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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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AMOR POR EL DEPORTE. UNA HISTORIA DONDE EL DEPORTE SE CONVIERTE EN UNA PASIÓN DE VIDA Y LAS HAZAÑAS EN TORNO A ÉL SE TRANSFORMAN EN RECUERDOS PERDURABLES PARA TODA LA VIDA. TEXTO. MARIEL CLAUDIO CORNEJO/// FOTOS. BENJAMÍN JA

Jorge Arébalo Tambo, entre el ciclismo y la Galería Musical

Jorge Arébalo Tambo, entre el ciclismo y la Galería Musical

“Recordar es vivir y vivir es para recordar”, es la frase que emplea el protagonista de esta historia, quien atesora -sobre todo- en su memoria, su trayectoria como figura del ciclismo boliviano.

Jorge Hugo Arébalo Tambo, quien además de ser conocido por su actividad laboral, de más de 50 años, en la disquera “Galería Musical”, ubicada en la plaza 14 de Septiembre, es un exdeportista, que llevó a la cúspide el ciclismo cochabambino y boliviano.

Este próximo 15 de febrero, Arébalo cumplirá su 91 aniversario. Fue el único hijo de Daniel y Victoria, a quienes consideró como ejemplares y amorosos.

A muy temprana edad, la familia Arébalo se trasladó de Cochabamba a Llallagua, Potosí, donde vivió cerca de una década. En 1940, cuando tenía 14 años, su padre falleció y regresó a su tierra natal. Fue entonces que, por gusto, curiosidad y necesidad, se inmiscuyó en el aprendizaje del armado de bicicletas; poco a poco, comenzó a tomarle cariño a esta práctica. Esta es la razón por la cual su acercamiento como deportista no fue casual.

El amor que sentía por el ciclismo era casi obsesivo, a tal punto que se convirtió en su forma de vida y su profesión. Esta etapa está siempre presente en sus pensamientos y recuerdos más añorados.

Cuando comenzó a trabajar en una tienda de importación de bicicletas de paseo, aprendió todos los secretos del ensamblado. Después de un tiempo, Arébalo, con una actitud emprendedora y amante de lo que hacía, decidió abrir una bicicletería.

“Trabajaba para importantes firmas de bicicletas. Si bien no era el único que estaba en este rubro, era el más conocido y todos me querían y respetaban por lo que hacía. Armaba cientos de bicicletas y esa era mi profesión, aprendí este arte porque me gustaba. De solo tocar y ver una me sentía feliz”, cuenta con orgullo y firmeza en la voz.

Desde sus 20 años, en la plenitud de su juventud, su carrera como ciclista empezó a despegar. Durante este periodo, simultáneamente, se dedicaba a la refacción y armado de bicicletas e incursionaba en el ciclismo, como una actividad deportiva profesional.

“El taller me dio la gran oportunidad de disponer de tiempo para armar

y arreglar mi bicicleta, a mi gusto, con nuevos aditamentos que me permi-tían desarrollar mayores velocidades. Esa fue una de las grandes ventajas de trabajar en este negocio”, explica.

HAZAÑA CICLÍSTICA

Inspirado en lo que más le gustaba hacer, Jorge Arébalo, junto a Werner Beckler y Heiz Lovinthal, otros dos intrépidos ciclistas de la Asociación de Cochabamba, decidieron emprender una aventura rumbo a Argentina, un raid ciclístico internacional de más de tres mil kilómetros de recorrido que partió la mañana del 10 de abril de 1948, desde El Alto - La Paz.

Los tres ciclistas llegaron triunfantes a la capital argentina, luciendo en sus pechos la tricolor nacional. Este hecho despertó admiración en la gente.

Fueron casi 30 días de intenso y agobiante pedaleo por caminos diversos, senderos y carreteras, recorriendo poblados y ciudades con climas y altitudes diferentes sobre el nivel del mar.

