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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Iso Yucra El boliviano que brilla en el ultramaratón

Iso Yucra El boliviano que brilla en el ultramaratón


El boliviano Iso Yucra llegó en primer lugar en la competencia de ultramaratón de Phoenix, en Estados Unidos, el 30 de diciembre de 2016, en la prueba “Across The Years”.

En 72 horas, recorrió 400,4 kilómetros, 100 más que el que ocupó el segundo lugar. Se trata de una prueba que exige que cada participante avance la mayor cantidad de distancia dentro de su categoría.

Durante la competencia. el deportista puede correr, trotar, caminar, comer, hidratarse, recibir atención médica e incluso dormir. Lo que cuenta es la distancia que se recorre. Es una disciplina muy exigente, en la que no cualquiera llega a cruzar la meta. Yucra es un hombre metódico, dedicado a su familia y querendón de su tierra. Hoy, comparte con los lectores de la revista el sentimiento que lo embarga cuando está corriendo.



Así: ¿Quién es Iso Yucra?

Iso Yucra (IY): Soy un boliviano que dejó el país siguiendo a su pareja. Yo nací en Potosí, en Millares, hace 48 años. Ahí crecí y me eduqué. La primera vez que dejé mi tierra fue para profesionalizarme y cuando obtuve mi título en Electricidad Industrial en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno en Santa Cruz, en 1998, volví a mi tierra a trabajar como voluntario y allí encontré el amor.

Así: ¿Su esposa también es de Millares?

IY: No, ella es coreana y estaba de voluntaria con el Cuerpo de Paz, nos enamoramos y el resto es historia.

Luego de dos años de relación, en 2000, dejé mi tierra y mi país. Al llegar a Estados Unidos volví a estudiar en un lugar ajeno a mi. Durante ese tiempo comencé a practicar deporte.

Así: ¿Cómo comenzó a correr?

IY: Fue cosa del destino. Estaba en la calle y ví una maratón, me entró mucha curiosidad y mi esposa me dijo que se pagaba por correr. A un principio me pareció raro, pero pronto me inscribí en un gimnasio y luego comencé a prepararme físicamente. Empecé poco a poco, pero me di cuenta que mi cuerpo estaba preparado para el desafío y así lo hice. Inicié con cinco kilómetros, luego 11 y así -sucesivamente- fui aumentando la distancia.

Sin mucho esfuerzo, solo hábito y disciplina, comencé a buscar nuevos y mayores retos. Me inscribí a varias competencias y siempre salía en un buen lugar; eso me animó a entrenarme más y probar suerte en la Ultramaratón. En esta competencia no solo tienes que enfrentarte a tu preparación física, sino también a los retos climatológicos; por eso, no todos llegan a terminar el recorrido.

Así: ¿Cómo se preparó para la prueba final?

IY: En realidad, creo que comencé hace una década, tal vez desde el mismo año que se inició esta prueba que tiene cuatro categorías abiertas: 24, 48 y 72 horas y 6 días.

Una a una las fui venciendo y sentía la siguiente categoría era mi próxima meta; así llegue hasta la penúltima. Esta vez me preparé todo el año y pude decir que logré algo que siempre soñé. Salía a entrenar todas las mañanas de 3:00 a 6:00, en lluvia y frío, no es bonito, pero cuando hay un objetivo no hay más opción.

Cada día corría 13 kilómetros. A un mes de la competencia subí a 21 kilómetros, y corría desde las 20:00 del sábado hasta las 8:00 del día siguiente (domingo).

Así: ¿Qué siente haber llegado en primer lugar?

IY: No es tanto llegar primero. En realidad, sí lo deseas pero en el fondo no me importa en qué posición ingreso. Solo sé que cuando comienzo a correr, tengo tiempo para evaluar mi vida, me vuelvo un hombre de mucha fe y agradezco a Dios por todo lo que tengo. Al trotar soy feliz, sé que estoy sano, que puedo caminar y que tengo el apoyo de la gente. En el fondo, la meta soy yo mismo, yo soy quien debe dar lo mejor de mi para vencerme.

Así: ¿Y dónde queda la familia?

IY: Mi familia es lo principal. Para ejercitarme no sacrifico ni un minuto de mi vida familiar. Me organizo de tal manera que no afecta a mi relación de pareja o como padre.

Ellos son mi pilar fundamental. Mi esposa no solo me complementa, sino que es mi sostén y mi fortaleza; yo trato de ser lo mismo para ella. En nuestro matrimonio, 50 por ciento es ella y yo la otra mitad.