosa, porque si hay algo que yo amo es enseñar”, rememora Guzmán, quien, tras obtener su título de maestra y realizar cursos de postgrado en el área de Orientación Escolar y Profesional, ejerció por más de siete años –periodo en el que se casó y tuvo a sus dos hijas, María y Julia– antes de plantearse el próximo reto profesional.

“Estando trabajando como orientadora, me di cuenta de que me faltaba formación”, explica Guzmán. De esa manera, a principios de los 90’s, decidió inscribirse en la primera carrera que quiso hacer: Psicología, en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).

Moviéndose entre sus clases en el campus universitario, sus funciones de Responsable de Redacción del suplemento “Colibrito” y de la Revista Chaski, su trabajo de orientadora escolar en colegios privados y fiscales de la ciudad y sus responsabilidades familiares, Rosalba terminó sus estudios y se graduó como psicóloga el año 1997. Posteriormente, logró una posición en el Consultorio Psicológico del Instituto Superior Normal Católico “Sedes Sapientiae”, del cual fue responsable hasta el 2009, institución de la cual también era docente.

Por su parte, la UMSS también le dio la oportunidad de dar clases, y tras unos semestres como docente extraordinaria, logró la titularidad a través de un proceso de concurso de méritos y examen de competencia, el 2006.

EL MÁGICO MUNDO DE LA PALABRA

Si bien Guzmán atendía varias obligaciones laborales a la vez, nunca dejó de escribir, y pudo ver su primer libro publicado en 1987, “Educación sexual” (coautora con su hermana Melita), difundido gracias al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

En 1998, dos de sus libros ganaron el Premio Literario de Cuento del II Concurso Nacional de Literatura Infantil (convocado por el Ministerio de Educación y Cultura): “De árboles, duendes y estrellas” y “Para todo el mundo”.

Otro significativo triunfo llegó el 2008, cuando Rosalba se hizo acreedora del Premio Nacional de Literatura Infantil de Alfaguara, con la novela para niños “Conquistando al Lindolfo”.

Cuando escribe para niños, Rosalba también escribe “para los grandes”, para ella, en palabras de Luis Darío Bernal, “la literatura infantil debe ser ética, estética y esperanzadora”.

Un texto que le permite ilustrar esa creencia es “La bruja de los cuentos”, la historia de una bruja europea que, al pisar territorio boliviano, pierde sus poderes, “porque aquí no se cree en brujas”. “La bruja así recorre el país, encontrándose con personajes míticos de la cultura boliviana, que le aportan, cada uno, un tesoro”, explica Guzmán, sobre esta obra que comenzó a escribir en un momento en el que la academia buscaba “ejecutar” a los predominantes personajes de la literatura tradicional occidental, para encontrar un propio universo mágico latinoamericano. “Yo siempre he creído que era posible un encuentro intercultural, intergeneracional, y eso es la ‘Bruja’, es una novela de encuentro”, reflexiona, ya pensando en el siguiente relato que la reunirá con la fantasía.

Facetas

No resulta sencillo o apropiado tratar de “etiquetar” a Guzmán o encasillarla en una sola profesión. Además de escritora, actriz de teatro y cine y psicoanalista, es docente universitaria y pudo participar en la gestión de la carrera

de Psicología

de la Facultad

de Humanidades de la Universidad Mayor de San Simón como directora, cargo

que desempeñó del 2014 al 2016.

Familia

Como hizo ella en su momento, las hijas de Rosalba Guzmán –Julia y María Peredo– tienen oficios muy cercanos al arte. La primera estudió Literatura y se entrenó en música, por lo cual también canta profesionalmente. María, por su parte, se formó en Artes Escénicas; además de actriz se desempeña como bailarina de danza contemporánea.

2017

Este año Guzmán lanzó tres obras: “Filomena-Mena” –un libro álbum sobre una niña de dos cabezas–, “Cuenteroscopio” –una selección de cuentos inspirados en pinturas hechas por jóvenes con capacidades mentales especiales, guiados por la artista Marcela Mérida– y “El auto gris con vidrios más grises todavía”, que presentó este pasado miércoles 10, en

el Centro Simón I. Patiño, en el marco de las tres obras inaugurales del espacio para publicaciones de Editorial Don Bosco.