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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Lecturas Sutiles El síntoma para el psicoanális

Lecturas Sutiles El síntoma para el psicoanális
Se acostumbra creer que un síntoma es algo molesto que debe ser eliminado, por ejemplo: cuando se está resfriado, algunos síntomas son: dolor de garganta, tos, temperatura alta o fiebre, estornudos, fatiga; entre algunos. Y se presentan siempre como produciendo una disarmonía en la persona, que quiere reducirlos o eliminarlos para continuar con su rutina.

Desde el punto de vista médico un síntoma es algo anómalo causado por una enfermedad, pero es siempre subjetivo; es decir, experimentado y expresado por el paciente. En cambio el signo es objetivo: es lo que observa y determina el médico.

Desde el punto de vista del psicoanálisis, para Freud, el síntoma es algo que está en lugar de otra cosa. Lo primero que dirá del síntoma es que se trata de una sustitución.

Lo original del psicoanálisis es que se plantea, que a nivel del psiquismo, el síntoma es un elemento disruptivo en la vida, pero al que no nos interesa hacerlo desaparecer. Es importante que los síntomas permanezcan porque son una sustitución; es decir, que un síntoma está en el lugar de otro elemento y por tanto quiere decir algo; al igual que una metáfora. Y, para los psicoanalistas, es importante localizar “esa otra cosa” que el síntoma ha metaforizado, ha sustituido. Si eliminamos el síntoma de inmediato no encontramos aquella pieza escondida, que es el núcleo del malestar del sujeto.

Entonces, dentro de un psicoanálisis podríamos estar muy contentos porque el síntoma desapareció, pero como no ubicamos lo central del padecimiento, ese malestar retornará en otro síntoma y así sucesivamente.

Se trata de usar el síntoma como “una huella clínica”, que nos permita acceder al hueso central del sufrimiento de una persona. Por supuesto, que a medida que nos acercamos a ese núcleo y lo vamos armando a partir del lenguaje, el síntoma va perdiendo su fuerza. Y terminará por levantarse.

Surge de inmediato la pregunta sobre cuál es ese núcleo de malestar que el síntoma encubre y a la vez denuncia, como un mensaje a ser descifrado. Ese núcleo no es otra cosa que un evento traumático, una situación excesiva que no se puede tramitar por el aparato psíquico. El síntoma viene a suplir y elaborar ese evento que rompe el equilibrio de la existencia. A medida que el síntoma resuelva ese trauma el trauma se elabora, pero si el trauma insiste el síntoma persiste y se vuelve molestoso para el sujeto.

Muchas son las versiones sobre el síntoma en Freud y en Lacan, pero ambos consienten en que el síntoma es ante todo una respuesta. Un residuo que queda de un encuentro vivido por el sujeto, al que queda fijado, sujetado por el síntoma. El síntoma se presenta como un monumento: secuela de un evento traumático, donde se plasma una situación excesiva, un exceso de goce experimentado.

El síntoma es una solución frente al encuentro con ese exceso, e incluye a la persona, que es siempre activo en la formación de su síntoma. Determinar esa participación es la línea principal del tratamiento psicoanalítico, y de ahí que cada presentación sintomática sea individual, al igual que su aproximación y su cura.

NOTA: para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo [email protected]

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