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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Lecturas sutiles La violencia en la época contemporánea

Lecturas sutiles La violencia en la época contemporánea


La civilización actual está marcada por una presencia cada vez más insistente de agresividad y actos violentos. Ante esta manifestación evidente del malestar, la misma civilización intenta encontrar una respuesta o una solución. Algunos intentos vienen del discurso político/jurídico, otros de la ciencia y además de la religión como representante de la tradición.

En inicio es importante esclarecer dos aspectos

importantes que parecen obviarse al momento de pensar estos fenómenos que abarcan un amplio número de situaciones que van desde los ataques terroristas, las guerras, las manifestaciones de racismo y segregación, los feminicidios, el maltrato intrafamiliar hasta llegar a una simple pelea por

un malentendido.

En primer lugar, es importante reconocer que violencia y agresividad han sido componentes siempre presentes en toda la historia de la humanidad,

es un rasgo inherente a la condición de humano,

de ser-hablante. En segundo lugar, es fundamental ir más allá de una clasificación de la violencia para poder pensar una lógica más profunda que permita una lectura más precisa de los fenómenos que ocurren en el mundo de forma cotidiana.

En este sentido podemos plantear desde el psicoanálisis de orientación lacaniana que "La violencia es lo que puede producirse en una relación interhumana cuando no impera la palabra".

Esto implica que la manifestación de la violencia tiene por condición la ruptura del lazo simbólico, del lazo ordenador. Es decir, que las palabras resultan impotentes como recurso de tramitación y fracasa el intento de llegar a un acuerdo. El efecto de este fracaso es el pasaje al acto violento como renuncia a la posibilidad de un pacto, es el intento de imponerse y no ceder.

La violencia no puede reprimirse porque no está articulada con la palabra. La agresividad si llega a ser simbolizada ya que se trata de una relación tensa, pero que tiene un marco de referencia, es el momento en el que ese marco de referencia se pierde, cuando ya sobran las palabras y llegan los actos violentos.

Los distintos tipos de violencia muestran la falla de las construcciones simbólicas ordenadoras como la familia, el matrimonio, la paternidad, la vecindad, la fraternidad. Estas fallas siempre estuvieron ahí, solamente que en otros momentos de la historia contaban con mayor consistencia y el soporte de la tradición que cada cultura sostenía a su manera.

Con la lógica de la época contemporánea y los efectos globalizantes del consumo, de la información y de la tecnociencia, el sujeto contemporáneo esta empujado a una vida donde la palabra ya no es un instrumento tan fundamental y operativo.

En estas coordenadas de la civilización, vemos que los intentos por regular estas manifestaciones de la subjetividad humana muestran una serie de mutaciones. De la autoridad se pasa al autoritarismo, de la regulación se pasa al control y de la prohibición se pasa a la sanción o castigo.

En esos movimientos

vemos un intento de respuesta universal y absoluta, que busca eliminar la dimensión agresiva y violenta del ser humano,

en términos de Freud la pulsión de muerte, o como

diría Lacan, el goce.

La propuesta del psicoanálisis lacaniano es más modesta, no ofrece una cura a la violencia, pero sí

la posibilidad de ver, uno por uno, qué puede hacer

el sujeto con ese empuje, con ese goce que es ineliminable, por ser constitutivo del ser humano. Se busca reactivar la palabra como vía posible de tramitación y alivio, al volver a darle al sujeto la responsabilidad por sus palabras y sus actos.





Nota: Si tiene algún tema o sugerencia para esta columna contactarse con Claudia Méndez del Carpio.

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