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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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HOMENAJE MERECIDO. EXISTEN HISTORIAS DE VIDA QUE REFLEJAN EL SACRIFICIO Y LA PERSEVERANCIA QUE LOS TRABAJADORES IMPRIMEN EN SU VIDA, PARA TENER Y DAR UN FUTURO MEJOR A LOS SUYOS. EN ESTA EDICIÓN, SE PRESENTAN LOS RELATOS DE TRES COCHABAMBINOS, QU

Primero de Mayo. Tres trabajadores de “ñeque”

Primero de Mayo. Tres trabajadores de “ñeque”



Dicen que los cochabambinos se caracterizan por ser empeñosos en cualquier cargo que asuman. Como una forma de distinguir y homenajear a todos los trabajadores en su día, la revista Así se apropia de tres trayectorias laborales, de hombres que ingresaron a temprana edad a ser parte de la fuerza laboral y continúan trabajando.

Víctor Castellón es propietario de uno de los primeros bazares de Cochabamba; Leoncio Almaraz es obrero de la empresa de zapatos Manaco y Carlos García, técnico de la ELFEC S.A.

EL HOMBRE DETRÁS DEL BAZAR

No son muchos los casos en el que un varón repunta en un oficio que, por lo general, es manejado por una mujer. Este es el caso de Víctor Castellón Merino, quien hasta la fecha, con sus 83 años, aún se encarga de atender a las clientas que se aproximan al bazar “Nora”, ubicado en la avenida San Martín frente al Juzgado, entre las calles Jordán y Sucre; una actividad que comenzó en 1959.

A sus 26 años, Castellón -con el espíritu aventurero y emprendedor- decidió tener algo propio, que le permita mantener a su pequeña familia. “En esa época habían pocos bazares en la ciudad y fue así, de la nada, siguiendo un impulso que decidí ir a Corumbá, frontera de Paraguay, Brasil y Bolivia, para traer mercadería”, recuerda.

Al principio, Víctor caminaba cargando una maleta llena de productos de bazar y ofrecía sus artículos a las comerciantes de La Cancha. Luego, decidió establecerse y consiguió una tienda ubicada en la avenida Ayacucho casi Heroínas, que antes era conocida como la Avenida Perú, la cual sostuvo por poco tiempo, ya que las ventas eran bajas. Se trasladó al lugar donde actualmente sigue comercializando sus productos.

Víctor, ahora con el rostro cansado, recuerda que él viajaba cada 15 días a traer mercadería, mientras su esposa, Nora Mendoza, se encargaba de las ventas. “Mi mayor deseo era que mis seis hijos sean mejores que yo y puedan tener una profesión de prestigio y ellos me han cumplido y me enorgullecen”, comentó con una sonrisa en los labios.

Castellón recordó que era muy trabajador, ya que se inició como ayudante de albañilería a los 10 años de edad. A lo largo de su vida también se dedicó al deporte y durante dos años consecutivos fue campeón de Pelota Frontón (1998 y 1999); pasión que luego lo llevó a ser propietario del Frontón “Dos Hermanos”, ubicado en Villa Granado.

Cada día, Víctor Castellón abre su bazar a las ocho de la mañana, de lunes a sábado.

“El trabajo es elemental en la vida, las nuevas generaciones deben esmerarse en sus emprendimientos con dedicación y voluntad, para alcanzar sus metas”, finalizó.

PASO A PASO CON LA FÁBRICA

Con muchas ganas de superación y ansias de aprendizaje, a los 17 años, Leoncio Almaraz ingresó a trabajar a la fábrica de calzados Manaco, en la sección de limpieza de talleres.

“La primera oportunidad que tuve fue en ese puesto, pero siempre quise aprender más. Desde que estaba en la escuela quería trabajar en Manaco”, comenta Almaraz.

Este obrero recuerda que todos los días iba a su trabajo con esperanza de que se abra un puesto en otra área. Finalmente, dos años después se publicó una convocatoria para la sección de Producción, a la que postuló a través de unos exámenes, que en esa época eran muy rigurosos, ya que se tomaban en cuenta algunas destrezas personales. “Las pruebas eran difíciles porque se evaluaba la creatividad, inteligencia y agilidad. Un técnico polaco era el que nos tomaba el test y el que no aprobaba, no entraba a Manaco”, recuerda.

Su primer trabajo en producción de zapatos fue como “fijador de plantillas” en la sección de zapatería, cargo que ocupó durante 28 años.

