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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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EL MILLONARIO QUE LLEGÓ A LA CASA BLANCA. EL EMPRESARIO ES CUESTIONADO POR NO SER UN INTELECTUAL NI ESTADISTA; ADEMÁS POR SU DISCURSO XENÓFOBO Y DISCRIMINADOR.

Donald Trump. El magnate que no gusta de la lectura

Donald Trump. El magnate que no gusta de la lectura



Donald John Trump, el cuestionado magnate que llegó de las torres de Manhattan a la Casa Blanca nació en Nueva York en 1946 y, actualmente, el cuadragési-mo quinto presidente de los Estados Unidos, forjó un imperio empresarial orientado a la construcción de casinos, hoteles y viviendas de lujo que supo mantener pese a las dificultades financieras. Cobró con ello un considerable prestigio y popularidad como encarnación del “self-made man” norteamericano, a pesar de su carácter ególatra y sus dudosos escrúpulos.

De ideología extremadamente conservadora, su constante presencia en la televisión y sus declaraciones fuera de tono lo convirtieron, a partir de 2005, en uno de los personajes más polémicos de su país.

A pesar de su fortuna y habilidad financiera, es calificado como iletrado. El escritor Philip Roth, autor de La conjura contra América en 2004, dice que Trump es el presiden-te norteamericano con menos intelecto. “Sentí alarma como ciudadano frente a los gobiernos de Richard Nixon y George W. Bush. Pero, cualquiera que fueran las limitaciones en su carácter o intelecto, no eran tan humanamente pobres como es Trump: ignorante del gobierno, de la historia, de la ciencia, de la filosofía, del arte, incapaz de expresar o reconocer los matices de la sutileza, desprovisto de toda decencia y manejando un vocabulario de 77 palabras que es mejor llamar imbecilidad que inglés”, declaró Roth al diario The New Yorker.

Para este novelista, al nuevo presidente de Estados Unidos no le interesa la lectura, más allá de los diarios o de los micromensajes en Twitter. Caso contrario, habría lanzado rayos y truenos contra el autor de Me casé con un comunista o La mancha humana, entre otros.

Roth continúa con la descripción y señala que: “El señor Trump es una criatura de la televisión y las redes sociales, un showman del reality obsesionado con las audiencias”. Así que sus hábitos no cambiaron con su mudanza del pent-house lujoso de su torre en Nueva York al señorío de la mansión de Washington.

Más o menos, como en el pent-house del piso 58 de su torre en la Quinta Avenida, Trump se levanta en la Casa Blanca antes de las seis de la mañana. De inmediato se conecta a los canales de información por cable y, si algo de lo que dicen le pica, carga el Twitter. Luego, cuenta el citado diario, toma su desayuno en un pequeño comedor del ala oeste, donde lee el New York Times, el New York Post (tabloide que es más trumpista que Trump) y el Washington Post, su última incorporación.

Empieza sus reuniones sobre las nueve, algo antes de lo que hacía cuando ejercía de empresario. Al anochecer, a esa hora en que Barack Obama leía y estudiaba informes, él se empapa de nuevo postrado ante la televisión. Sostiene que le fascina recibir a invitados en el despacho oval, la gran oficina del poder, por la fascinación que observa en los otros.

Fue en 2015 que Trump presentó su candidatura a la presidencia por el Partido Republicano contra todo pronóstico, por la rudeza y simplismo de sus mensajes xenófobos, el magnate superó a los restantes candidatos republicanos en las primarias y consiguió la nominación en julio de 2016. Tras una áspera campaña presidencial marcada por los ataques directos y la escasez de propuestas políticas, Donald Trump se impuso a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton, por un amplio margen de votos, inaugurando una etapa de incertidumbres en la política estadounidense y, por ende, en la mundial.

HEREDERO

Su padre, Fred Trump, que se había quedado huérfano a los 12 años, formó su fortuna construyendo viviendas de clase media, hasta llegar a tener miles de pisos en los barrios neoyorquinos de Queens, Brooklyn y Staten Island. Desde muy pequeño Donald Trump, el cuarto de un total de cinco hijos, acompañó a su padre en la inspección de los bloques y en el cobro de los alquileres.

Donald estudió en la Universidad Fordham y en la de Pensilvania. Tras ello empezó a trabajar en el negocio de la construcción; en 1974, con 28 años, recibió el relevo de su padre y entró de lleno en el mundo inmobiliario de Manhattan.

Uno de sus primeros grandes éxitos fue la adquisición de un viejo hotel contiguo a la Grand Central Station que, mediante préstamos y exenciones fiscales, logró convertir en uno de los mejores establecimientos de la ciudad.

A partir de entonces compró toda clase de viviendas y edificios en Nueva York, particularmente torres de lujosos apartamentos (como la Trump Tower, donde el propio Trump reside en un triplex) y hoteles: es propietario del legendario Hotel Plaza, del Hotel Saint Moritz y del Hotel Grand Hyatt.

Pero su auténtico imperio se formó en Atlantic City, localidad situada en la costa de Nueva Jersey, cerca de Filadelfia. Allí poseía los tres principales casinos: el Trump Castle, el Trump Plaza y el más reciente, Taj Mahal. También allí se hallaba anclado el yate Trump Princess, considerado el más lujoso del mundo, que fue adquirido al millonario saudita Adnan Kashoggi por 29 millones de dólares.

El magnate posee además una casa valorada en siete millones de dólares en Palm Beach (Florida), una mansión de 47 habitaciones en Connecticut, un Boeing 727 y seis helicópteros. En 1990 ocupaba el puesto decimonoveno en la lista de grandes fortunas estadounidenses de la revista Forbes, con un patrimonio valorado en más de mil millones de dólares.

EL AMOR

Donald Trump contrajo matrimonio en 1978 con la deportista de origen checo Ivana Winkelmayr, a la que había conocido dos años antes durante los Juegos Olímpicos de Montreal, en las pruebas de patinaje artístico en que participaba Ivana. El matrimonio tuvo tres hijos. A comienzos de 1990, ella presentó la demanda de divorcio a su marido, iniciando una de las separaciones más caras de los Estados Unidos.

Tras la sonada ruptura con Ivana, su vida sentimental siguió siendo azarosa. En 1993 contrajo matrimonio con la actriz Marla Maples, de la que se divorciaría en 1999; su tercera y actual esposa es la modelo eslovena Melania Knauss, con la que se casó en 2005. A partir de ese mismo año protagonizó el reality show El aprendiz, en el que un grupo de aspirantes compiten por un contrato para dirigir alguna de sus empresas; tal exposición pública incrementó su popularidad, pero también dio a conocer su personalidad un tanto primaria y su carácter egocéntrico y estridente.