A su llegada, el recibimiento argentino y el de los residentes bolivianos fue apoteósico. Luego de haber cumplido su misión, sus compañeros de viaje se quedaron a vivir en Buenos Aires, en cambio Arébalo retornó a su Llajta.

“Conozco varios países donde adquirí conocimientos, pero siempre veía que mi futuro estaba en Bolivia, por eso retorné y no me he movido”, asegura.

RÉCORD NACIONAL EN CICLISMO

Su pasión por las dos ruedas lo motivó a destacarse como deportista cochabambino y así competir en diferentes eventos deportivos.

Arébalo recuerda que durante los años cincuenta, el ciclismo se fomentaba más en el occidente del país, donde las competencias se realizaban sobre los terrenos accidentados y en condiciones más peligrosas que las actuales.

Una de las pruebas más importantes que enfrentó este deportista fue la competencia de ida y vuelta de la carretera Oruro-La Paz, en abril de 1950.

Esta era la competencia más importante del ciclismo boliviano. El recorrido tenía una distancia de 480 kilómetros en una carretera, por demás accidentada.

“Participé con deportistas reconocidos como Francisco Gareca, Cornelio Parihuancollo, Reynaldo Tovar, entre otros, que eran altiplánicos y muy fuertes; pero pude superarlos ”, recuerda.

En esta competencia, Arébalo logró consolidarse como el campeón; además, consiguió un record nacional con un tiempo de 16 horas, 38 minutos y 10 segundos, y un promedio de 28,83 kilómetros por hora, superando el récord de Gareca, que era de 17 horas y un minuto.

Esta marca se mantuvo inalterable durante muchos años, posesionando a Arébalo como una de las figuras más destacadas del ciclismo nacional.

“En esa época era mucho sacrificio competir, pues todo era tierra, ríos y puentes, no había la carretera. Quince años después, bajarón mi récord, pero fue cuando la carretera ya estaba asfaltada”, aclara.

Arébalo participó en otras carreras, nacionales y departamentales, donde su fortaleza e ímpetu lo hicieron brillar.

Para él, la hazaña ciclística de la década de los cuarenta (Argentina) fue memorable y decidió conmemorarla 50 años después realizando un raid del recuerdo. En esta oportunidad, dejó su bici y se subió en su automóvil Mitsubishi, partió en abril de 1998, de la plaza 14 de Septiembre, y el 10 de mayo fue recibido, fervorosamente, por la colonia de residentes bolivianos.

NEGOCIO MUSICAL Y FAMILIA

Jorge Arébalo también se dedicó a otras actividades laborales, que también fueron realizadas con verdadera pasión. La más importante corresponde a su actual trabajo, la tienda de discos llamada “Galería Musical”, ubicada en la Plaza Principal.

“De joven me gustaba mucho la música, gracias a ello también incursioné en la venta de discos y a la fecha todavía sigo con este trabajo”, comenta.

Arébalo asiste sin falta a su trabajo todos los días, en horario de oficina, y lo hace acompañado de su actual esposa, Margarita Velasco.

Recuerda que hace más de 50 años inauguró este negocio y aunque no fue el primero, sigue siendo uno de los más reconocidos.

El exdeportista comenta también que tuvo la oportunidad de formar una hermosa familia con Leticia de la Zerda, quien falleció hace muchas décadas, con la que tuvieron cinco hijos: Teresa, Patricia, Silvia, Marcela y Jorge, quien falleció hace unos años.

Arébalo tiene 11 nietos que, en su mayoría, son profesionales y lo llenan de mucho orgullo.

Desde hace 30 años vive junto a su segunda esposa, Margarita, con quien disfruta del trabajo en la galería de discos. Lleva una vida llena de comprensión y disfruta de las reuniones sociales con su grupo de amigos llamado “Amigos para siempre”, con quienes recuerda las historias que hicieron de sus vidas, las más gratas y felices.