“Siempre tuve muchas ganas de apren- der, era muy voluntarioso, y no me negaba para desempeñarme en cualquier puesto, por eso es que creo que la empresa fue considerada conmigo en todo momento”, dice agradecido.

Oriundo del municipio de Sipe Sipe, de la comunidad de Caramarca, Leoncio relata que durante sus primeros años se despertaba a las cinco de la mañana para ir en bicicleta a su fuente laboral, con la firme intención de cumplir a cabalidad sus funciones.

Para Leoncio, su trabajo en la fábrica es una “bendición de Dios”, pues gracias a esa fuente laboral, y a su empeño y sacrificio de 42 años, pudo sacar adelante a toda su familia.

“Gracias a este cargo mis hijos han podido estudiar. Mis tres hijas mayores son profesionales y mi hijo menor está en segundo año de universidad”.

Para este fabril ser parte de una empresa cochabambina de prestigio, lo llena de orgullo y lo hace sentir “un hombre importante”. Su fábrica también le permitió crear un nuevo entorno de amistades, con el que pudo conformar un equipo de trabajo de excelencia.

“Soy parte del sindicato de trabajadores. Nunca me gustó meterme en política; pero, ahora, como soy el trabajador más antiguo, mis compañeros me han elegido como portaestandarte y realmente me siento muy orgulloso de ese reconocimiento”, manifesta Almaraz.

Para él, la unidad entre compañeros, el respeto mutuo, las ganas de superación y amar lo que se hace cada día en el trabajo, son los valores fundamentales que tiene para alcanzar el éxito personal y laboral.

iluminando el futuro

Con más de 35 años de trabajo en la empresa ELFEC S.A, Carlos García relata que él ingresó como peón en 1981, cuando solo tenía 19 años. Ahora, con 54, ocupa el cargo de inspector de líneas energizadas; responsabilidad que se le confió gracias al esfuerzo y la constancia que dedicó en su actividad laboral.

Carlos recuerda que empezó muy joven a trabajar en una microempresa que terciarizaba servicios a ELFEC.

Ahí descubrió la pasión por el tema de la electricidad. Poco tiempo después, las ganas de superación lo motivaron para ingresar a la empresa cochabambina de electricidad.

“Gracias a mi espíritu de superación, a los dos años de ingresar a la empresa, ascendí y amplié mis conocimientos en un tema que me apasionaba tanto”, menciona García.

Este obrero cuenta que desde esa época, ELFEC no solo necesitaba a gente con ganas de trabajar, sino también con conocimientos; fue de esta manera que le solicitaron que realice cursos de capacitación. “Por eso me inscribí a un curso técnico en instalaciones domiciliarias e industrial en Infocal. Recuerdo que trataba de asimilar todo lo que podía, para poder dar lo mejor de mí en el trabajo”, asegura. Este deseo de superación lo llevó a asistir a cursos de especialización en los países de Chile y Brasil, ambos impulsados por la empresa.

“Tuve la suerte de ser seleccionado para hacer cursos de especialización. Capacitación que me sirvió para trabajar con líneas eléctricas de media tensión energizadas. Eso me hizo muy feliz”, comentó.

Trabajar en ELFEC le trajo muchas satisfacciones personales y laborales. Además, acrecentó su deseo de superación para dar un futuro mejor a él y su familia. Esos pilares lo impulsaron a continuar con el reto laboral que su empresa le brindaba.

“Hace 22 años, mis familiares no querían que haga el curso de especialización, pues era de mucho riesgo trabajar con 10 mil voltios sin cortar el suministro eléctrico; recién se estaba realizando este tipo de trabajos en Cochabamba. Sin embargo, me inscribí y aprendí mucho”, cuenta García.

Carlos, apodado “Cacho grande”, por un artefacto de trabajo, también es parte del sindicato de trabajadores, donde ocupa el cargo de secretario de Conflictos. Este empleado menciona que la unión entre trabajadores y el trabajo en equipo son fundamentales para alcanzar objetivos comunes.

“Muchas veces la empresa nos da incentivos, sin embargo, lo que resalta más es la hermandad y la unión que tenemos entre todos para trabajar por un futuro mejor y eso da buenos resultados”, dijo.

Estos tres cochabambinos, como muchos otros trabajadores, pasan gran parte de sus vidas en sus fuentes laborales. Con el tiempo se convierten en un claro ejemplo de esfuerzo, sacrificio y ganas de superación, con lo que llegaron a alcanzar grandes y mejores resultados.