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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Lecturas sutiles La pérdida de un amor y sus posibles consecuencias

Lecturas sutiles La pérdida de un amor y sus posibles consecuencias



Así como el amor nos presenta sus dificultades, el sentirse enamorado no es un estado ideal.

En toda relación se ponen en juego quejas y cierto fastidio sobre algunas actitudes o rasgos que nos incomodan del otro, pero la pérdida del amor en ocasiones suele resultar una situación traumática.

En el sujeto se ponen de manifiesto fantasías de abandono. Estas son constitutivas y casi originarias en las neurosis, se encuentran en la trama de la estructura misma.

Freud sostiene que las mujeres buscan más ser amadas que amar. Este amor le hace suponer que posee un alojamiento en el otro y que por lo tanto ese lugar les pertenece e intentan instalarse.

En los hombres, si bien la situación no es tan notoria, debemos admitir que le otorga un valor muy elevado al reconocimiento del otro.

Por lo tanto, cuando se pierde el amor junto con él se van las ilusiones y se instala el sentimiento de fracaso. La persona se queda con sabor amargo de lo que no fue o no pudo ser, que seguramente visto con los ojos de lo imposible se presenta como algo muy valioso y tentador, que no lo sería tanto si lo tuviera, pero en su carácter de perdido cobra un plus, un brillo especial, fálico.

Esto lo sumerge en una mezcla de sentimientos que le desencadenan un intenso estado de angustia. Se trata de una angustia real pero no solo actual, ya que posee sus hondas raíces en la historia del sujeto, en sus primeras experiencias amorosas.

Los duelos, las pérdidas, los abandonos, son experimentados con un alto nivel de angustia, que impacta de tal manera en la estructura del sujeto, que lo paraliza hasta el punto en que le resulta muy costoso tramitarla y seguir adelante.

A veces, en el mejor de los casos, surgen preguntas con las que trata de orientarse o intenta al menos trazar una suerte de respuesta o ninguna, angustiándose ante el atolladero de sus permanentes interrogantes. En otros, los más complicados, no puede ni hablar se produce un hermetismo, la angustia no da posibilidad a la palabra, se ahoga y atraganta en su propio dolor.

El sujeto en el intento de afrontar esta situación invierte su energía psíquica, a un nivel tan elevado que en muchos casos cae en un estado de depresión o en algo que se le parece bastante.

Esto se debe a que entra en un nivel considerable de empobrecimiento de energía, que lo tenemos que pensar en términos económicos, tal como nos lo plantea Sigmund Freud.

Es en este sentido decimos que se trata de un sujeto que se halla sumergido, intentando sortear como puede los embates de este dolor que lo atraviesa, y le produce un profundo estado de tristeza.

La frustración es el saldo con el que cuenta el sujeto. Los neuróticos somos muy hábiles para inventar escusas y encontrar una amplia gama de justificaciones ante distintas situaciones.

El yo se encarga del armado y la confección de dichas escusas, siempre adecuadas y a la medida de cada uno, pero afortunadamente y por diversos motivos, a veces falla.

NOTA: Para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo [email protected] Visítanos en Facebook: LECTURAS SUTILES