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ANIVERSARIO. HOY SE REALIZAN CONCIERTOS EN TODO EL MUNDO, RECORDANDO LA MUERTE DEL MÚSICO Y COMPOSITOR ALEMÁN, POR MUCHOS CONSIDERADO COMO EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS, HACE 190 AÑOS.

Ludwig van Beethoven 56 años de música y silencio

Ludwig van Beethoven 56 años de música y silencio

Genio de la música clásica

Una vida MARCADA POR RETOS

Escribir o leer sobre Beethoven sin, al mismo tiempo escuchar sus piezas, es como ir a la piscina y no nadar, es como masticar sin tragar o dormir sin descansar, es como componer música sin poder escucharla; cruel ironía que este genio tuvo que soportar durante sus

últimos años.

Ludwig van Beethoven llegó al mundo en diciembre de 1770, en la ciudad alemana de Bonn. Con la certeza de que fue bautizado el 17 de ese mes, se suele señalar al 16 como la fecha de su nacimiento, debido a que en ese entonces la tradición era bautizar a los niños en sus primeras 24 horas de vida.

Su madre, María Magdalena, era una mujer gentil y frágil; mientras que su padre, Johann, era un cantor de la corte de Bonn, mejor conocido por su alcoholismo que por alguna habilidad musical, por lo que su abuelo, Ludwig, respetado músico, se constituyó en su figura masculina más venerada.

En algún momento entre sus cuatro o seis años de edad, su padre empezó a darle clases de música, con tal rigor y brutalidad que marcarían para siempre a Beethoven. En alguna biografía se mencionan relatos de vecinos que escuchaban al pequeño sollozar mientras tocaba el clavecín, parado sobre un taburete para poder alcanzar las teclas del antiguo instrumento, con su padre golpeándolo cada vez que notaba rastros de duda o error.

Tal vez porque era lo único que lo unía realmente a su padre o porque ya era demasiado grande, pero el amor de Beethoven hacia la música se sobrepuso a las traumáticas sesiones de piano y clavecín, y floreció de tal forma que, cuando tenía apenas siete años, Johann organizó el primer concierto de su hijo. Queriendo hacer creer al público que Beethoven era un “niño prodigio”, su padre lo presentó como “su pequeño de seis”, la edad que tenía Mozart cuando debutó.

De hecho, por la”mentirilla” de Johann, durante mucho tiempo se creyó que Beethoven había nacido en 1772.

Debido a su pobre desempeño –algunos biógrafos creen que tenía algún grado de dislexia– Ludwig dejó la escuela, a los 10 años, para concentrarse en la música y a los 12 publicó su primera composición.

Para 1784, con su padre sumido en el alcoholismo y sin poder trabajar, el joven Beethoven pidió y ganó un puesto como Organista Asistente de la Corte, con un salario anual de 150 florines.

Aunque logró llegar a Viena para facilitar su instrucción, al enterarse de que su madre había caído enferma, el joven Ludwig tuvo que regresar a las pocas semanas. De vuelta en Bonn, continuó practicando y destacando, a tal punto que cuando el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, José II, falleció, en 1790, fue a él a quien se encargó la tarea de componer una pieza en su honor. Por razones desconocidas, la “Cantata por la muerte del Emperador José II” nunca llegó a ser tocada, pero tras su redescubrimiento por Johannes Brahms pasó a ser considerada su obra maestra más temprana.

LA ADULTEZ Y EL INICIO DEL SILENCIO

La creciente buena reputación que acumuló en su adolescencia permitió a Beethoven tener un concierto público por todo lo alto, el 29 de marzo de 1795, inaugurando oficialmente una carrera celebrada en toda Europa. Para el inicio del nuevo siglo, el alemán estaba alcanzando su madurez musical y personal.

Fue en este tiempo que llegó a admirar (y luego repudiar) la figura de Napoleón Bonaparte. Embelesado por los ideales de lucha y justicia que el francés parecía encarnar, Beethoven compuso una sinfonía para él, pero tras verlo autoproclamarse ‘emperador’, cambió su título, por la decepción que le provocó.

Al mismo tiempo que componía obras inmortales, Ludwig luchaba contra una inminente y horrible verdad: estaba quedando sordo. Aunque no deseaba mostrar su angustia, pudo desahogarse escribiendo cartas a los amigos cercanos, pero ningún documento nos deja conocer su dolor como el “Testamento de Heiligenstad”. En una sección Beethoven confiesa: “Oh, hombres que piensan o dicen que soy malévolo, terco o misántropo. No conocen el secreto que me hace parecerles así, y por el que hubiera terminado mi vida -- solo mi arte me lo impidió. Ah, parece imposible dejar el mundo hasta darle todo aquello que siento dentro de mí”.

De manera casi milagrosa, siguió componiendo a un ritmo frenético. En su periodo conocido como medio o “heroico” (1803-1812), entregó una ópera, seis sinfonías, cuatro solos, cinco cuartetos de cuerda, seis sonatas de cuerta, siete sonatas para piano, cinco sets de variaciones de piano, cuatro oberturas, cuantro tríos, dos sextetos y 72 canciones. De este enorme catálogo, los más famosos llegaron a ser la Sonata “Claro de luna”, “Kreutzer” y Fidelio (Leonore), la única gran ópera que dejó al mundo.

A pesar de su sensibilidad, Ludwig era condenado por su mal carácter, lo que lo llevó a pelear con mucha gente. En cuanto a relaciones románticas, se le conocen varias aventuras sin trascendencia, pero un solo “gran amor”, la condesa Josephine Brusnwik (la mujer detrás de la famosa carta “A mi amada inmortal” es ella o Antonie Brentano), a quien renunció por normas sociales.

Con todos sus problemas agudizados, Beethoven logró componer, en el epílogo de su vida, sus mejores obras, como Missa Solemnis, el Cuarteto de Cuerda N° 14 y la icónica Novena Sinfonía.

A la edad de 56 años, tras una vida entregada a la música y ensombrecida por el silencio, Ludwig Van Beethoven murió el 26 de marzo de 1827, a raíz

de complicaciones de la cirrosis.

Leyenda

Una vez aceptado como organista asistente en la Corte de Bonn, Beethoven fue enviado a Viena, capital musical de Europa, donde anhelaba acelerar su entrenamiento y conocer a Wolfgang Amadeus Mozart.

Aunque no hay pruebas de un encuentro entre los dos, la leyenda dice que en una ocasión Mozart lo escuchó entre varios aspirantes. Al finalizar, habría señalado a Beethoven y dijo: “recuerden su nombre, al- gún día dará mucho de qué hablar”.

Débil salud

Tras su muerte, la autopsia reveló que la causa inmediata de su fallecimiento fue una complicación del hígado, originada por la cirrosis hepática que lo aquejaba. Beethoven, quien desde muy joven quedó al mando de su familia, heredó las responsabilidades y vicios de su padre, fue un alcohólico la mayor parte de su vida adulta.

Este examen también ofreció pistas sobre el origen

de su sordera:

el hecho de que contrajo Tifus

(peligrosa enfermedad infecciosa), el verano de 1796.