Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DESTINO Y PASIÓN. ES CHARANGUISTA DE LOS KJARKAS DESDE 2002. LLEGÓ A BOLIVIA EN 1998 PARA CONOCER EL PAÍS QUE ANHELABA VISITAR. CUANDO PISO SUELO BOLIVIANO SUPO QUE LLEGÓ A SU NUEVO HOGAR, DONDE CUMPLIRÍA SU MAYOR SUE

Makoto, el japones que se enamoró de la música boliviana

Makoto, el japones que se enamoró de la música boliviana





No esperó que el destino llegue a él y lo tome por sorpresa. A sus 21 años, no dudó en tomar un avión y recorrer más de 16 mil kilómetros para ir a su encuentro. Tomó la decisión correcta; ahora, casi dos décadas después, Makoto Shishido es un hombre pleno, feliz con lo que tiene y muy agradecido con la vida.

Quien diría que llegaría a ser parte del conjunto folclórico que aprendió a admirar desde niño al otro lado del mundo y menos que, a manera de gratitud por el país donde nació y por el otro que lo acogió, conforme un cuarteto de japoneses que viven en Bolivia, para tocar melodías que fusionan ambos estilos musicales.

CON LA MÚSICA POR LAS VENAS 

Concebido dentro de una familia de músicos japoneses, Makoto Shishido nació en Kanagawa, Japón, el 22 de octubre de 1977.

Desde que era muy pequeño, sus padres, Tadao y Yasuko, le hicieron escuchar música típica boliviana de los discos de vinilo que vendían en su ciudad. Poco a poco, el folclore boliviano pasó a formar parte de su vida.

“Mis padres también son músicos y siempre les gustó escuchar música boliviana, crecí escuchando ritmos andinos”, cuenta Shishido, mientras esboza una leve sonrisa en los labios

y una expresión nostálgica en el rostro.

A los seis años, Makoto comenzó a estudiar instrumentos musicales nativos bolivianos, en la escuela de Minoru Fukuoka, un músico japonés, quien le enseñó a tocar bombo, guitarra y zampoña. En ese entonces, ya era parte de su primera banda musical, “Cusi Cusi”, integrada por niños de la escuela.

En 1985, a los ocho años, uno de sus primeros sueños se cumplió. Asistió a un concierto de Los Kjarkas en el Japón y además pudo conocerlos en el camerino donde se preparaban para entrar al escenario.

“Los Kjarkas llegaron a mi ciudad, tocaron y cantaron con mucho sentimiento; ese fue el momento en que me enamoré totalmente de la música boliviana”, afirma Shishido.

Los Kjarkas realizaban giras internacionales y llegaban hasta Japón con cierta frecuencia. Su música simbolizaba alegría para Makoto y sus padres; por eso, cada vez que habían conciertos, ellos estaban presentes.

Durante su adolescencia siguió con el estudio de la música folclórica boliviana, motivado por sus padres y por la pasión hacia los ritmos andinos.

Simultáneamente, Makoto aprendía a tocar otros instrumentos como

el violonchelo, la batería eléctrica

y el contrabajo, ya que también le gustaba el rock y la música clásica.

“Desde los seis años tocaba el bajo,

estuve en una orquesta hasta mis 17 pero siempre estuve muy enfocado

en los sonidos bolivianos”, comentó.

A los 18 años ingresó a un conservatorio musical en Tokio, Japón, donde estudió composición. Allí hizo amistad con dos japoneses, quienes también gustaban de ritmos andinos.

“Creamos el grupo Raíces y tocábamos piezas andinas”, recuerda.

EL VIAJE QUE LE CAMBIÓ LA VIDA

En 1998, cuando estudiaba en Tokio, decidió realizar un viaje que le cambiaría el destino de su vida.

Sin saber hablar español, Makoto realizó un viaje a Cochabamba, Bolivia, durante un mes, para conocer el país del cual provenía la música que tanto amaba y para aprender a perfeccionar el manejo del charango.

“Solo sabía saludar en español. Aún así, me lancé a la aventura para aprender más sobre el charango y empaparme de la música boliviana”, dice.

El músico recuerda que llegó a Cochabamba gracias a Toshiko, una amiga japonesa quien lo guió en su visita

y lo contactó con músicos locales.

En esa oportunidad, conoció a Fernando Torrico, exmiembro de Los Kjarkas, quien le enseñó más sobre las técnicas musicales utilizadas en el charango.

Decidido a seguir sus sueños, retornó a Bolivia al año siguiente, esta vez para quedarse a vivir.

“Sin que nada me importe, regresé a Bolivia, no me importaba si el dinero se me acababa, lo que de verdad quería era volver”, añadió entusiasmado.

Ese mismo año, lo invitaron para ser parte del grupo folclórico “Munay”,

en el que estuvo durante dos años.

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

En 2001, el grupo Los Kjarkas estaba en búsqueda de un charanguista. Makoto Shishido se presentó al casting y ganó. “Estaba emocionado y conocía todas las canciones. Al mismo tiempo, tenía miedo por la reacción de la gente al ver que un extranjero tocaba en un grupo nacional, pero logré hacer mi sueño realidad”, comentó.

Al año siguiente ingresó a la agrupación. A los pocos meses comenzó a enamorar con Ninette Navarro, bailarina del cuerpo de baile del grupo, con quien se casó en 2006 y tuvo un hijo, en marzo pasado, que bautizaron con el nombre de Towaki.

AGRADECIMIENTO

Él cree que es importante retribuir de alguna manera todo lo que Bolivia le dio. Por ello, junto con otros tres compatriotas, decidió conformar “Wayra Japonandes”, grupo musical donde se fusiona la música boliviana y japonesa.

Makoto adoptó a Cochabamba como

su segundo hogar y asegura que se quedará, porque es acá donde pertenece.

Datos

Makoto recuerda que cuando llegó por primera vez a Bolivia, todo era diferente a su país. Algunas barreras como el idioma le causaban temor; sin embargo, la fuerza de voluntad y perseverancia por alcanzar su sueño lo hizo vencer cualquier obstáculo.

Además de la música que lo cautivó, Makoto se enamoró de su actual esposa a la que conoció el año 2002.

Recuerdo

Durante el casting que realizaron Los Kjarkas para encontrar a un charanguista, Makoto estaba contento, pues él desde muy pequeño era fanático del grupo y conocía todas las canciones de la agrupación.

“Cuando me eligieron, sentí una emoción incomparable, nunca me imaginé la gran oportunidad que tenía al entrar al grupo”, recuerda Makoto Shishido.

Concierto

Wayra Japonandes es un grupo integrado por cuatro japoneses que radican en Bolivia, Makoto Shishido, es uno de ellos.

El estilo de esta banda es una fusión de música japonesa con ritmos e instrumentos bolivianos. También, el grupo se presenta con un traje típico del Japón pero con detalles de aguayo.

Este 24 de febrero, en el Teatro José María Achá a partir de las 19:00 horas, hará una presentación gratuita, donde presentarán su primer disco.